A principios de 2013, con el nacionalismo catalán pidiendo diálogo a Mariano Rajoy mientras daba al mismo tiempo sus primeros pasos hacia un referéndum de independencia unilateral, pocos en Convergència dudaban de que Oriol Pujol Ferrusola sería el sucesor designado para tomar las riendas de CDC cuando Artur Mas diera un paso al lado y abandonara la primera línea de mando del partido. Y eso a pesar de las acusaciones de corrupción, por aquel entonces todavía por probar, que pesaban sobre el quinto hijo del patriarca Jordi Pujol i Soley.
Con las encuestas en contra de Convergència y apuntando hacia un sorpaso de ERC, las opciones en 2013 de Oriol Pujol, secretario general del partido y presidente del grupo parlamentario, ni siquiera cotizaban en las casas de apuestas. Así de indudable era su condición de delfín convergente, que le llevaron incluso a ser conocido en CDC como "el Príncipe" y también como "el hijo del amo".
Y es que Convergència nunca había sido un partido al uso, sino una empresa familiar en la que el poder se había cedido temporalmente a un CEO ajeno a los Pujol, Artur Mas, mientras el hereu se fogueaba en la política y adquiría la experiencia y los contactos que luego le harían falta para retomar el trabajo del padre allí donde éste lo había dejado en 2001.
Pero entonces, en el mes de julio de 2014, las acusaciones de corrupción contra el clan Pujol se convirtieron en insoportables y el plan de la familia se fue por el desagüe. No fue el único plan que debió ser corregido. La imputación de Oriol Pujol por un delito de tráfico de influencias en el llamado caso ITV obligó también a replantear por completo la estrategia de Convergència.
Oriol Pujol había ido renunciando durante los últimos meses y de forma progresiva a sus cargos en el partido y a medida que las revelaciones sobre el caso caían sobre él como una gota malaya. Lo hizo siempre con la excusa de "no obstaculizar" el curso del procés secesionista nacido en 2012. El último cargo en caer, tras el de secretario general de CDC y el de presidente del grupo parlamentario de CiU, fue el de diputado, ese mismo mes de julio de 2014.
El golpe, sin embargo, fue incluso más duro entre los simpatizantes convergentes de lo que lo fue en la propia Convergència. Porque con la caída en desgracia definitiva de Oriol Pujol se resquebrajó uno de los principales mitos del nacionalismo catalán. El de la intrínseca superioridad moral, política y cultural del catalanismo, pero sobre todo del pujolismo, con respecto a esa supuesta genética corrupta y sociológicamente franquista de las instituciones y los partidos políticos españoles. Al descubierto queda el pecado original del nacionalismo catalán.
Cuando Jordi Pujol reconoció públicamente, sólo unos días después, el 25 de julio de 2014, haber ocultado a la Hacienda española durante treinta y cuatro años "un dinero ubicado en el extranjero" teóricamente procedente de la herencia paterna, el mito se quebró por completo. A partir de ese momento, al nacionalismo ya sólo le quedaba la huida hacia delante. Es decir el procés y ese incesante cambio de siglas de Convergència (PDeCAT, JxCAT, la Crida) que no tiene, a día de hoy, visos de detenerse.
Casi una tradición familiar
Este jueves, a las 16:00 horas, Oriol Pujol entró por su propio pie en la prisión de Can Brians 2, en Sant Esteban de Sasrovires, a menos de cuarenta kilómetros de Barcelona. Lo hizo para cumplir la condena de dos años y medio de prisión que le fue impuesta por el cobro de comisiones ilegales en el caso ITV.
Oriol no es el primer hijo de la familia que ingresa en prisión. Ese honor le corresponde su hermano mayor, Jordi Pujol Ferrusola, encarcelado, aunque como medida cautelar, por el caso que investiga la procedencia de la fortuna que la familia mantiene en el extranjero. Sí es Oriol el primero en cumplir condena tras una sentencia firme.
Oriol Pujol es el único miembro de la familia, aparte de su padre, que se dedicó a la política. Su condena de dos años y medio de cárcel se produjo tras un pacto con la Fiscalía. En ese pacto, Oriol Pujol reconoció los delitos de cohecho, falsedad documental y tráfico de influencias por el cobro de comisiones ilegales procedentes de empresarios que habrían obtenido a cambio de ellas diversas concesiones en el sector de las ITV.
Pero esos dos años y medio de prisión, que muy posiblemente se convertirán en bastantes menos tras la concesión a Oriol del segundo y tercer grado, no liquidan todas sus responsabilidades con la Justicia. Porque sobre el quinto hijo de los Pujol Ferrusola pende también una investigación, a cargo del juez de la Audiencia Nacional José de la Mata, por su supuesta participación en la ocultación de la fortuna familiar en Andorra. Junto a él también están investigados el resto de sus seis hermanos, así como sus padres, aunque el protagonismo de esta segunda trama se centra en el primogénito Jordi Pujol Ferrusola.
El nacionalismo no hizo ninguna declaración acerca de la entrada en prisión de Oriol Pujol, como si no fuera con él. Nadie se manifestó, ni ocupó ninguna estación de tren, ni llamó a la rebelión contra el Estado como sí lo hizo el día anterior por la detención, durante unas pocas horas, de dieciséis radicales independentistas, entre ellos dos alcaldes de la CUP y un sobrino del presidente de la Generalidad, Quim Torra. Es la prueba de que el apellido Pujol es ya poco más que un activo tóxico en la Cataluña de 2019. Todo ha cambiado en Cataluña, en fin, para que todo siga igual.