En Podemos no se creen las encuestas, o eso dicen, "se equivocan mucho con nosotros". Ni siquiera las que, como la última publicada por EL ESPAÑOL y elaborada por SocioMétrica, les haría revalidar como socios preferentes de un Gobierno de izquierdas liderado por Pedro Sánchez. La realidad es que repetirían en esa categoría, pero desde una posición muchísimo más débil, perdiendo prácticamente la mitad de su representación en el Congreso.
Así que la manera de evadir las preguntas sobre los sondeos es... fijarse en ellos, en otro de sus apartados. "Lo que está claro es que hay una bolsa muy grande de indecisos", apuntó este lunes Pablo Echenique, secretario de Organización del partido de Pablo Iglesias. "Alrededor del 60% de los ciudadanos no tienen claro qué papeleta van a elegir el 28-A, por eso salimos a ganar", añadía el número dos de la formación morada, "y en eso coinciden todas las encuestas".
Claro, que también coinciden todas en predecir el descalabro de las listas de Unidas Podemos, incluso el denostado CIS de José Félix Tezanos, que es más cruel anticipando una debacle de los morados por debajo del 10% de apoyo electoral.
Según SocioMétrica, la coalición de Iglesias alcanzaría entre 37 y 39 escaños (14,1%), aunque las cuentas están hechas todavía con Compromís y En Marea como confluencias. Pero los valencianos ya han anunciado que irán por su cuenta a las generales y los gallegos están en pleno proceso de escisión.
Tampoco contempla ninguno de los estudios electorales elaborados hasta la fecha la ruptura en los Comunes catalanes. La plataforma de Ada Colau se ha quebrado en dos mitades entre los "soberanistes" y los "federalistes".
La sucesión de "una mujer"
Según fuentes de la dirección de Podemos, no se contempla la posibilidad de un descalabro, aunque la cifra psicológica instalada en los pasillos de la sede es la de superar el 15% de apoyos (que ya serían seis puntos menos que en 2016). "Hay que dejar atrás los dramas, y los discursos que no ayudan", apuntan estas fuentes, en clara referencia a la polémica del cartel de "vuELve", retirado por machista, o al debate abierto sobre la presunta sucesión de Iglesias.
Irene Montero, portavoz en el Congreso y madre de los hijos de Iglesias, pareció moverle la silla al líder la semana pasada en al menos dos ocasiones. En plena ronda de entrevistas preelectorales en el Telediario de cada lunes, Carlos Franganillo recibió hace una semana a Montero y no a Iglesias, todavía de baja por paternidad. Durante el espacio televisivo, ella dejó caer que "estoy convencida de que en Podemos, pronto, la próxima persona que ocupe la secretaría general será una mujer. Creo que eso es una cosa que todo el mundo tiene muy claro en podemos, y si no, al tiempo".
Lo repitió este mismo fin de semana, atendiendo a las preguntas que inevitablemente siguieron a esa afirmación, y este lunes Echenique y Noelia Vera, portavoz del Consejo de Coordinación, trataban de cerrar esa vía de agua negando que haya ningún "proceso de sucesión abierto", porque "él es el mejor candidato".
Pero lo cierto es que la incertidumbre cunde en el partido, que no logra espacio en los medios, no consigue que arranque su precampaña y lo fía todo a esa bolsa de indecisos, a los que trata de capitalizar pidiéndoles "perdón" por haberles dado "motivos para el desánimo" en esta legislatura. Así lo dijo la propia Montero este sábado en Madrid, en un acto de precampaña en el que echaron todo para llamar la atención, juntándola con Echenique, la otra mitad de la bicefalia paritaria que está tirando del partido en los tres meses de baja de Iglesias.
Las fuentes de la dirección se agarran, entretanto, al crowdfunding para captar microcréditos, lanzado el miércoles pasado, para financiar la campañaelectoral. Aseguran que no han notado ninguna desafección: "Al contrario, en los primeros días, se ha recaudado más que para las generales de 2015 y 2016", afirman.
El caso es que la herida abierta del 2-D en Andalucía todavía escuece. Fueron 300.000 votos de caída respecto a la anterior convocatoria autonómica, a pesar de sumar fuerzas con Izquierda Unida. Y casi todos, por la desmovilización del electorado de izquierdas.
Cuánta fuerza le quiten al Grupo Confederal Unidas Podemos-En Comu-En Marea está por ver, si bien este periódico ya publicó un estudio que colocaba a los de Iglesias, en ese caso, como previsible quinta fuerza en la Cámara Baja (33 escaños y 11,9% de sufragios si los comunes se mantenían juntos), por detrás incluso del Vox de Santiago Abascal (40 diputados y 11,8%).