Todos los sondeos descartan a Ada Colau y Manuel Valls como ganadores en la carrera por la alcaldía de Barcelona. Pero ellos han sido los escogidos por Jordi Évole para protagonizar el cara a cara de la última entrega de Salvados. La decisión de Évole se explica fácil. Ada Colau es la campeona a derrotar y Manuel Valls, el más mediático de los candidatos en liza y el que más comentarios, análisis y polémicas ha generado en los medios de comunicación y entre sus propios oponentes durante los últimos meses.
El debate ha sido tenso y ha evidenciado la poca sintonía personal entre ambos candidatos. El estilo de Manuel Valls, elegante y hasta caballeroso al reconocerle algún que otro acierto a Ada Colau, ha chocado frontalmente con el trazo grueso de la alcaldesa y su demonización de las elites, del turismo y de una extrema derecha que, según ella, incluye a Vox, pero también al PP y a Ciudadanos. Valls, a la defensiva en algunos momentos del debate, se ha desmarcado de las acusaciones atribuyéndose la etiqueta de "progresista".
Sus recetas para Barcelona son radicalmente opuestas. Ada Colau propone regular los alquileres y el mercado privado, y Valls aumentar la oferta y construir 10.000 viviendas, de las cuales el 75% de ellas se alquilarían a precios asequibles. Colau afirma que Barcelona es una de las ciudades más seguras del mundo, y Valls alude al caos, el desorden, los manteros y la delincuencia que campa a sus anchas por la ciudad. Colau habla de "elites" y de "poderosos" y Valls se pregunta quiénes son esas fantasmales elites, dejando en evidencia la simpleza del populismo de Colau.
El discurso de Valls es netamente antipopulista y sin concesiones a la estrategia para las generales de Albert Rivera. A la pregunta de qué le parece la negativa del líder de Cs a pactar con el PSOE, Valls responde que "Valls es Valls y Rivera es Rivera". Luego dice que pactará con el PSC y le pide a Cs estar en primera fila frente a los nacionalistas, los populistas y la extrema derecha de Vox. Valls considera un error la foto de Colón y le niega una calle a Pilar Rahola, a la que considera una "supremacista".
Colau insiste en plantear un debate entre unas hipotéticas "elites" y "el pueblo", y Manuel Valls insiste en que esa es una manera errónea de enfocar la cuestión. Porque, según él, las próximas elecciones municipales no enfrentarán a derecha y a izquierda o a nacionalistas y a constitucionalistas, sino a demócratas y europeístas contra populistas de varios tipos.
Valls habla de un gran pacto entre Cs, PP y PSOE que deje al margen del poder a nacionalistas y populistas. Es decir a los partidos independentistas, a Podemos y a Vox. Évole no tiene tiempo, sin embargo, de plantear el principal dilema de Valls: cómo se compaginan esas intenciones con la evidencia de que el PP está al borde de la desaparición en Cataluña y con la de que el PSC anda prometiendo, por boca de Miquel Iceta, un referéndum de independencia en diez-quince años que sólo necesitaría de un 65% de los votos catalanes para conseguir su propósito.
A nadie ha escapado la principal ironía del debate: la de que ambos contendientes se confiesan progresistas. Aunque Ada Colau lo hace desde la orilla del populismo y Manuel Valls, desde la del antipopulismo. Algo que tiene sentido en el contexto de unas elecciones municipales más extrañas que nunca en Barcelona.
Desde el punto de vista del eje soberanista, y descontando al PP, a las elecciones por la alcaldía de Barcelona concurren cinco partidos nacionalistas en distintos grados (ERC, PSC, JxCAT, CUP y Barcelona en Comú) y uno que se define a sí mismo como "progresista y catalanista" (Manuel Valls). Desde el punto de vista del eje social, a las elecciones concurren seis partidos socialistas y ninguno liberal o conservador, ahora que hasta la vieja Convergència, sometida a los bandazos ideológicos de Carles Puigdemont, se define como progresista, republicana y proinmigración.
