Acabábamos de regresar de las vacaciones y se iba estrenando, de verdad, el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, apoyado por Podemos y los independentistas de ERC y PDeCAT. En los primeros días de septiembre, los exconvergentes Carles Campuzano, Jordi Xuclà y Ferran Bel habían logrado acordar con el grupo del PSOE una moción que abogaba por el diálogo político sin líneas rojas previas y dentro de la ley... pero tras ser publicado por todos los medios, una llamada desde Waterloo hundió las esperanzas de los más pragmáticos dentro del independentismo. Los "moderados" hubieron de retirar la moción, y nunca más se supo.
Carles Puigdemont no perdona, ni lo hará, que el grupo parlamentario diera la presidencia a Pedro Sánchez, cuando sus órdenes eran "mantener la tensión en todo lo alto" votando no a la moción de censura.
Un alto dirigente del partido confiesa a este periódico que "son maneras distintas, opuestas de enfocar el problema". Campuzano y los suyos creen que "hay que desinflamar" para "crear las condiciones objetivas que lleven al diálogo para una salida acordada" y los otros "consideran que ese escenario sólo se alcanzará con un escenario de máxima tensión".
Pero esa diferencia de pareceres no es sólo en palabras, sino que se lleva a los actos. Y desde su fuga en Bélgica, el expresident sigue estirando la cuerda: ha logrado que sus seguidores de la Crida avalen que Jordi Sànchez, encarcelado, procesado por rebelión y sedición y estos días sentado en el banquillo del Supremo, sea el cartel de Junts per Cat, la marca electoral que presentará el PDeCAT. También la marca la ha impuesto Puigdemont sobre la voluntad de David Bonvehí, presidente de lo que queda de aquella Convergència.
Una consulta telemática, lanzada este viernes, preguntaba: "¿Consideras oportuno que Jordi Sànchez encabece la candidatura de JxCat por la circunscripción de Barcelona en el Congreso?". El sí ha obtenido 7.932 votos (81%), mientras que el no ha obtenido 1.725 sufragios (18%), y 94 personas han votado en blanco (1%).
Las fuentes citadas describen la situación como un "enfrentamiento directo" entre las dos almas del PDeCAT. "Algunos creemos que lo primero es dialogar, y que la solución que salga de ahí se deberá votar", pero otros "simplemente quieren forzar" al Estado a claudicar.
Este dirigente, que prefiere permanecer en el anonimato cree que "si rebajamos la tensión, podremos hablar, y del diálogo incluso podría salir como resultado un nuevo Estatuto". Porque "ya la Constitución dijo que los Estatutos catalán, vasco, gallego y andaluz se aprobaran por referéndum autonómico, ¿eso no es una puerta abierta en la cuestión de soberanía?".
Así, añaden que, "aunque es evidente que habrá que votar en Cataluña esa solución", otro de los aspectos que echan en falta es "una propuesta concreta desde el lado del Estado".
Respuesta al cartel de Junqueras con ERC
La propuesta de poner al exlíder de la ANC, Jordi Sànchez, como banderín de enganche, responde a lo que hará ERC, con Oriol Junqueras. Ambas formaciones redoblan sus apuestas y, de paso, Puigdemont aprovecha para servir frío su plato de las venganzas.
Esta semana, el que ha sido portavoz del PDeCAT en el Congreso hasta el fin de esta legislatura, Carles Campuzano, era propuesto por la asamblea del Garraf para ser cabeza de lista del partido por Barcelona. Pero no sólo será relegado muy previsiblemente por el preso Sànchez, sino que para sacarlo de circulación, Puigdemont ha impulsado que caiga varios puestos por detrás de su fiel vicepresidenta del PDeCAT, Miriam Nogueras, y el actual portavoz del grupo parlamentario en el Parlament, Eduard Pujol.
Otros presos serán también número uno: Josep Rull por Tarragona y Jordi Turull por Lérida. En Gerona, Puigdemont parece apostar por otro fiel, su abogado Jaime Alonso Cuevillas... La clave es evitar que Campuzano, Bel y Xuclà sigan manejando la política desde Madrid con estrategias diferentes de las del expresident huido.
Eso sí, desde el lado pragmático de los ya exdiputados proscritos y desde el lado radicalizado del plenipotenciario Puigdemont, coinciden en una cosa: "Sin solución al problema catalán, lo que no habrá a partir del 28-A en España es estabilidad política".