El acuerdo al que Pedro Sánchez ha llegado con las instituciones europeas sobre el territorio de Gibraltar en el brexit ha resultado no ser tan bueno como el presidente del Gobierno ha anunciado a los españoles.
Más bien, la efusividad de las declaraciones de la primera ministra británica, Theresa May, y sobre todo del ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, poco después de rubricar el acuerdo, evidencian una cesión del Gobierno de España respecto de sus pretensiones iniciales.
"La soberanía de Gibraltar no ha cambiado ni cambiará", afirmaba May al llegar a Bruselas con el acuerdo firmado con el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, y del Consejo Europeo, Donald Tusk, bajo el brazo.
"Lo que han oído hoy del presidente del Gobierno español no ha sido el reflejo de ninguna posición nueva, por mucho que intentara presentarlo así. De hecho, si alguien tiene una triple garantía con respecto a Gibraltar, somos nosotros, el pueblo de Gibraltar", afirmó Picardo con un discurso triunfante.
Visiones totalmente opuestas de una misma realidad, como viene ocurriendo con el conflicto del 'brexit' desde hace semanas porque, como decía el poeta español Ramón de Campoamor, "nada es verdad ni mentira, todo es según del color del cristal con que se mira". Sin embargo, los partidos de la oposición en España han inclinado la balanza hacia el fracaso, sobre todo PP y Ciudadanos que han sido muy críticos con el acuerdo alcanzado por Sánchez.
"Se ha perdido una oportunidad histórica"
El Gobierno socialista ha mantenido durante más de una semana el veto sobre el brexit para asegurarse de que España tenía última palabra respecto del territorio de Gibraltar cuando llegue el momento del desligue. Para ello, se empeñó en que se eliminara del acuerdo del brexit el artículo 184, introducido por May con "nocturnidad", como afirmó el propio Gobierno español, para evitar dicho derecho de España al veto.
Sin embargo, Sánchez finalmente sólo ha conseguido un "documento por escrito", aunque sin validez jurídica, de Juncker y Tusk en el que descartan que el artículo 184, el de la discordia, sea "aplicable al contenido de la relación futura incluida en el ámbito territorial". Para Sánchez, ese apoyo de las instituciones europeas es "trascendental". De hecho, ha interpretado que el acuerdo "resuelve un conflicto de más de 300 años con Reino Unido".
Sin embargo, en España la solución no se ha visto con los mismos ojos. Los líderes de la oposición la han criticado duramente. Para Albert Rivera "se ha perdido una oportunidad histórica". El líder de Cs dijo durante una entrevista en televisión: "yo no quiero que seamos más fuertes en Cuba y en Bolivia, quiero que seamos más fuertes en Europa".
Por su parte, el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, calificó el acuerdo de Sánchez de "un fracaso histórico que malogra una oportunidad que el PP dejó encarrilada" y acusó al presidente del Gobierno de capitular de su responsabilidad sobre Gibraltar.
Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, fue más cauto, afirmó que "si el acuerdo con Bruselas sirve para defender a los trabajadores del Campo de Gibraltar, el Gobierno tendrá nuestro apoyo. Ojalá viéramos la misma firmeza para defender los presupuestos", publicó en Twitter.