1. Las flores amarillas
Tuve que fijarme dos veces, pero es cierto. Ahí están. En TV3 lo celebraron como una victoria. "He creído ver unas peonías amarillas encima de la mesa", dijo la presentadora de TV3 Helena García Melero, como quien capta el simbolismo sutil que los genios de protocolo de la Generalidad le han colado al presidente del Gobierno. Yo les daba la independencia súbita. Por su astucia, digo.
Andrés Costilludo, director del servicio de protocolo español, intervino para poner un tiesto más grande de ponsetias rojas delante y que no se vieran las flores amarillas.
2. El lazo de Quim Torra
¿Debe el presidente de un Estado democrático de la UE aceptar una reunión con un funcionario autonómico como Quim Torra mientras este luce un símbolo que dice, de forma literal, que en ese Estado democrático de la UE existen presos políticos; que exige, también de forma literal, la violación del principio de separación de poderes; y que, en definitiva, califica a ese presidente de "dictador bananero"? La respuesta es obvia. Pero Pedro Sánchez la desconoce.
3. El formato de la reunión
¿Cumbre bilateral o reunión de cortesía entre presidente del Gobierno y presidente autonómico? Obviamente, cumbre bilateral. En lenguaje diplomático, las formas son el fondo. Y las formas, con esa reunión paralela entre Carmen Calvo y Meritxell Batet, por un lado, y Pere Aragonés y Elsa Artadi, por el otro, están cantando la melodía "Cataluña es soberana" a todo pulmón.
4. El comunicado de la reunión
¿Cómo que "las demandas de la ciudadanía de Cataluña"? Las demandas de la Cataluña independentista, que actualmente se corresponde con el 47% de los ciudadanos catalanes. O eso, o en la reunión entre Sánchez y Torra se decidió privar de la ciudadanía catalana, española y europea a ese 53% de catalanes que no votaron a opciones independentistas en las elecciones autonómicas del pasado 21-D.
5. La "apuesta" por el diálogo
La obra cumbre del idioma politiqués. Una palabra tan perfectamente vacía de contenido como eficaz en su función censora: sólo un monstruo se opondría al diálogo. Así que diálogo, diálogo y más diálogo. Aunque el que esté enfrente te considere el poli bueno de una dictadura filofascista, apenas inferior en maldad a esos polis malos de la misma dictadura filofascista apellidados Casado, Rivera y Abascal.
6. 1 a 0
Pedro Sánchez y Quim Torra intercambiaron victorias. La de Sánchez fue puro humo: la aprobación del objetivo de déficit y deuda no compromete en nada a los partidos independentistas puesto que el PP vetará la medida en el Senado. La de Torra ya tiene más peso, al menos desde el punto de vista del marketing político: el presidente de la Generalidad sabe ahora que Sánchez le aceptará como interlocutor válido diga lo que diga y haga lo que haga, aunque sea incitar las acciones de los CDR. Puro zapaterismo aplicado: el socialismo aceptará cualquier cosa que salga de Cataluña. Cualquier cosa.
7. Hablar de todo
"Le agradezco que hayamos podido hablar de todo", dijo Torra. El presidente del Gobierno no puede dejar pasar un minuto más sin explicarle a los ciudadanos españoles a qué se refiere ese "todo" en boca de alguien que aboga por la violación de los derechos de esos mismos ciudadanos españoles. Y, en especial, del derecho a la soberanía. Ese del que derivan todos los demás.