"La Franja: mito o realidad". Ese fue el título de la mesa redonda organizada en Calaceit (Aragón) por la Associació Cultural del Matarranya el pasado 18 de noviembre. En ella participaron como ponentes, entre otros, la activista separatista Anna Arqué; la humorista Empar Moliner, conocida por quemar una Constitución en TV3; y el propio director de TV3, Vicent Sanchís. Josep Anton Chauvell, presidente por el PSOE de la comarca aragonesa de La Litera (Huesca) y alcalde de Alcampell, estaba invitado a la mesa e incluso anunciado en el cartel de promoción, aunque no participó finalmente en el acto por razones desconocidas. El evento fue promocionado en una página web del Gobierno de Aragón perteneciente a la Dirección General de Política Lingüística.
Entre el público, en el que abundaban los lazos amarillos, estaba el también socialista Rafael Martí, presidente de la comarca de Matarraña, una de las cuatro que forman el Aragón Oriental y que el nacionalismo catalán denomina "Franja de Poniente". Es decir, territorio supuestamente arrebatado a los llamados "Países Catalanes" e hipotéticamente perteneciente por legítimo derecho histórico a Cataluña.
La Associació Cultural del Matarranya, financiada por el Gobierno de Aragón presidido por el socialista Javier Lambán en coalición con el partido nacionalista Chunta Aragonesista, es una de las organizaciones más activas en defensa del nacionalismo catalán en las comarcas aragonesas orientales. El principal altavoz de la asociación es la revista Temps de Franja, editada por la asociación Iniciativa Cultural de la Franja y patrocinada por el Gobierno de Aragón, la Generalidad de Cataluña, la Diputación de Lérida, el Instituto de Estudios Altoaragoneses de la Diputación de Huesca y el Instituto de Estudios Ilerdenses.
El Gobierno de Aragón, que ha reconocido la financiación parcial de la revista por medio de su Departamento de Educación, defiende sin embargo que los contenidos han sido revisados y que no contienen "ninguna mención independentista". Algo fácilmente refutable con un simple vistazo a la publicación, donde se puede leer, por ejemplo, la afirmación de que "la Gran Cataluña, la nacionalidad catalana, no se reduce a la Cataluña estricta, sino que comprende también, como todo Dios sabe, Valencia, las Islas Baleares, el Rosellón, Andorra, el Alguer, y las tierras atribuidas injustamente a las provincias aragonesas". También la de que "si Cataluña no llega en poco tiempo a la soberanía, yo y muchos quedaremos decepcionados, pero sobre todo lo lamentaremos porque el futuro con España será inviable y mucho más negro y, en esta oscuridad, no dude, también se verán arrastradas nuestras comarcas".
El apoyo institucional del Gobierno aragonés a un acto cercano no ya a las ideas independentistas o nacionalistas, sino expansionistas, no es baladí y supone un espaldarazo a las tesis que defienden el relato de que las cuatro comarcas orientales aragonesas (Matarranya, Baix Cinca, Ribagorza y la Llitera) son territorios "desarticulados" y escindidos de su madre patria catalana que deberían ser anexionados de nuevo a Cataluña.
La catalanidad "primigenia" del Aragón oriental
La revista Temps de Franja, la única revista aragonesa que se edita íntegramente en catalán, se distribuye principalmente en las escuelas de la zona. Se alimenta casi en exclusiva de artículos de opinión y en ella no es raro leer textos en los que se defiende la "catalanidad primigenia, consustancial" de las comarcas orientales aragonesas, se niega el adoctrinamiento en las escuelas catalanas, se califica a Carme Forcadell de "virtuosa de la democracia" o se anima a los escolares a estudiar Filología Catalana "si vives preocupado por el mercado laboral".
En sus páginas no es raro tampoco ver publicidad pagada por la Generalidad de Cataluña o textos de apoyo a las asociaciones cercanas a la CUP y a Arran, las mismas que defienden la convocatoria de un referéndum en las comarcas aragonesas orientales para su anexión a Cataluña. Como revista destinada principalmente a las escuelas y el sector educativo, Temps de Franja cuenta también con su propia mascota: un niño llamado Banlam, al que dibujan en la revista como víctima de la propaganda constitucionalista.