Antes de responder a Rivera, el escritor Sánchez se ha mofado de la "redacción gramatical" del líder de Ciudadanos, que había titulado así su pregunta al Gobierno: "¿Qué valoración hace de las nuevas circunstancias que concurren en la situación política de España?". Un dardo lanzado poco después de que Pablo Casado le recordara al presidente su confusión entre Fray Luis de León y San Juan de la Cruz. De ahí que Rivera, ojiplático, haya contestado: "El aplauso socialista a esta intervención me parece alucinante".
El rifirrafe entre Rivera y Sánchez ha tenido que ver -como sucede desde hace meses- más con lo personal que con lo político. El secretario general socialista ha recriminado al diputado catalán: "Huele a naftalina. Usted se ha quitado la chaqueta de liberal para ponerse la de la ultraderecha". Rivera, por su parte, ha resumido: "Me metí en política para que no haya presidentes como usted".
Dos aseveraciones que cristalizan en dos escenas conocidas esta misma semana. El veto de Ciudadanos a cualquier pacto con el PSOE tras las generales y la calificación de Rivera como enemigo público número uno en el "Manual de resistencia" de Sánchez. Nada queda del Pacto del Abrazo. Ni se miran por los pasillos de la Cámara.
En la penúltima sesión de control al Gobierno antes de las elecciones, Rivera ha querido sonrojar al presidente con dos preguntas muy concretas. "¿Volverá a negociar con Torra? ¿Indultará a los presos del separatismo si son condenados?". En un diálogo de sordos que ya es habitual, Sánchez no le ha contestado ni a una cosa ni a la otra.
"¿No le da vergüenza aceptar un documento que dice que España es franquista? ¿Cómo permite que se hable de diálogo entre dos partes cuando somos lo mismo?", ha insistido el líder liberal. "Los que han intentado romper la democracia tienen un chollo de presidente. Queremos justicia. Ni venganza ni impunidad. Nos vemos el 28 de abril", ha concluido un Rivera visiblemente cabreado.
En su turno de réplica, Sánchez ha afeado a Ciudadanos su "cordón sanitario contra el PSOE", "un partido que lleva sirviendo a España durante 140 años y que ha aprobado la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo y la ley contra la violencia de género". El presidente del Gobierno, tal y como ha hecho desde que convocó elecciones, no ha descartado ningún pacto. Mantiene la puerta abierta a su derecha, pero también a las formaciones independentistas.
En lo que ya parece una estrategia sellada, Sánchez ha tratado continuamente de empujar a Rivera del centro hacia Vox: "Nosotros hemos venido a liderar el cambio. Usted lidera el cambio de chaqueta permanente. ¿Qué concepto tiene de la democracia? No me está excluyendo a mí, sino a todos los votantes del PSOE".