Ni irregularidades contables ni una operación encubierta del PSC para hacerse con el control de Sociedad Civil Catalana (SCC). La Junta de la mayor entidad civil catalana crítica con el nacionalismo y el procés separatista destituyó este miércoles a su presidente José Rosiñol –que continúa a pesar de ello en la Junta– y nombró como nuevo presidente a Álex Ramos, afín al PSC. Junto a Rosiñol fueron destituidos tres miembros de su directiva, aunque la decisión deberá ser confirmada por la asamblea de socios de SCC que se celebrará el próximo 17 de enero. La vieja Junta se muestra dispuesta a presentar batalla: "La asamblea es la única soberana y la que debe ratificar los cargos. Habrá que ver cuáles serán".
Miembros de la nueva y de la vieja junta desmienten no obstante las informaciones acerca de posibles "irregularidades contables". "Es rotundamente falso. Entre otras razones, porque el nuevo presidente, Álex Ramos, era vicepresidente de la entidad, con lo cual esas acusaciones le tocarían de lleno en caso de ser ciertas. SCC, además, está auditada en profundidad".
La destitución de Rosiñol ha sido interpretada en determinados sectores como un movimiento del PSC para hacerse con el control de la entidad y aguar su beligerancia contra el independentismo. Una interpretación cuya verosimilitud se apoya en las simpatías del nuevo presidente y de la nueva directiva por los socialistas catalanes. Es la interpretación de algunos miembros de la entidad críticos con la destitución de Rosiñol: "El nuevo presidente ha ido en listas del PSC (cosa que en la filosofía de SCC es un claro conflicto de intereses). Hay un miembro más de la Junta en esta situación, y otro que está contratado por Ciudadanos". Pero otras fuentes cercanas a la entidad niegan esa interpretación.
El debate existe, pero el problema es la gestión
"No, no es eso. En SCC hay un debate ideológico brutal de fondo sobre el rumbo que debe tomar la entidad. Hay debate sobre el 21-D, sobre si se deben convocar manifestaciones o no y sobre si se debe o no participar en el 12 de Octubre. Ese es el trasfondo habitual en SCC. Pero la destitución de Rosiñol se debe más bien a discrepancias sobre la gestión del día a día de la entidad. Hay gente que cree que Rosiñol ha actuado de forma incorrecta al no convocar a la Junta de forma recurrente, semanalmente, como se hacía antes. Pero de ahí a la malversación de fondos hay un trecho". Dicho de otra manera: no es cierto que exista una conspiración del PSC –y mucho menos de Ciuddanos– para hacerse con el control de la entidad.
La nueva Junta ha hecho público un comunicado en el que confirma la tesis defendida por el interlocutor de EL ESPAÑOL. El comunicado hace referencia a discrepancias en la gestión económica, pero no hace alusión alguna a hipotéticos desvíos o malversación de fondos: "La Junta Directiva de Societat Civil Catalana celebrada ayer procedió a reestructurar sus cargos, de manera provisional, en espera de la próxima asamblea de socios. Por desacuerdos en los procesos de toma de decisiones, completamente ajenos a criterios ideológicos, y en la gestión económica de la entidad, los nueve miembros presentes [la junta está compuesta por catorce miembros] acordamos por unanimidad nombrar a Álex Ramos nuevo presidente; a Isabel Fernández Alonso, vicepresidenta; a Irene Álvarez, secretaria; y a Xavier Marín, tesorero".
Escisión de las juventudes
No es el primer terremoto que afecta a la entidad civil constitucionalista. A principios de octubre, SCC vivió una escisión de sus juventudes a cuenta del eterno debate interno sobre el nivel de beligerancia contra el nacionalismo que debía mostrar la asociación. El resultado fue el nacimiento de S'ha acabat ("Se ha acabado"), una agrupación de jóvenes, muy activa en la Universidad Autónoma de Barcelona, partidarios de la línea dura contra el nacionalismo. Los miembros de S'ha acabat no se sentían ya representados por lo que interpretaban como una actitud en exceso contemporizadora de SCC con el independentismo catalán.
Descartadas tanto las acusaciones de malversación como las teorías conspiracionistas acerca de una posible OPA hostil del PSC a SCC, lo que sí parece indudable es que la nueva Junta de la entidad adoptará un rumbo más cercano al diálogo con el nacionalismo defendido por el socialismo catalán que a la oposición y resistencia callejera defendida por Cs y el PP.
¿Diálogo o confrontación?
"El momento de la confrontación ha pasado en buena medida", argumenta un miembro de la asociación que conoce bien su sala de máquinas. "Hay que buscar una salida dialogada y pactada. Lo único que une al independentismo a día de hoy son los presos. Y no digo que haya que indultarles, pero hay que hacer una apuesta política de futuro. Y esa apuesta pasa por que ese 20% de nacionalistas que se han pasado al independentismo vuelvan al nacionalismo. Esa zona gris es cada día más importante. SCC formó parte de la reacción. Esa reacción todavía tiene recorrido, pero probablemente es un recorrido limitado. Le ocurre lo mismo, en sentido contrario, a la ANC. Es la hora de la política".
La vieja Junta no quiere ni oír hablar de diálogo con el nacionalismo, ni mucho menos con el independentismo, a los que considera dos caras de la misma moneda. A la nueva Junta, el nacionalismo le parece un mal menor en comparación con el independentismo radical de los CDR, la CUP, Carles Puigdemont y Quim Torra. Ese es el debate de fondo en SCC que deberá resolver su asamblea de socios el próximo 17 de enero.