El expresidente del Gobierno Mariano Rajoy ha pedido durante la convención popular que el partido que combata el “sectarismo” y “los doctrinarios”, pero que “aguante, sin tenerle miedo a las críticas”. En una entrevista dirigida por Ana Pastor, la presidenta del Congreso, de apenas cinco preguntas, Rajoy ha indicado que “el secreto” del éxito del partido son las horas de trabajo. “En el PP se ha trabajado muchísimo en los días de diario, en los fines de semana y en los festivos. Como en cualquier faceta de la vida, conviene trabajar. Debemos meterle unas horas como hemos hecho estos años”.
Mariano Rajoy ha hecho gala una vez más de su mítica retranca y su humor, que siempre ha impregnado sus posiciones políticas. “A estas alturas de mi vida, de tertuliano no voy a acabar”, ha aducido, con una sonrisa pilla. Sin mencionar a Vox, pero con su fantasma asomando durante toda la intervención, el expresidente ha dejado claro que el PP “tiene los principios muy claros” y que “conviene no desconocer la realidad. La realidad malentendida siempre acaba pasando su venganza”.
“Conviene tener claro lo que defendemos: la unidad de España, la Constitución y la libertad de empresa”, ha puntualizado el expresidente del Gobierno. “El PP es una organización muy potente, probablemente la más de España. No tiene por qué asustarse de nada, sino mantener sus posiciones y defenderlas. Argumentar y razonar”.
Las autonomías, una de los hitos de España
Rajoy también ha pasado lista a los retos a los que, en su opinión, ha de enfrentarse España: el proceso europeo, el crecimiento económico y el empleo, el Estado del bienestar y la demografía. También ha hecho una defensa de la configuración autonómica del territorio, uno de las grandes “mejoras” del país en los últimos 40 años. Para ello, “es muy importante tener representación en toda España: no somos un partido de advenedizos”.
Serio la mayor parte del tiempo, desde que llegó a la convención hasta que abandonó el escenario principal, Mariano Rajoy asistía al último homenaje que su formación pretendía hacerle antes de volver a abrazar el conservadurismo y liberalismo que él neutralizó mientras estuvo a cargo del PP. Es algo que quedó patente desde el momento en el que el expresidente gallego entró al recinto cuando apenas faltaban unos minutos para el arranque previsto de la convención. No quería hacer ningún comentario, ni siquiera cuando se acercó el actual presidente del partido, Pablo Casado, a posar juntos ante la prensa.
El Plenario, en cambio, se puso en pie para reconocer, brevemente, su legado. Fue una ovación cerrada, pero Rajoy no la aceptó hasta que fue abrumadora. Primero un tímido pulgar hacia arriba; después, saludó, en pie, a todos los asistentes. Era el preludio de lo que estaba por venir: una jornada en la que su gestión fue la protagonista, sí, pero para enterrarla para siempre.