Apenas dos meses después de las elecciones andaluzas que lo han catapultado, y pese a contar ya con 30.000 afiliados en toda España, Vox mantiene una estructura liliputiense, a años luz de las de sus competidores. Vox tiene en nómina a 19 personas, una cifra ridícula comparada con la de los grandes partidos.
Según confirman fuentes oficiales de la formación, de esas 19 nóminas, 17 están entre los 1.000 y los 1.750 euros mensuales. Del comité de Dirección -que engrosan doce personas- tan sólo cobran el presidente, Santiago Abascal, y el secretario general, Javier Ortega Smith. ¿Cuánto? "Eso lo haremos público en febrero, cuando los afiliados aprueben las cuentas", se limita a contestar la organización.
Desde un punto de vista funcional, la estructura de Vox es la siguiente. Un departamento de Comunicación con cuatro integrantes: dos para la imagen y el vídeo; uno para coordinar las provincias; y otro para la relación con los medios y la redacción de notas de prensa. Dos personas encargadas de la Administración: atención al público en la sede y también a través del teléfono o el correo electrónico. Dos responsables de afiliación: gestión de las altas, información a los interesados, resolución de dudas... Dos encargados de la Organización: gestión interna, actos, eventos, mesas informativas, coordinación regional y provincial... Y, por último, un abogado que participa en el juicio al procés -Vox forma parte de la acusación-, y confecciona todas las acciones legales referidas al partido.
La mayoría de ellos son mileuristas. Un portavoz autorizado de la formación apunta que el trabajo previo al crecimiento del partido y la preparación de las elecciones andaluzas fue posible gracias a muchos voluntarios que colaboran por "convicción ideológica" y sin remuneración.
El éxito en Andalucía
Pero es que hasta que Vox dio la campanada en Andalucía, la oficina nacional -una vivienda en el barrio Salamanca de Madrid- contaba sólo con seis trabajadores. Tras dispararse el número de afiliados, el partido se vio empujado a contratar a once personas más y a alquilar una sede más grande. Aún así, su estructura es sorprendentemente diminuta para el que ya es el quinto partido de España.
El pago de los doce diputados andaluces, como marca la ley, corre a cuenta del erario público. Los Parlamentos regionales asignan una cantidad monetaria a cada partido en función de sus escaños. Con ese dinero se contratan los asesores y los responsables de prensa. Un paso que Vox está a punto de afrontar.
La puesta en marcha de Vox fue posible gracias a las jugosas donaciones del exilio iraní, un grueso de ellas vinculadas al Consejo Nacional de Resistencia (CNRI). Estas partidas fueron un apoyo directo a Alejo Vidal-Quadras, por aquel entonces candidato al Parlamento Europeo. El CNRI es considerado "terrorista" por el Gobierno de Irán y también lo calificó así Estados Unidos -en concreto a su "brazo armado", el MJ- hasta 2012.
"Me apoyaron a mí en concreto por el apoyo político que les venía prestando", confirma Vidal-Quadras a EL ESPAÑOL. Con aquel dinero se sufragó el inicio de la formación y la campaña electoral. "De aquello no queda nada. No hay remanente posible. Además, todo se hizo conforme a la legalidad", zanja el político catalán.
El partido asegura que, actualmente, todos los sueldos se pagan gracias a esas cuotas y a donaciones particulares, "ninguna de ellas iraní" -especifica un portavoz-. Tanto Vidal-Quadras como Vox -ya no hay vínculo entre ellos- insisten en que la financiación del exilio iraní se circunscribió a un "apoyo personal".