En el Ayuntamiento de Madrid presumen de los datos que arroja Madrid Central. Fuentes cercanas a la portavocía de Rita Maestre confirman que la circulación en la almendra central de la capital ha bajado en porcentajes de "más de dos cifras" desde la puesta en marcha del proyecto, el pasado 30 de noviembre. Y que los incrementos en las calles adyacentes son insignificantes, "del orden del 1,5%".
En la copa de navidad del Consistorio, Inés Sabanés, delegada de Medio Ambiente de la ciudad, repartía sonrisas satisfechas por el "cambio de opinión de los más contrarios" y otros miembros del equipo de gobierno de Manuela Carmena atribuían la guerra de la Comunidad de Madrid contra la iniciativa al "interés de Ángel Garrido de hacer méritos ante el PP y ser más conocido".
Pero la noticia estaba en la alcaldesa, quien la semana pasada se reunió con las asociaciones de repartidores y transportistas, especialmente beligerantes con la nueva ordenanza, que les obligará a renovar las flotas para poder seguir ejerciendo su trabajo con libertad. Según ha sabido EL ESPAÑOL, Carmena les planteó la posibilidad de aplicarles una moratoria exclusiva para ellos en los cortes de tráfico.
Madrid Central es un Área de Preferencia Residencial (APR) de 472 hectáreas, en la que desde hace ya casi tres semanas está prohibida la circulación de automóviles privados salvo en determinados casos. Dentro del área histórica de la ciudad, delimitada por señales verticales y unas marcas viales de dos líneas rojas continuas exclusivamente pueden rodar los coches de residentes, vehículos de transporte público de viajeros, de cero emisiones -con etiquetas cero o eco de la DGT-.
Si hay una visita o se encarga un servicio, si se lleva el coche al taller y le dan uno de cortesía... hay que pedir permisos. "Pero es muy fácil", defiende Maestre, "en dos clics puedes hacerlo, y tienes 20 al mes".
Limitaciones y compromisos
Las furgonetas de reparto y distribución de mercancías tienen muy limitado el acceso, sólo en determinados horarios, tras ser registrada la matrícula por parte del contratante del servicio y durante un intervalo tasado de tiempo. La oferta de la alcaldesa abre bastante la mano, según ha confirmado este periódico.
Carmena, que prevé reunirse de nuevo con las asociaciones a lo largo de esta misma semana, tiene un plan: prórrogas a cambio de pruebas de que se van renovando las flotas. A modo de ejemplo, fuentes cercanas a la alcaldesa, explicaron a este periódico que "podría ser algo así como un 10% de vehículos renovados, un año más de aplazamiento". Y así.
La primera edil, especialmente jovial en la recepción a la prensa por las fiestas "del solsticio", dijo entre bromas con David Broncano -uno de los humoristas invitados a la copa-, explicaba a EL ESPAÑOL que "el objetivo se está consiguiendo, rebajar la contaminación por la salud, y los madrileños lo están aceptando mucho mejor de lo que decía la oposición". A pesar de ello, entiende que las dificultades de los profesionales deben ser tenidas en cuenta.
Madrid Central pretende evitar un 40% de las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2) actuales en el distrito más visitado de la capital, evitando que sea además zona de paso. Según el Ayuntamiento, la ciudad "incumple los niveles de este gas contaminante que afecta a la salud desde 2010". Todo, eliminando, según sus cálculos, un 37% del tráfico recorrido en la actualidad por vehículos de combustión en esa APR.
Inés Sabanés, máxima responsable del proyecto, era una de las más solicitadas en los corrillos de la celebración en el Patio de Cristales de la Casa de la Villa: "Habrá facilidades para renovar las flotas... hasta la Comunidad de Madrid está dando ayudas", explicaba, "más allá de que esté en contra de Madrid Central".
Y Rita Maestre cerraba el brindis ejerciendo de portavoz del equipo de gobierno de Carmena poniéndose como ejemplo: "Yo vivo en una de las zonas que ya eran de preferencia residencial, y los vecinos siempre han estado encantados: hay menos ruido, menos humo, y es muy fácil pedir las autorizaciones".