La beligerancia del debate ya había sido insinuada hace unos días por Ada Colau en uno de sus vídeos de Youtube. "El señor Valls es campeón del mansplaining" dice la alcaldesa en él. "El mansplaining es esa sensación que las mujeres hemos sentido tantas y tantas veces que es cuando tienes delante de ti un hombre, suele ser mayor que tú, que lo sabe todo y tú no sabes nada. Tú eres tonta, tú eres una niña, él en cambio lo sabe todo, lo ha vivido todo".
Manuel Valls, más institucional, prefirió esperar a la emisión del programa participando durante la mañana del domingo en la 41a Cursa del Corte Inglés junto a otros 46.000 corredores. Fue allí donde Valls anunció su intención de organizar unos segundos Juegos Olímpicos en Barcelona. Juegos que se celebrarían, como muy pronto, en 2032, coincidiendo con el cuarenta aniversario de los de 1992.
Críticas en Ciudadanos
A la espera del impacto que el debate pueda tener en la intención de voto de los ciudadanos barceloneses, las perspectivas no son buenas para ambos candidatos. Colau perdería la alcaldía y Valls, tras un arranque prometedor, aparece en los sondeos lejos de la cabeza y por detrás de ERC, Barcelona en Comú, el PSC y JxCAT. Sólo la CUP queda por detrás de él en esos sondeos. El PP, al que todas las encuestas auguran un 2-3% de los votos, ni siquiera alcanzaría el mínimo necesario para entrar en el consistorio barcelonés.
El nerviosismo en Ciudadanos es palpable. Fuentes cercanas a la dirección del partido halagan a Valls y le consideran el mejor de los candidatos en la carrera por la alcaldía, a mucha distancia de Ada Colau, Ernest Maragall (ERC) y Jaume Collboni (PSC), y en otra liga respecto a candidatos menores como Josep Bou (PP), Joaquim Forn (JxCAT), Jordi Graupera (Barcelona És Capital) o Anna Saliente (CUP). Pero otras fuentes del partido naranja dan una versión diferente de la campaña del exprimer ministro francés.
"Su desconocimiento de Barcelona es preocupante y sus propuestas son inconsistentes. Sólo ha recibido el apoyo de Cs porque el resto de partidos que se han sumado no tienen ninguna relevancia política. Lliures, los exdemocristianos de Unió y el último UPyD sólo buscan negociar puestos de salida" afirman dichas fuentes. "Solos, esos partidos no hubieran conseguido nada, pero es que tampoco nos aportan nada. Es más: en el caso de los nacionalistas que se han sumado a Valls, restan y desmovilizan. La militancia no entiende que se incorpore a personas marcadamente nacionalistas cuando Cs ha luchado tanto contra el nacionalismo".
Pero la principal de las críticas a Valls es la ejemplificada por esa crítica a la foto de Colón que el candidato a la alcaldía ha deslizado durante el debate en Salvados: "Es preocupante la deslealtad con la que actúa Valls interfiriendo en una política nacional de la que no sabe nada y permitiéndose dar consejos a Albert Rivera. Consejos contrarios a su estrategia de campaña y que interfieren claramente en ella. Nadie entiende que ante una actitud tan desleal se mantenga el apoyo del partido y se le ceda espacio en medios".
Arrepentimiento en el PP
Tampoco en el PP han pasado desapercibidos los sondeos que les sitúan fuera del consistorio barcelonés. De acuerdo a ellos, Josep Bou, el candidato a la alcaldía de Barcelona por los populares, no parece haber sido capaz de movilizar al electorado popular. "Mucha gente se está arrepintiendo ahora de no haber concurrido con Valls a las elecciones. Porque es cierto que no parece tener ninguna opción de ser alcalde, pero el PP en las encuestas internas está en un porcentaje de voto ridículo" afirman fuentes cercanas al partido.
"Y por eso muchos creen que lo práctico habría sido estar dentro de la candidatura de Valls" añaden esas mismas fuentes. "Templándole, quizá. Eso habría dado opciones de obtener representación en Barcelona. Pero tal y como están las cosas ahora, podría ser incluso que el PP obtuviera cero escaños por Barcelona en las generales y cero concejales en las municipales de Barcelona. De hecho, se trabaja ya con la idea de que los únicos concejales del PP que habrá en Cataluña serán los de Badalona y quizá, pero sólo quizá, los de Castelldefels. Y eso será todo".