Cuando Pablo Casado desembarcó esta semana en las ciudades autónomas del norte de África, la imagen se sintió como déjà vu. El presidente del Partido Popular aterrizaba por tercera vez en apenas cinco meses en Ceuta y Melilla y lo hacía para volver a lanzar los mismos mensajes: una vuelta a las políticas conservadoras en cuanto a la inmigración ilegal.
Con una agenda volcada en torno a las actividades fronterizas y la situación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que velan por estos enclaves, ha quedado patente el endurecimiento de su discurso y ese giro al conservadurismo liberal que pretende capitanear en la próxima Convención nacional del partido, que tendrá lugar en apenas quince días. “Responsabilidad y seguridad”, repetía Casado, porque “España tiene un problema en cuestión de inmigración”.
Con cada vez mayor sintonía con los mensajes de Vox en la misma materia, el líder popular ha venido repitiendo un mantra: la defensa de las devoluciones en caliente, el apoyo a las concertinas en las vallas fronterizas y la apuesta “por una inmigración regular, ordenada, integrada, vinculada a un contrato de trabajo”. ¿Cómo? A través de un plan Marshall para África, según arguye una y otra vez.
Para Casado, su visita constante a las ciudades autónomas es síntoma de que la atención del Gobierno de España debería pasar por esas cuestiones. Así,con las cifras de Frontex en mano para dar empaque y contexto, ha recordado que se trata del peor año del Mediterráneo, con al menos 769 inmigrantes muertos en su intento de alcanzar las costas españolas. “Lo cual cuadruplica la cifra que murió en el Estrecho el año pasado”, lamentaba. Es la cifra más alta desde 2006.
Más de 56.000 llegadas a las costas españolas
El 2018 acabó igual que comenzó el Gobierno de Pedro Sánchez, con la llegada de un barco de una ONG, entonces fue de Médicos Sin Fronteras y 620 personas rescatadas y ahora de Proactiva Open Arms, con 310 inmigrantes salvados en el Mediterráneo. Es el último capítulo de un gran rescate en un año en el que la llegada de inmigrantes en patera va camino de triplicarse.
Un año, sobre todo, en el que España se ha convertido en la principal ruta de entrada por mar a Europa, con más de 56.000 llegadas a sus costas, según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR)
“Hay que saber quién entra y quién sale, por lo que se deben modernizar la frontera y sus sistemas de control”, aduce Pablo Casado. Sabe que en Ceuta se le hace caso, o, al menos, así lo considera él: ha recordado su visita a la ciudad norteafricana en agosto del pasado año, cuando anunció “unas medidas y nos llovieron las críticas llamándonos populistas, alarmistas y hasta radicales”. “Ahora hacen lo que proponíamos”.