Agredido por llevar una bandera de su país en su país. Empujado escaleras abajo del Metro de Barcelona, de esas mecánicas, de las que son de metal, de las que duelen incluso un poco más. Y encima insultado por un diputado, uno de sus representantes en las Cortes, Gabriel Rufián, que acusó al que algunos medios han identificado como A. S. F., de unos 30 años, de portar una "camiseta nazi"... que en realidad es de un grupo de rock.
El simpatizante de Jusapol que este sábado cogía el Metro en Urquinaona tras acabar la marcha por la equiparación salarial de los policías nacionales y los guardias civiles con los agentes de los Mossos d'Esquadra -esos mismos que los habían defendido de las salvajadas de palos y varas de hierro de los CDR-, sólo tenía una brecha y un par de heridas más. Pero su imagen ensangrentada ha sido la de este sábado, la de la Barcelona enfrentada. La que no quieren ver unos en su Twitter y otros habían denunciado en sus discursos de la mañana.
Porque el PP catalán, por ejemplo, había celebrado su 15º Congreso esa mañana en Sitges, a pocos kilómetros. Y tanto su nuevo líder, Alejandro Fernández, como el saliente, Xavier García Albiol, y el presidente nacional, Pablo Casado, hicieron hincapié en ese "diálogo entre catalanes" que falta; en esa "comunidad dividida" que sobra. En los enfrentamientos, que habían llegado a las manos, las de un independentista -un violento-, que empujó a uno con la bandera de España por ahí en su ropa, escaleras abajo. Y lo llenó de sangre. Y huyó, escondido entre otros separatistas, a gritos.
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, tildó de "irrespirable" la situación que se vive en Cataluña, después de los altercados de la mañana. Porque poco antes de la marcha de Jusapol, los CDR habían recibido las cargas de la policía autonómica. Porque trataban de saltarse el cerco y llegar hasta el Arco del Triunfo de Barcelona. A ver si podían "enfrentarse" de verdad, con los policías "españoles".
A través de un mensaje publicado en su cuenta oficial de Twitter, Casado transmitía su "repulsa" a cualquier agresión y se preguntaba qué más tiene que pasar para que el Gobierno actúe ante un enfrentamiento "al que conduce el secesionismo", algo que calificaba de "semilla de graves consecuencias".
Los testigos presenciales explicaron que sobre las 14.00 horas, cuando regresaba a casa de la concentración de de Jusapol, la víctima, que según algunos medios responde a las iniciales A. S. F. y que tiene unos 30 años, era empujado "a traición" escaleras abajo al grito de "¡mori Espanya!" ("¡Muera España!"), sin discusión previa. Mientras, el agresor huía escaleras arriba.
Un vigilante del Metro corría tras él, pero la confusión provocada por otros de sus compañeros independentistas -o violentos, quizá sea mejor dicho- hizo que, pese a lograr alcanzarlo escapara. El guardia tuvo que aguantar otro tipo de agresiones, esta vez de tipo verbal: amenazas, insultos e increpaciones. Según los testigos, sólo pudo quedarse con una prenda del agresor en la mano.
La víctima tenía una brecha de ocho centímetros. Y sangraba ante las cámaras, los médicos y la guardia urbana. Luego llegó una patrulla de los Mossos, pero el agresor ya estaba huido, mientras A. S. F. era trasladado conmocionado al hospital. El diario El Mundo informó de que el agredido estaba recién operado y en tratamiento por cáncer.
La portavoz del grupo popular en el Congreso, la catalana Dolors Montserrat, se refirió al mismo altercado como la consecuencia "del radicalismo violento separatista", algo que, según ella, el PSOE lo rebajaría a mera "provocación".
La condena de Rivera
También el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, se hacía eco de la noticia. Tras condenar la agresión, pedía que caiga sobre ellos "el peso de la ley".
Poco antes, fuentes del Sistema de Emergencias Médicas de Cataluña confirmaban que habían tenido que atender a otra decena de personas más, en las calles de la capital catalana. En su mayoría, independentistas miembros de los CDR y de Arran, las juventudes de las CUP, que presentaban pequeñas lesiones y heridas tras las cargas de los Mossos. Esa Cataluña que se enfrenta, esa que no dialoga.