En Andalucía se está resistiendo el acuerdo entre el centro-derecha. Cuando la mayor batalla parecía haber sido superada y tras haber parido un pacto entre las grandes fuerzas autodenominadas “del cambio”, PP y Ciudadanos, el palacio de San Telmo amanece, cada día, un poco más nublado para el candidato popular, Juanma Moreno.
La situación es cada vez más parecida a la que se vivió en el tablero nacional en 2016, entre elección general y elección general. Un partido con un palpable peso menor enturbia el acuerdo entre dos formaciones con mayor número de escaños y los documentos del matrimonio caen en saco roto. Ni cambio de Gobierno, ni segundas opciones: el resultado fueron urnas de nuevo. En aquel momento el tercero en discordia fue Podemos; hoy, en Andalucía, lo es Vox. Enfrente se mantiene constante Ciudadanos.
Fue el conocido como 'pacto del Abrazo’ de Pedro Sánchez y Albert Rivera, una relación de la que hoy no quedan ni las cenizas. Cuando consiguieron cerrar un paquete de medidas que aunaban la mayoría de deseos de sus votantes, todo se vino abajo. Por eso, y pese a su postura de rechazo frontal, Cs no está dispuesto a que se vuelva a repetir. Fuentes de la dirección Nacional del partido apuntan a este periódico que, siempre que no se toque ninguna de las resoluciones acordadas entre Moreno y Marín, hay carta blanca para que PP negocie con Vox lo que considere necesario para conseguir su sí.
Escenificación de la pedida de apoyo entre PP y Vox
Este viernes se producía el preludio del primer cara a cara entre ambas formaciones de derechas, una llamada entre secretarios generales para poner fecha a la ansiada escenificación de la petición de apoyo. Era algo que la formación de Santiago Abascal reclamó desde el minuto uno y que, ante la posibilidad de que Susana Díaz se presentara la primera a la investidura, finalmente han conseguido. Según lo anunciado por Teodoro García Egea (PP) y Javier Ortega Smith (Vox), el próximo martes continuarán desarrollando ese acuerdo.
De momento, las primeras medidas que reclama Vox están claras: una auditoría de los gastos de la Junta, la optimización de los recursos, el desmontaje de lo que ellos llaman administración paralela o el fomento de la inversión y el emprendimiento en Andalucía. Son puntos que van en sintonía de lo prometido entre PP y Cs, algo con lo que fácilmente pueden convivir los de Rivera.
Mientras, el presidente nacional del Partido Popular, Pablo Casado, ha ido haciendo guiños a Vox en sus últimos mensajes. Primero fue el giro hacia el conservadurismo, más tarde la inmigración y, ahora, la violencia de género. Si bien los populares afirman no permitir “ni un paso atrás” en esta materia ni admitir “lecciones de nadie”, en las últimas horas han comenzado a comprar el discurso de la extrema derecha: intercambiar, indistintamente, violencia de género y violencia doméstica; proponer ayudas a los “hombres, niños y ancianos” que sufren malos tratos.
Si tocan la violencia de género, Cs dirá adiós
Los ha cifrado en el 25% de las víctimas de la violencia en el ámbito familiar. Eso sí, sin restar “ni un sólo euro” de las partidas dirigidas a mujeres. Y lo ha hecho siempre dentro de su ruego de que “no se instrumentalice esta lacra”.
Ese fue uno de los grandes puntos del acuerdo del partido conservador con Ciudadanos en Andalucía. Tanto Rivera como otros líderes de la formación ha manifestado su rechazo absoluto a derogar la legislación, como exigía Abascal. Así que el PP adscribe cualquier cesión que pueda hacer a las “negociaciones normales ante una investidura”.
Esta bilateralidad de la mesa que cerrará los flecos del acuerdo puede hacer peligrar el gobierno coaligado para Andalucía. Porque Ciudadanos sólo admitirá medidas particulares que no sean contradictorias con los ya firmados. A lo que quiera llegar el PP con Vox, siempre y cuando no lo ejecuten sus pactados consejeros y de lo que se haga responsable Juanma Moreno y el propio PP, tendrá luz verde. Si no, será otro abrazo roto.