La polémica de los debates le ha escocido al presidente del Gobierno. Que haya quedado su estrategia tan al descubierto y que ésta haya fracasado. Pero lo que no parecía esperarse Pedro Sánchez era que en un trance como éste, cuando contaba con Pablo Iglesias como colaborador necesario, éste lo haya dejado solo y forzado a aceptar dos encuentros en dos días seguidos, primero en TVE y después en Atresmedia.
El líder de Podemos no se arredró el pasado viernes y aprovechó el lío en el que se había metido el PSOE para marcar distancias con su secretario general. Después de quedarse sin la opción de que la presencia de Santiago Abascal alimentara su discurso de "las tres derechas", Sánchez trató de forzar la situación.
Con la connivencia de la administradora única de TVE, Rosa María Mateo, los socialistas buscaban que sólo se celebrara un encuentro entre los cuatro principales candidatos. Mateo aceptó cambiar el día de convocatoria con la intención de que coincidiera con la de la empresa de televisión privada, y el PSOE anunció a su líder en las pantallas de la pública.
Pero en ese caso iba a debatir él solo, porque tanto Pablo Casado (PP) como Albert Rivera (Cs) y Pablo Iglesias (Podemos) dejaron claro que ellos sí mantendrían su compromiso con Atresmedia. Que el jefe del partido morado ni siquiera mediara ni ayudara a quien había sido su socio durante los 10 meses en Moncloa ha tenido respuesta. Finalmente -"¡qué remedio!"- el PSOE anunció que "Sánchez mantendrá dos debates, el día 22 de abril en RTVE y el día 23 de abril en Atresmedia".
Nuevo guión de mitin, mirando a la izquierda
Y es que este sábado ha cambiado por completo la estructura de los mítines de Pedro Sánchez. A mitad de campaña era el momento de darle unos retoques al discurso, bastante repetitivo estas últimas semanas. Vacío de propuestas, repleto de balances sobre las medidas puestas en marcha -o intentadas- y de arremetidas contra "el trío de Colón, que juntos se irán a la oposición", el guión del número uno del PSOE empezaba a ser demasiado tedioso. Incluso para una campaña diseñada más para no equivocarse que para dar noticias, el equipo de los socialistas necesitaba darle una vuelta a la puesta en escena.
Y a fe que lo hizo este sábado en Alicante. Curiosamente, en el día en el que coincidían en la misma ciudad de la Comunidad Valenciana con Casado, con Arrimadas y con Alberto Garzón, el presidente del Gobierno centró sus nuevos mensajes fuerza en el voto útil contra Podemos. "Somos la única fuerza que puede evitar que el bloque de la involución sume y se haga con el poder", dijo Sánchez. Y no una ni dos veces, sino hasta en tres ocasiones.
Al principio, a mitad de acto y para cerrar, el presidente transmitió este mensaje. "Queremos que España mire al futuro y el futuro no tiene intermediarios. Quien quiera futuro tiene que votar al Partido Socialista porque si se vota a otras formaciones políticas, mayores opciones tendrá el bloque de la involución de poder sumar y poder gobernar", alertaba luego en el Pabellón Florida Babel de Alicante, ante más de 1.100 personas.
Es cierto que el presidente del Gobierno lleva toda la campaña azuzando el fantasma de la desmovilización que el pasado 2-D hizo salir al PSOE del poder por primera vez en la historia de la autonomía. Pero siempre había utilizado la apelación al miedo mirando a la derecha, nunca a la izquierda. En esta última semana de campaña, a Iglesias le puede a costar caro haber hecho frente común con Casado y Rivera en su negativa a plegarse a la estrategia socialista con los debates. Al menos, ésa es la idea que transmitió Sánchez.
"España es un gran país que siempre merecerá caminar hacia adelante", remarcó tras pedir que, como en una carrera, "en los últimos metros", es decir, a pocos días ya del 28 de abril, no se afloje el ritmo, porque lo que hay que hacer es "apretar". Y añadió: "No podemos relajarnos. Quien quiera vencer al bloque de la involución debe saber que el PSOE es el único que puede vencer" a la suma de PP, Ciudadanos y Vox, "ellos ya lo saben, lo saben".
La paliza que repartió Sánchez este sábado a Iglesias, sin nombrarlo pero acorralándolo, era sólo la consecuencia de que éste se había aprovechado de la cadena de errores de Iván Redondo, el gurú de campaña del presidente. El PSOE anunció tras convocar elecciones su "disposición total a los debates", pero luego retrasó toda respuesta hasta que el último CIS consolidó su "profecía autocumplida", en palabras de los expertos consultados por este periódico.
Redondo ha centrado la marca del PSOE en el propio candidato, olvidando el peso del partido, y en su capacidad para atacar a los rivales acusándolos de radicales, lo que lo coloca como "cabal, sensato, único con sentido común". Pero el juego de preferir la presencia de Abascal que debatir en le tele pública y que, después de la decisión de la Junta Electoral, forzara a TVE a solapar la convocatoria con la de Atresmedia para evitar la celebración de más de un debate salió mal: se encontró enfrente no sólo con dos de esas "tres derechas", también con Iglesias, su socio a la izquierda.
Como si lo hubiera escuchado desde Miranda de Ebro (Burgos) -el mitin de Sánchez era media hora antes-, Iglesias contestó micrófono en mano. Con su versión de la Constitución en la otra, ésa que Podemos lee con una interpretación que le ampara a intervenir mercados y regalar transporte público para todos, el líder de Podemos pidió a su manera el voto útil: "Sólo nosotros somos la garantía de que haya un gobierno de izquierdas, o estamos nosotros o los poderosos empujarán al PSOE a gobernar con la derecha", en referencia a Ciudadanos.
Minutos más tarde, era Pablo Echenique el que contestaba desde un mitin en San Lorenzo del Escorial (Madrid). El secretario de Organización de Podemos aseguraba que "las consecuencias" del llamamiento a "concentrar el voto" en el PSOE "ya las hemos visto en Andalucía. Primero, el PSOE pacta con Ciudadanos", en referencia a la pasada legislatura con Susana Díaz en la Junta. "Después, en la siguiente cita electoral, gana la derecha y la extrema derecha", concluía.
Para Echenique, hacer caso al líder del PSOE hará que "Rivera sea vicepresidente económico" y "en las próximas elecciones tengamos a Abascal de ministro de Interior".
El frente abierto con los debates ha sido el primer gran tropiezo de una campaña que hasta ahora dominaba el PSOE de Sánchez en tono y temas. Logró que la polémica no fueran sus alianzas con los independentistas, sino sus "viernes sociales". Y después centró toda su fuerza en la movilización para evitar que "los radicales y los que nos quieren llevar al pasado" se aprovechen de la confianza en la victoria.
Ahora, centrada su posición, le ha añadido un ingrediente más al cóctel y mira a la izquierda para rebañar votos a Podemos, que desde que tocó el suelo del 12%, y pese al regreso de Iglesias a los focos, no logra remontar.