La guerra de los lazos y las pancartas no ha acabado todavía. Mientras la Junta Electoral Central (JEC) movía ficha este jueves y ordenaba a los Mossos d'Esquadra descolgar las pancartas alternativas con las que el Gobierno catalán intentó esquivar sus órdenes, algunos organismos de la Generalidad y varios Ayuntamientos catalanes experimentaban con soluciones imaginativas que les permitieran burlar dichas órdenes.
Fue el caso del Ayuntamiento del Port de la Selva, que sustituyó, a instancias de la Junta Electoral de Figueres, la pancarta de la ANC en la que se podía leer "La autodeterminación no es un crimen" por una con un lazo azul que rezaba "Llibertat Peixos Pacífics" (libertad peces pacíficos), un juego de palabras con la frase "Libertad presos políticos".
El alcalde de Port de la Selva, Josep Maria Cervera, presidente también de la Asociación de Municipios por la Independencia, respondió irónicamente cuando se le preguntó por la nueva pancarta: "Hemos pensado que seguramente las pancartas que teníamos eran partidistas, y cuando las hemos retirado unos vecinos nos han traído esta que tenemos colgada en el Ayuntamiento".
Es el caso también del Ayuntamiento de Figueres, que descolgó la pancarta que hasta hace sólo unas horas podía verse en el balcón del Ayuntamiento para colgarla en un edificio vecino después de llegar a un acuerdo con su propietario. Lo mismo ha hecho el Ayuntamiento del Catllar con su pancarta, que cuelga ahora de un edificio colindante, mientras que en el balcón del consistorio pueden verse macetas amarillas con margaritas del mismo color.
Pegatinas, soles y mariposas amarillas
En la sede la Consejería de Agricultura de la Generalidad, los símbolos independentistas y de apoyo a los presos políticos fueron sustituidos por pegatinas de flores, animales, soles y mariposas amarillas.
En la práctica, y dado que las órdenes de la JEC se circunscriben a edificios de la administración, las pancartas pueden ser recolocadas sin mayor problema, y sin burlar la legalidad, en los edificios vecinos. Es una estrategia ya ensayada por algunos Ayuntamientos vascos gobernados por EH Bildu con las pancartas de apoyo a los presos de ETA. Los mismos Ayuntamientos que suelen esquivar la obligación de colgar la bandera española junto a la autonómica y la del municipio, o que la abandonan hasta que del mástil cuelga sólo un trapo raído y desteñido.
Nadie duda hoy en Cataluña que la batalla de los lazos y las pancartas se alargará hasta el mismo día de las elecciones y que los símbolos que sean retirados por los Mossos d'Esquadra aparecerán en edificios vecinos o serán colgados por ciudadanos anónimos en las cercanías de los Ayuntamientos o las sedes de los distintos organismos de la Generalidad. Sólo hace falta recordar el dato de que 787 municipios catalanes, de los 947 actualmente existentes, forman parte de la Asociación de Municipios por la Independencia para comprender las escasas probabilidades existentes de que la campaña electoral de las elecciones generales del próximo 28 de abril se desarrolle en un clima de neutralidad institucional.
Cuestionado por la pancarta alternativa que Quim Torra decidió colgar del balcón del Palacio de la Generalidad para esquivar la orden de la JEC, el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, rechazó contestar. Tampoco contestó a la pregunta de si tiene previsto elaborar un nuevo informe sobre las nuevas pancartas y si estas cumplen, o no, con lo estipulado por la JEC.
Mientras Ciudadanos atacaba a Ribó por lo que considera un intento de blanqueo de Torra, JxCAT y ERC cerraban filas con el presidente de la Generalidad y defendían la legitimidad y la legalidad de las nuevas pancartas, que en su opinión cumplen escrupulosamente con las órdenes de la JEC. La batalla de las pancartas, en resumen, está lejos de su final.