Con una enmienda a la totalidad ya presentada -la de ERC- y otra anunciada -la del PDeCAT-, el Gobierno miró a Podemos... y vio que su socio preferente estaba también en el no a los Presupuestos. El miércoles por la mañana, Pedro Sánchez recibió a Pablo Iglesias en Moncloa.
Saltándose su baja de paternidad, el líder de Podemos acudió a la llamada y le recordó al presidente que fue allí mismo donde el 11 de octubre firmaron un acuerdo. Y que el proyecto de Presupuestos lo incumple en varios puntos, así que por el momento ni siquiera el grupo de Unidos Podemos se los votaría.
"Mientras se mantengan los incumplimientos, nuestro voto no puede ser positivo", dijo Irene Montero el martes en los pasillos del Congreso. "Si no se da poder a los Ayuntamientos para controlar los precios del alquiler de viviendas, si no se mete mano a las eléctricas para rebajar la tarifa de la luz, no podemos votar estos Presupuestos".
Fuentes de Podemos confirman que en la reunión de Moncloa, Iglesias le reclamó al presidente "gestos" respecto a esos incumplimientos. Ya en su momento, la ministra María Jesús Montero había garantizado al equipo negociador de Podemos que lo que no estuviera en el borrador estaría en el proyecto; y que lo que no estuviera en el proyecto se introduciría en la fase de enmiendas parciales. Y, aunque para eso hay que superar las enmiendas a la totalidad, Podemos no terminaba de fiarse. "Ya reclamamos en su momento mesas de seguimiento del acuerdo", y hace meses que éstas no se reúnen.
Efecto del aviso
Así que el secretario general de Podemos demostró la importancia que su partido le da a las cuentas públicas interrumpiendo el permiso para el cuidado de sus mellizos para acudir a Moncloa y presionar a un Sánchez en sus momentos más bajos.
El presidente del Gobierno, que ve tambalearse los apoyos que le mantienen en la Moncloa, pretende reconstruir las alianzas de la moción a Rajoy empezando por Iglesias, y convencido de que éste puede intermediar con los nacionalistas catalanes para sellar un nuevo acuerdo. De hecho, quiere que ejerza de relator en la sombra para mantener vivo el diálogo, como ya hizo cuando fue a visitar a Oriol Junqueras en la cárcel.
El encuentro del miércoles entre Sánchez e Iglesias ya ha empezado a dar sus frutos. Este mismo viernes, a primera hora y de manera inopinada, una nota de prensa advertía de que Unidos Podemos presentaba de la mano del PSOE una proposición de ley para eliminar el voto rogado. Y que un asunto como éste, que Podemos venía reclamando desde la llegada del PSOE al Gobierno, se decide registrar y tramitar por la vía de urgencia para que llegue a tiempo de las elecciones de mayo.
A las 10.20 se emitía el comunicado; a las 11.30 se personaban con el texto Irene Montero y el socialista Rafael Simancas para que fuera sellado en el Congreso; y a las 11.40 el secretario general del grupo parlamentario morado, Txema Guijarro, celebraba su éxito: "Por fin el PSOE ha dado este paso".
La oportunidad de esta medida
La presentación conjunta de esta iniciativa y su celeridad indican que estamos ante el primero de los "gestos" que reclamaba la dirección de Podemos y que Iglesias le transmitió a Sánchez en Moncloa. Según fuentes del partido, la cita versó esencialmente sobre la negociación de las cuentas públicas.
Pero siendo ésta la primera ocasión desde finales de diciembre en la que el secretario general rompe su baja -lo hizo por carta cuando la espantada de Errejón y por teléfono en el último Consejo Ciudadano-, los portavoces oficiales no responden cuando se les pregunta si se trataron otros temas, como el desafío separatista y el apoyo explícito de Podemos a la figura del "relator".
En todo caso, la iniciativa de acabar con el voto rogado beneficia a ambas partes. Al PSOE porque mantiene cerca a su único socio más o menos fiable. Y a Podemos porque logra avanzar en sus exigencias con un proyecto fácilmente asumible por otras formaciones. De hecho, Montero instó a Ciudadanos a que "mantenga su compromiso de eliminar el voto rogado y que los españoles en el extranjero puedan participar de reforma efectiva en las próximas elecciones".
No cambiarán el centro de la batalla política, pero Iglesias demuestra su influencia y Sánchez su capacidad de reacción. O de resistencia.