El reloj sigue diciendo 'tic-tac' mientras cría polvo en alguna esquina de la sede de la calle Princesa. Cayó Rajoy, como pronosticaba el por entonces tío de la coleta en aquel mitin de 2015. Se le acabó el tiempo tras la sentencia de la Gürtel, pero Podemos no ha "tomado el cielo por asalto".
Lejos de eso, en su momento de mayor influencia en el poder -socio preferente del Gobierno de un debilísimo PSOE- al partido morado se le revientan las costuras entre "traiciones", reuniones de urgencia, dimisiones y rendiciones ante la realidad.
Este miércoles, Podemos se juega en parte su supervivencia, aunque suene exagerado. El secretario general interrumpirá por unas horas su baja de paternidad, que ejerce personal y políticamente, para certificar desde arriba lo que le han construido desde abajo.
En menos de dos semanas, la fisonomía de su poder en el "espacio del cambio", ése que está "a la izquierda del PSOE" se ha dado la vuelta como un calcetín. Y lo venda como lo venda, el fondo del asunto será una claudicación ante los hechos consumados de la espantada de Íñigo Errejón el jueves 17 de enero y la "Declaración de Toledo" de sus barones territoriales el viernes 25.
La dirección de la formación, en manos de Irene Montero y Pablo Echenique en bicefalia paritaria, reaccionó con virulencia al anuncio de que el ex número dos del partido se aprovechaba de su condición de mejor cartel para forzar a todos a hacer las cosas a su manera. Y es que, es cierto, Podemos no era el actor llamado a tener el peso principal en las alianzas para tomar Madrid -ciudad y Comunidad-, pero sí que era el personaje sobre el que pivotaban todas las estrategias.
Manuela Carmena comenzó a derrotar a Iglesias y a Alberto Garzón en el último tramo de esta legislatura municipal. Pero desde el poder, y tratando Podemos e IU de capitalizar su éxito como icono de los "Ayuntamientos del cambio", a ver quién la rechistaba. Errejón se subió a ese carro para sumar ambas fortalezas a su giro estético socialdemócrata. Y los de Iglesias entendieron el movimiento, además de como una "traición" como la gota que colmaba el vaso de un problema generalizado.
Retroceso territorial
Podemos es un partido de implantación nacional, el tercero en el Congreso de los diputados, pero de una debilidad creciente territorio por territorio. Sujeta con mayor o menor tino las broncas internas en Navarra, Murcia, Cantabria -"muchas de ellas son personalistas, nada más, pero hacen daño", reconocen fuentes de la dirección-.
Y entregada Cataluña a los Comunes de Ada Colau; independizada Andalucía bajo los dominios de Teresa Rodríguez; desaparecido en Galicia bajo las Mareas; segundón en la Comunidad Valenciana detrás de Compromís; y casi irrelevante electoralmente en Extremadura y las dos Castillas... la única estrategia posible ha pasado por la "unidad de acción" con IU e incluso la de subsumirse en marcas ajenas.
En ese escenario, el escaparate de Madrid se convierte en todavía más clave de lo que lo es habitualmente para cualquier partido. Después de la apuesta de Errejón, reclamando para sí el legado del 15-M y de las esencias del partido -"con este movimiento sólo he hecho lo que Podemos me enseñó, ensanchar, abrir, ilusionar", dijo el día de su entrega del acta de diputado- el tirón indudable de Iglesias ya no basta.
Reconocía este martes Alberto Garzón en Los Desayunos de TVE que la izquierda suele tener un problema con "las divisiones" por "cuestiones personalistas", y afeaba la conducta de Errejón, "que no suma, sino divide". Quería acompañar así a Iglesias en el plan de mantener el trasunto de Unidos Podemos vivo, y como eje de las alianzas.
Pero lo hacía más o menos a la misma hora en la que su dirección territorial se estaba saltando las instrucciones: "Es nuestra estrategia, hemos hablado con Podemos, con Anticapitalistas, con Equo, y ahora acabamos la ronda con la plataforma de Errejón", explicaban fuentes de IU Madrid. Del encuentro salían ambas partes encantadas de la "sintonía" alcanzada. Seguirán negociando "esta misma semana". Y lo que hagan los demás, "lo que quiera hacer Podemos es cosa suya".
De ahí que el Consejo Ciudadano Estatal no pudiera esperar a celebrarse hasta la fecha inicialmente prevista, el sábado. Tic-tac. Iglesias claudicó ya este fin de semana, atendió el reclamo de sus secretarios autonómicos y admitió que tendrá que negociar con su ex amigo. Por eso el lunes Irene Montero rectificaba todo lo dicho contra el "traidor" Errejón hasta el día anterior. Por eso y porque los barones temen las encuestas acaben teniendo razón. O peor, que el ruido de sables termine de espantar a los votantes en mayo.