El sueño húmedo de un CDR. Eso es la Llotja de Mar de Barcelona, el edificio escogido por el Gobierno como sede del Consejo de Ministros del 21 de diciembre. Hogar de la Cámara de Comercio y de la Real Academia Catalana de Bellas Artes San Jorge, la Llotja linda con tres de los barrios con más callejuelas de toda Barcelona: el Borne, el Gótico y la Barceloneta. Una pesadilla operativa para los cuerpos y fuerzas de seguridad que el día 21 deberán cumplir la difícil misión de proteger a los miembros del Gobierno sin que las televisiones muestren una sola imagen de violencia policial. Las instrucciones son claras: Fernando Grande-Marlaska no quiere un nuevo 1-O.
Fuentes del Ministerio de Interior han informado a EL ESPAÑOL de que trabajan con la información proporcionada por los Mossos d'Esquadra advirtiendo de que la Llotja de Mar puede ser una ratonera. Interior busca ahora los posibles agujeros de seguridad que hay en torno al edificio. Principalmente, temen las calles estrechas que hay en las inmediaciones. Unas calles cuyas angosturas, como cualquier vecino de la zona sabe, son refugio habitual de los rateros que vagabundean por los alrededores de la iglesia de Santa María del Mar y del mercado de Santa Caterina a la búsqueda de turistas desprevenidos a los que robar.
La decisión de celebrar el Consejo de Ministros en el edificio de la Llotja de Mar, que apareció este fin de semana llena de pintadas independentistas, fue adoptada por Pedro Sánchez en persona en contra de la recomendación de los Mossos d'Esquadra. La policía autonómica catalana habría preferido el palacete Albéniz, en la montaña de Montjuïc, bastante más fácil de proteger que la Llotja. El palacete Albéniz fue la sede del último Consejo de Ministros que se celebró en Barcelona. Fue en 1976, un año después de la muerte de Franco, y lo presidió el rey Juan Carlos I.
Pero la decisión de Sánchez no fue polémica sólo por las dificultades que comporta asegurar el perímetro del edificio, sino porque éste es un edificio privado por el que el Gobierno deberá pagar un alquiler de aproximadamente 18.000 euros. El hecho de que ese alquiler deba ser costeado a cargo de los Presupuestos Generales del Estado ha sido interpretado como una muesca más en el historial de cesiones al independentismo de un Gobierno socialista que tendría derecho a reunirse libremente, y por supuesto de forma gratuita, en cualquier edificio público de Cataluña.
Marlaska teme un nuevo 1-O
El 21-D será un reto para el ministro Marlaska. Su trabajo será evitar a toda costa que se repitan imágenes como las del 1-O. En este sentido, y de puertas para dentro, Marlaska siempre ha dicho que Juan Ignacio Zoido lo hizo muy mal permitiendo que se llegase a esos extremos. Ahora es el propio Sánchez el que pide que se celebre el Consejo en Barcelona. Nuevas imágenes violentas serían un golpe para su equipo y reforzarían la sospecha de que si en algo se parece un Gobierno del PP a uno del PSOE es en su incapacidad para contener al independentismo catalán en las calles.
La sensación, en fin, es la de que el Gobierno se ha metido por sí solo en una trampa de la que sólo puede salir victoriosa la Generalidad. Si el Consejo de Ministros transcurre con normalidad, la Generalidad se felicitará a sí misma por el alto grado de civismo de las huestes independentistas. Si se producen disturbios, dirán que ellos ya lo habían advertido. Y por eso Interior no escatimará en recursos para asegurar, en la medida de lo posible, que el Consejo de Ministros se celebre en un ámbito de normalidad.
El independentismo quiere 'tumbar al régimen'
Aunque el Gobierno de la Generalidad se ha esforzado durante los últimos días en rebajar su nivel de beligerancia verbal –Elsa Artadi llegó a calificar de "provocación" la celebración de un Consejo de Ministros en Barcelona–, el independentismo ha anunciado decenas de acciones de protesta para el 21 de diciembre. A día de hoy, es una incógnita cuántas de ellas se concretarán en la práctica. Están anunciados cortes de carreteras, cortes de calles en Barcelona, bloqueo del AVE, manifestaciones, sabotajes, intentos de asalto al edificio de la Llotja y huelgas parciales.
La ANC, la ideóloga de la huelga de hambre de los políticos catalanes en prisión y principal correa de transmisión en Cataluña de las tácticas de Carles Puigdemont, se ha desmarcado de la posible violencia de ese día, aunque se unirá a la manifestación unitaria que se celebrará por la tarde con el lema 'Tumbemos el régimen. Por los derechos sociales y políticos. Por la autodeterminación. Contra la represión'.
Òmnium Cultural, más cercano a la estrategia de ERC que a la de Puigdemont, Torra, los CDR y la ANC, organizará un 'Consejo de Ministros popular' frente a la Llotja a las 11.00 de la mañana y por la tarde se sumará a la mencionada manifestación unitaria, que partirá de los Jardinets de Gràcia, a unos tres kilómetros de distancia de la Llotja de Mar.
Pero los actos organizados por la ANC y Òmnium –los policías 'buenos' del independentismo– suelen ser poco más que concentraciones familiares sin mayor trascendencia y no provocan ninguna inquietud entre los cuerpos y fuerzas de seguridad. Otra cosa son los CDR y sus distintos grupúsculos –el policía 'malo' del independentismo–. En ellos recaerá la responsabilidad de ejecutar las acciones más violentas del día.
Buena parte del éxito de los CDR el 21-D dependerá, como ha ocurrido durante las últimas semanas, de la actitud que adopten los Mossos d'Esquadra. Porque, hasta ahora, los CDR sólo han tenido éxito cuando los Mossos se han abstenido de actuar en su contra. El Ministerio de Interior no las tiene todas consigo, y de ahí su intención de enviar 1.000 agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil a Barcelona. Para los CDR, el 21-D es un ensayo general de las acciones que planean ejecutar durante el juicio a los políticos catalanes presos en el Tribunal Supremo.