Carles Puigdemont vuelve a Berlín en busca de atención mediática internacional. Si el lunes ocupaba el escenario en uno de los actos del festival de cine de la Berlinale, este martes comparecía ante la prensa en una pequeña sala de la delegación de la Generalitat en Alemania, la “embajada” catalana. Ésta reabrió el pasado mes de septiembre tras casi un año cerrada por la aplicación del artículo 155.
El Puigdemont que en sus días de libertad provisional en Alemania tuvo que mudarse a Hamburgo y dejar la capital alemana en parte “por motivos de seguridad” reivindicaba protagonismo este martes al tiempo que volvía a la carga contra el sistema judicial español. Lo hacía el mismo día que comenzaba en el Tribunal Supremo en Madrid el juicio contra los otros responsables del procés.
“Hoy comienza el juicio que España había tenido la oportunidad de evitar. Entremos en una nueva fase en la que el sistema judicial español pasará un test, y como la justicia es elemento fundamental para un estado de derecho, también será un test de estrés para la democracia española”, decía Puigdemont en compañía de su abogado, Gonzalo Boyé.
El expresident daba a entender que la democracia española sólo pasaría esa prueba si decide a favor de los doce independentistas acusados. “La única salida justa es la absolución”, deseó Puigdemont, quien también tenía palabras para aquellos que estuvieron bajo sus órdenes en el procès y aquellos catalanes que participaron en el referéndum ilegal del 1-0. “Sean fuertes y confíen, miren la actitud de nuestros líderes, son hombres valientes que están defendiendo nuestro futuro, están dando ejemplo”, afirmaba Puigdemont, aludiendo a Oriol Junqueras y compañía. Unas palabras de apoyo que suenan a burla viniendo de un político que eludió su responsabilidad ante la Justicia.
Argumentaba el expresident a favor de sí mismo y de los sentados en el banquillo de los acusados en Madrid sirviéndose de las decisiones de las justicia de la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein, que lo dejó en libertad provisional tras doce días de cárcel el pasado mes de abril. En ese tribunal alemán no vieron motivos para ejecutar la euroorden que pesaba sobre Puigdemont en base al delito de rebelión, equiparable en la justicia germana con el de “alta traición”.
“Que yo sea un hombre libre que puede circular por todo el mundo menos por España y que quedé en libertad por un tribunal alemán muestra que hay un doble vara de medir, y ésta es una situación que voy a seguir denunciando”, señalaba Puigdemont.
Lucha por el relato
Puigdemont se esforzaba de nuevo en Berlín en presentar el relato independentista del procès. “Estoy luchando por la independencia de Cataluña, por la democracia. Mi deber es seguir defendiendo todo lo que hicimos siguiendo nuestro Parlamento y las decisiones de nuestros ciudadanos. Hay una clara mayoría que pide una votación para decidir nuestro futuro”, reivindicaba Puigdemont, que se expresó en catalán, español, alemán e inglés.
El prófugo de la justicia sigue gozando de cierta popularidad en parte del panorama mediático berlinés. A finales del pasado mes de octubre, el diario generalista de la capital Der Tagesspiegel incluía a Puigdemont en una larga lista de personalidades “opositores exiliados” entre las que figuraban, por ejemplo, el periodista turco Can Dündar, un prominente crítico del presidente Recepp Tayip Erdogan o el artista chino Ai Weiwei. Con éste último se dejaba ver precisamente Puigdemont el lunes en el acto que protagonizaba a cuenta de la fundación Cinema for Peace.
Políticamente marginado
Por mucho que Puigdemont se multiplicara en mediáticos actos en Berlín – por lo visto el martes también tenía previsto visitar el Reichtag, sede del Bundestag –, el ex-president sigue estando marginado políticamente en Alemania. Así lo ven expertos como Josef Janning, director de la Oficina en Berlín del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).
“Puigdemont ha estado políticamente marginado. Cataluña goza de la simpatía de los alemanes, pero el movimiento independentista no. Cataluña gusta, por ejemplo, por cosas como Barcelona, que es una ciudad que les encanta a los alemanes. Pero en el ámbito político, aquí no hay socios naturales para Puigdemont”, dice Janning a EL ESPAÑOL.
No se cansaba en Berlín el expresident huido de hablar de los pilares de Europa y del proyecto de integración continental, pero sabe que no hay personalidades europeas de primera línea que le escuchen. Y eso que en su enésima gira por Europa, Puigdemont se también dejará ver por Luxemburgo, Holanda y Noruega.
“Yo voy recorriendo Europa, explicando en foros donde mi invitan lo que es mi opinión. Desde el principio de mi estancia en el exilio, llevo ya casi nueve o diez desplazamientos por Europa, voy contactando a veces con políticos y otras en parlamentos, pero, sobre todo, con universidades, y estoy conectando con una Europa que sí que está empezando a escuchar”, afirmaba Puigdemont.
Al menos en Berlín, los analistas contactados por este periódico no le dan la razón. En Alemania, pese a tratar de exprimir el tiempo, su causa sigue sin ganar adeptos. “Políticamente, Puigdemont ha generado muy poco eco y se puede esperar que siga generando poco eco. Al menos en Alemania, donde siempre se ha mantenido mucha contención al respecto del problema catalán”, dice a EL ESPAÑOL Kai-Olaf Lang, experto del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas alemanas).
En Alemania, además, se percibe como una lástima que dependa de la causa catalana el futuro en el Gobierno de Pedro Sánchez. “Al presidente español se le ve en Alemania como alguien más activo en la escena europea que Mariano Rajoy y ahora en Berlín se mira con preocupación que Sánchez tenga en Cataluña son talón de Aquiles”, concluye Janning.