Cuando finalizaba el segundo bloque del debate a seis organizado por TVE, en el que los candidatos convocados hablaron de los asuntos sociales, a Aitor Esteban, del PNV, le quedaba, más o menos, una hora por agotar. Había ido al debate a darle la palabra a Xabier Fortes que, a su vez, le invitaba a consumir el tiempo disponible. Mirando fijamente al presentador, Esteban lanzó su única propuesta de toda la noche, que define el modelo que quiere para España: "Ya veré yo cómo lo gasto".
Le quedaban, en realidad, un minuto y cincuenta y dos segundos, ahorrados en medio de la galopada de Cayetana Álvarez de Toledo, que ocupó el hueco de Abascal pero con lecturas, el periodismo, los libres y los iguales y ese conato de intelectualidad de los que alguna vez escribieron creyéndose flautistas de la ciudadanía. Casado se frotaba las manos en su casa viendo a Cayetana provocar explosiones de seseo y ceceo a la ministra Montero, paralizar a Irene Montero o aflojar a Rufián.
Aitor Esteban lo presenció con la tranquilidad del infiltrado. Como cualquiera en una fiesta en la que no pinta nada, sólo hacía muecas cuando lo miraba alguien, en este caso todo un país a través de las cámaras, que lo enfocaban cada poco para comprobar que no se durmió.
El primer debate importante de esta campaña le venía mal si no había una lucecita roja en frente. Sus intervenciones rebajaban el tono trepidante, atascado por el tuteo del moderador y el fantasma del PNV. Donde los hooligans vieron al único político sensato presente en "el mítico estudio 1", el resto señalaba a ese señor que pasaba por ahí, mirándose el ombligo, hablando de lo suyo, reprochándole al resto no estar a la altura de Euskadi. "No es un parque temático", dijo el dueño del Port Aventura de los silencios, las atracciones más concurridas del País Vasco.
Volvieron los buitres del "problema vasco" con otras palabras. El sintagma que más riqueza ha generado. Esteban lo llamó "ignorar el problema" y quizá esa sea la cuestión que atranca los diálogos: es imposible llegar a un acuerdo cuando el problema no es el mismo para todos. Antes de que sea un problema "el 6,24", hay que solucionar lo de los insultos a los que piensan diferente, por ejemplo. Si algo diferencia a Euskadi es su condición de región cebolla: nunca una parte tan pequeña provocó tantas lágrimas a un país.
"También tengo algo pa' ti", le dijo a Arrimadas en ese turno que aprovechó para regañar a los otros cinco candidatos. Aguantó las intervenciones para hacer la metáfora perfecta de lo que representa. El nacionalismo nos llueve finamente como hizo Aitor Esteban sobre sus contrincantes cuando por fin se explayó, regalando al elector la posibilidad de escucharle, saliendo de la cueva-terruño. Saltó de la mesa camilla para quejarse de todo a la vez. Hasta el minuto de oro se le hizo largo, porque no hace falta un minuto para pedir la paga.