Con las fiestas de Navidad desapareció del foco mediático. Y muy a su pesar está teniendo que hacerse cargo de la situación, a pesar de que dejó Podemos en las mejores manos: las de su portavoz parlamentaria y persona de confianza, Irene Montero -a la sazón, su pareja-; y las del secretario de Organización, Pablo Echenique -recién ascendido también a secretario de Acción de Gobierno-. Aunque permanezca de baja por paternidad, Pablo Iglesias participará en la reunión del Consejo Ciudadano Estatal (CCE) convocado por la formación morada para este miércoles con el objetivo de conjurar la crisis del partido.
Fuentes oficiales de Podemos se niegan a confirmarlo o desmentirlo: "No queremos que se siga hablando de nosotros". Y por nosotros debe entenderse los asuntos internos e incluso personales derivados de la espantada de Íñigo Errejón, la posterior dimisión de Ramón Espinar y la "declaración de Toledo" en la que 10 líderes autonómicos de Podemos pidieron el viernes pasado negociar con el nuevo socio de Manuela Carmena.
Pero entre pasillos se da por sentado que Iglesias entiende su participación como necesaria. Si el jueves 17 de enero el secretario general admitió que se veía obligado a "interrumpir" su baja cuando supo cinco minutos antes de que se publicara que Errejón abandonaba las siglas para irse con Carmena a Más Madrid, ahora con más razón él no puede faltar.
En Podemos es el secreto mejor guardado estos días el modo en el que Iglesias participará de la reunión del máximo órgano decisorio entre congresos. No tendría sentido que el líder no esté presente, sea en persona, por "videoconferencia" o con un manos libres sobre la mesa, bromean desde el partido. El caso es que el secretario general deberá obviar por unas horas su baja paternal para conjurar el peligro de que la formación siga en esta vorágine.
Atajar la crisis
Porque el CCE reúne a la dirección nacional con todas las direcciones autonómicas "y ése es el órgano adecuado para tomar una decisión", apuntan las fuentes oficiales consultadas, "ante este desafío". Y es que ésa es la palabra más gruesa con la que se quiere calificar lo que otros han llamado "rebelión de los barones".
El pasado viernes, Espinar hizo caso a sus impulsos y decidió dejar todos sus cargos: senador, diputado autonómico y secretario general en la Comunidad de Madrid. Y todo por defender lo mismo que se debatía 72 kilómetros más al sur en Toledo, donde 10 secretarios autonómicos firmaban una declaración en la que reclamaban diálogo con Errejón: "Es la hora de cooperar y no de competir".
Estos movimientos hicieron saltar las alarmas en la dirección nacional, que de inmediato convocó el CCE para el sábado 2 de febrero para, un día después, adelantarlo a este miércoles 30 de enero "con el objetivo que parar esto ya", confirma un portavoz oficial de Podemos.
"Lo de Toledo no fue una rebelión, pero resolver este problema sí es un desafío", apuntan las fuentes citadas. Este lunes por la mañana, ya se empezó a "preparar" el ambiente para el CCE. Irene Montero sostenía lo contrario que ella y Echenique habían defendido hasta unos días antes, pasando del "no tenemos nada que negociar con Íñigo" al "hablaremos con todos, incluso con su partido".
Y es que la discrepancia política clave estaba en los hechos consumados de Errejón: se permitió dar el salto a presentarse por Más Madrid porque se creyó imprescindible, y la dirección de Podemos no quiere claudicar a eso. Pero los líderes territoriales temen que si Unidos Podemos presenta una candidatura que lo enfrente, toda la campaña vaya a girar en torno a la bronca, que sería inevitable, "y eso los perjudicaría", explican desde la dirección.
Los secretarios autonómicos quieren dos cosas: una, que no les pase como a Espinar, que el candidato se les escape y monte una plataforma externa a Podemos; y dos, "que en mayo vaya bien". Para eso, ninguno apoya lo hecho por Errejón -con lo que contentan a Iglesias-, pero piden que se negocie -para parar un ruido ya inevitable-. Iglesias ya parece haberlo entendido. Y este miércoles quiere cerrar la crisis.