A ministro por mes. Desde la caída de Màxim Huerta, que no duró una semana en el Consejo de Ministros como titular de Cultura y Deporte, Podemos ha ido aplicando la misma medicina a Pedro Sánchez, a pesar de ser el socio de preferencia que lo ha sostenido en el Gobierno. Fuentes internas del partido confiesan que "desde el principio, la táctica ha sido la misma, marcar de cerca" al Ejecutivo y estar atentos a cada oportunidad de apretar el dogal.
Ramiro II el Monje, rey de Aragón en 1134, según cuenta la leyenda, mandó llamar a todos los nobles a Palacio, en Huesca, para hacerles admirar una campana que se suponía sonaría en todo el mundo. Quería sofocar posibles rebeldías, dejar claro quién mandaba y para ello nada mejor que cortar unas cuantas cabezas: hizo pasar a los nobles de uno en uno y a todos aquéllos que no se avenían a sus mandatos los decapitó.
El escarmiento para los demás fue exhibir en público sus testas colgando en círculo, con la del obispo de Jaca, líder de los díscolos, en el centro de todas, a modo de badajo.
Y ésa es la pieza que ahora se quiere cobrar Pablo Iglesias, la de Josep Borrell, multado este martes por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) por uso de "información privilegiada" en la venta de unas acciones de Abengoa, empresa de la que era consejero. Borrell, catalán y español -es más, españolista militante y cara visible de la revuelta de los constitucionalistas en Cataluña en los meses más duros del procés-, es uno de los escollos principales que han malogrado el mandato de Iglesias de negociar los Presupuestos así en la cárcel como en el móvil.
La visita a Lledoners para verse con Junqueras y la llamada a Puigdemont visualizaron un líder de Podemos arremangándose por el acuerdo firmado solemnemente en la Moncloa. Entretanto, el Gobierno y su presidente, Pedro Sánchez, jugaban a dinamitar lo acordado: poniendo en duda la revalorización de las pensiones vía IPC -Calviño-, forzando la subida de cuotas a los autónomos -Valerio- y dejando claro que las cuentas eran lo de menos, que bastaban los decretos -Sánchez-.
Y si Borrell es un escollo, al punto de que un diputado de Esquerra le insulta y otro le escupe, quizás la manera de limar asperezas sea acabar políticamente con él.
"Exigencia de ejemplaridad"
El PSOE llegó a la Moncloa a través de una moción de censura en la que el muñidor principal, de hecho, fue Pablo Iglesias. Sus conversaciones con los independentistas catalanes (ERC y PDeCAT) y, al tiempo, con los nacionalistas vascos del PNV acabaron por fraguar las alianzas necesarias. "Decían que no daban los números", ha insistido Iglesias decenas de veces, "pero dieron y ahora hay que salvaguardar ese espíritu".
Nominalmente, "ese espíritu" es el de haber echado al PP de Mariano Rajoy "por corrupto" y por "poner la democracia en juego" a causa de su financiación ilegal a través de la trama Gürtel y de sus "recortes de derechos sociales".
De este modo, la "exigencia de ejemplaridad" de Podemos al Gobierno al que ha sostenido en el Congreso con los 71 diputados de su grupo ha sido constante y ha logrado cobrarse dos cabezas de las cinco que ha reclamado en cuanto alguno de los miembros del gabinete Sánchez se han visto envueltos en algún escándalo.
Desde Màxim Huerta a Josep Borrell, cinco han sido los ministros cuya decapitación ha reclamado como trofeo y ejemplo el líder de Podemos. El escritor no duró ni una semana en el gabinete de Sánchez pagando la novatada del recién llegado y de ser el primero del que algún cajón escupió un dossier. Su multa de Hacienda -de 366.000 euros-, pagada religiosamente en 2017 es más que probable que hoy no le costara el puesto, pero a los seis días de presumir de "ejemplaridad" era inapelable que Iglesias exigiría "su inmediata dimisión", o la "destitución" presidencial so pena de una "reprobación en el Congreso".
A la mañana siguiente, Huerta estaba fuera.
