El "espacio del cambio" cambia cada día. Lo que iba a ser una "confluencia" de Podemos, IU y Equo, con aportaciones programáticas de asociaciones sociales, y bajo el liderazgo de Íñigo Errejón, saltó por los aires el pasado 17 de enero, con la espantada del ex número dos del partido morado. Y desde entonces, mientras Podemos se lame las heridas y trata de recomponerse, Izquierda Unida de Madrid ha intentado liderar las convocatorias de reunión. Este lunes, envalentonados con ese papel, convocaron a Más Madrid, la plataforma de Manuela Carmena y Errejón, cuyos representantes salieron preocupados por el nuevo escollo.
Izquierda Unida exige ahora rechazar la "especulativa" Operación Chamartín -ahora llamada Madrid nuevo norte- para llegar a un acuerdo, un proyecto que ya le costó la mitad de su equipo de trabajo a la alcaldesa en la legislatura que ahora termina, justo después de que estuviese a punto de hundirse una actuación que promete aumentar la extensión urbana de la capital en 3,3 millones de metros cuadrados, la cuarta parte de una capital como Jaén.
Lo plantea como una condición sine qua non para apoyar cualquier proyecto. Y así lo dijo su portavoz Álvaro Aguilera: "Bajo ningún concepto vamos a ir a ninguna candidatura que no exija la paralización inmediata de la Operación Chamartín".
En Podemos son menos taxativos, pero reclaman "al menos, una auditoría". Así lo pidió Noelia Vera, portavoz del Consejo de Coordinación estatal del partido morado. Y es que, como todo lo que tenga que ver con los problemas de Madrid, la dirección desvía el tiro a la gestora que rige en la Comunidad. Desde la dimisión de Ramón Espinar, uno de las réplicas del terremoto Errejón, los portavoces oficiales del partido a nivel nacional tratan de desviar el foco para "calmar las aguas, lamer las heridas, tener tiempo para recompenernos...", según fuentes internas.
Eso sí, el equipo técnico recuerda que éste es "uno de los temas que se discuten en las reuniones programáticas que mantenemos desde hace meses con las asociaciones, con IU y con Equo" para componer el proyecto y la candidatura. Y si ha habido "especulación" se añadirá a las cartas que se jueguen en la mesa de negociación con Más Madrid. "Pero todo eso llegará cuando ya hayamos terminado nuestro proceso", explica a este periódico una de las integrantes de esa gestora.
Un proyecto de 25 años
El caso es que el entorno de Errejón no comprende que aparezca ahora este asunto. "Nada ha cambiado desde que Carmena cerró el acuerdo hace unos meses". Y señalan que es un proyecto que implica a tres administraciones: la estatal, la autonómica y la municipal; que reúne un consorcio de empresas implicadas desde constructoras, financieras y logísticas; y que "ha tardado 25 años en culminar".
Fuentes de IU exigen que toda la vivienda que se construya -10.500 pisos- sea de promoción pública y en alquiler. El actual proyecto sólo prevé que el 25% sean viviendas de protección. Y que la promoción e iniciativa sean de titularidad pública.
Esto significaría revisar todos los pliegos y contratos, rehacer las licencias y, de hecho, reiniciar todo el proyecto -que ya tiene 25 años de retraso desde que se planteó por el Ministerio de Obras Públicas del Gobierno de Felipe González en 1993-. Es decir, expulsar a las empresas que han invertido en la iniciativa, esencialmente el BBVA y la Constructora San José, participantes junto a Adif en la sociedad mercantil DUCH (Desarrollos Urbanísticos de Chamartín).
Diferentes versiones
Tanto IU como Más Madrid aseguraron salir contentos de la reunión, oficialmente. Y que seguirán viéndose para profundizar en su "sintonía". Pero preguntados por este escollo, cada uno dice una cosa distinta. Desde Izquierda Unida alegan que en el encuentro, los de Más Madrid prometieron entregar una contrapropuesta. El equipo de Errejón replica que a lo que se han comprometido es a "escuchar" sugerencias, pero que la Operación Chamartín se queda como está.
El proyecto supuso hace ya un cuarto de siglo el inicio de la reversión a sus viejos propietarios de los terrenos que se habían expropiado a partir de 1944 para construir la estación de ferrocarril de Chamartín.
Paralelamente, Renfe primero y después Adif -cuando se desgajó la división de infraestructuras de la empresa pública- vendieron los derechos a las promotoras por un precio más bajo que el de mercado, pero pagadero a 20 años y compensado con un 3% de recargo anual por intereses. Esto cumplía un doble objetivo: abaratar costes financieros y agilizar los trabajos, ya retrasados en décadas.
Fuentes oficiales de Izquierda Unida admiten que su posición es, en realidad, ideológica. El documento que llevaron al encuentro con el equipo de Errejón reservaba tres de sus seis páginas a explicar su rechazo al "especulativo" proyecto. Pero un portavoz oficial admite que el meollo está en "el eterno desequilibrio norte-sur".
IU quiere un compromiso de Carmena y de Errejón y, alegando que "toda la inversión siempre va a hacia el norte", van a vender ellos caro su apoyo. Sobre todo, porque quieren jugar la carta de irse con Podemos y dejar a Carmena y Errejón solos ante los votantes de izquierda. Y defendiendo una "operación poco transparente" y que favorece "a los intereses especulativos de una élite económica y financiera".