Decíamos que pasados apenas cinco meses de aquello seguramente hoy Huerta sobreviviría, porque de la ministra Nadia Calviño y su sociedad instrumental para adquirir una vivienda Podemos no ha pedido mucho más que "explicaciones", a pesar de que es la auténtica bestia negra económica del partido morado. A la exfuncionaria de Bruselas la han llegado a acusar fuentes internas del partido de preferir gobernar con los Presupuestos de Rajoy prorrogados que con los diseñados entre Pablo Echenique y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
Apretar pero no ahogar
También se ha dejado pasar el escándalo de Isabel Celaá, titular de Educación y portavoz del Ejecutivo. Pareciera como si en Podemos hubieran decidido mantener la tensión en el cuello de Sánchez eligiendo de qué ministros reclamarle el sacrificio y de cuáles no. Más o menos, al ritmo del escándalo mediático que los hayan acompañado.
Porque una cosa es cobrarse piezas y otra reventar al Gobierno que los ha puesto, como reconoció el propio líder morado, "en la posición de mayor influencia de poder" que han tenido hasta ahora.
Sí que reclamaron la salida inmediata de Carmen Montón, la segunda en caer a mediados de septiembre, destrozando la celebración de los 100 días de Gobierno socialista.Su máster en la Universidad Rey Juan Carlos plagado de irregularidades en sus notas, asistencia a clase, convalidaciones y matriculación la hizo tambalearse y que Echenique le exigiera explicaciones.
Que Sánchez la defendiera en los pasillos del Congreso sólo sirvió para que tres horas después la titular de Sanidad tuviera que hacer caso al número dos del partido morado, que había reclamado una comparecencia en el Congreso para aclararlo todo advirtiendo que "si las explicaciones no son satisfactorias, deberá dimitir". El plagio de su Trabajo Fin de Máster (TFM) no se podía explicar satisfactoriamente. Dimitió.
Los que han sobrevivido
Al igual que Calviño y Celaá, que han salido indemnes de sus tejemanejes inmobiliarios publicados a toda plana en la prensa, Pedro Duque sobrevivió al escándalo. El ministro todavía más popular del Gobierno -según la última oleada del CIS- dio hasta tres versiones distintas en 24 horas de por qué unas viviendas que tiene con su mujer en realidad están a nombre de una sociedad instrumental.
De inicio, atribuyó "al Gobierno" -a uno anterior, se entiende- la promoción de este tipo de operaciones durante los años "de la burbuja inmobiliaria". Duque adquirió esta vivienda en el año 2009. Luego aseguró que se había hecho un autoalquiler de la vivienda cuando la ocupó, para evitar problemas con el fisco. Y finalmente, cuando se demostró que esto no había sido así, aseguró que subsanaría cualquier error con Hacienda.
Mientras el exastronauta recibía "todo el apoyo" desde Moncloa, asustada de su tercer ministro sentado en el garrote vil en poco más de tres meses, Podemos, el socio principal de Sánchez exigía categóricamente la salida de Duque. Iglesias le recordó al presidente que en 2015 se comprometió a no tener nunca en su Ejecutiva a nadie "que hubiera creado una sociedad interpuesta para pagar la mitad de los impuestos que le toca pagar", a lo que añadió: "Lo que vale para la dirección de su partido, es muy claro que debe valer aún más para su Gobierno".
Delgado, "reunida con la basura"
La de Duque fue la primera pieza reclamada que no se cobró Podemos. Y la siguiente, en la misma semana, fue la de la titular de Justicia, Dolores Delgado, pese a que contra ella fue mucho más explícito y desagradable el secretario general. "Alguien que se ha reunido con la basura, con las cloacas de Interior debe alejarse de la política", espetó en los pasillos del Congreso, "porque hace daño a la mayoría que protagonizó la moción de censura".
Y ahí estaba la clave. El ejercicio del poder de manera vicaria, el acecho a las presas y, cuando ha hecho falta, la pieza cobrada. Ahora le toca a Borrell, como última opción de mantener la legislatura en pie, por si los separatistas catalanes aceptan su cabeza en bandeja como ese "gesto" exigido a Sánchez. Como ejemplo de que además de hacerlo caer, con él se quiere mostrar aquello de lo que se presume, "ejemplaridad".