Cuando el líder reapareció, Podemos estaba casi con respiración asistida: hundido en las encuestas y con sus dirigentes de emergencia más preocupados de tapar vías de agua que de la labor de intendencia que se les suponía mientras Pablo Iglesias cambiaba pañales.
Este viernes, Iglesias usó su nuevo doble lenguaje, el institucional y el radical: se puso la cazadora marrón de ante de Felipe González y se reencontró con la adrenalina aquella del tic-tac, la de asaltar los cielos. El mitin fin de campaña de Unidas Podemos quería ser el del "reencuentro" con la gente. Y por la euforia que se respiraba parecía que de verdad todos los que subieron al escenario se creían que el lunes estarán en la Moncloa.
Iglesias sacó su "orgullo de ser español", en los términos en los que lo dice Podemos: "Estoy orgulloso de España cuando suena en euskera y en catalán, cuando unos médicos salvan las vidas de mis hijos aunque les paguen un sueldo miserable", dijo enardeciendo a sus masas. "Y ninguno de ésos con ideas de Thatcher nos van a decir qué es defender España. ¡Son los perros de los ricos!".
Hace sólo un mes, el partido boqueaba como un pez fuera del agua. Lo que se había concebido como hacer virtud política de la necesidad de ser coherente -la ausencia del secretario general recién parido- terminaba con una cuenta atrás ansiosa: vuELve ya, Pablo, que no llegamos.
Pero este viernes, hasta 5.000 almas reventaban el auditorio del Parque lineal del Manzanares, en Madrid. Y a todos ellos les dijo Iglesias que "no son imbéciles", como ninguno de los españoles que le hicieron sentir orgulloso porque en los debates de esta semana fue "el único que dijo las verdades y no hizo el payaso". Si hace un mes dijo que iba a decir "la puñetera verdad", este viernes -con una hora de retraso según el horario previsto- presumió de que "esas verdades han dolido, pero nadie ha salido a rebatirnos".
Porque si "los empresarios tienen más poder que la democracia, eso pasa todos los días menos este domingo", concluyó. "Que no falte nadie, que la democracia será más poderosa que los bancos y el Ibex 35, que ahora más que nunca, claro que podemos".
Culto al líder
"Gracias, Pablo, por seguir liderando este proyecto sin trampa ni cartón", había dicho Irene Montero abriendo el mitin dos horas antes. "Es el mejor secretario general, el mejor candidato y el mejor presidente de España", añadió antes de separarse el micro de la boca a la espera de la respuesta: "¡presidente, presidente!", gritó la concurrencia.
Y es que ahora, los trackings que maneja la dirección de Podemos no les colocan en la euforia -eso era para el discurso del líder, con 17 teloneros previos-, pero sí en la "satisfacción".
A Podemos le conviene el rumor lanzado en el mitin del jueves en Barcelona por Rivera: ojo a la subida final de Cs y al desinfle de Pedro Sánchez tras los debates. La ley electoral impide publicar encuestas, pero todo el mundo habla. La encuesta de SocioMétrica para EL ESPAÑOL publicada este jueves ya anticipaba esta teoría. Y en la fiesta de Unidas Podemos se citaba este sondeo como fuente de autoridad: más de medio millón de electores aseguran que han decidido no apoyar al PSOE tras los dos debates, mientras el líder de Cs, habría sumado 350.000 apoyos.
Pero eso sí, la dirección del partido morado soplaba al oído de algún periodista que, "además, lo que preocupa es Vox, que sigue al alza".
En este juego de medias verdades a poco más de un día de la cita con los colegios electorales, todo puede no ser más que estrategia. "Nosotras terminamos aquí esta campaña", bramaba Montero desde el escenario circular del centro del auditorio, "pero vosotras tenéis hasta el domingo a las ocho de la tarde para hablar con vuestros vecinos y amigos y convencerlos de que voten a Unidas Podemos, porque somos la única garantía de que haya un Gobierno para la gente".
El pacto PSOE-Cs: "¿Tú eres tonto, Rivera?"
Iglesias lleva toda la campaña asegurando que "si las cifras dan, los poderosos volverán a empujar al PSOE y habrá un Gobierno de Rivera presidido por Sánchez". Es decir, en la terminología morada, "otro gobierno de derechas".
Este viernes, recordó que el líder naranja "dijo que no a Sánchez y a Rajoy, y pactó con los dos en 2016". Y siguió: "Dijo que no a Susana Díaz y la votó... y ahora gobierna con la ultraderecha". Para concluir: "¿Alguien duda de que hará lo que le diga el Ibex 35? Pero es que lo he vetado... ¿Pero tú eres tonto Rivera, para qué te inventamos? ¡Para que no gobierne Podemos!".
Antes que Iglesias llevaban dos horas pasando por la tarima innumerables oradores. Los discursos más destacados habían sido los de Rafa Mayoral, y Noelia Vera. El primero pronunció la frase de la noche: "Que se cuiden las cloacas, que tan preocupadas están de que Pablo Iglesias no sea presidente del Gobierno. ¡Como sigan así, acaba de presidente de la República!". Por su parte, la candidata por Cádiz fue la que más calentó la fría noche madrileña: "¡Es la noche de la remontada, que lo estamos petando! Son unos mamarrachos y unos fascistas, pero están muertos de miedo, ¡vamos a reventarlo el domingo!".
El respiro de recuperar a Iglesias
La tarde había empezado cinco horas antes cuando llegaron al parque madrileño unas cuantas ancianas entusiastas. Pedían sus banderas moradas a la organización cuando aún calentaba el sol a las 18.30, para empezar a poner ambiente, y seguían incansables ondeándolas a gritos pasadas las 23.00 horas y al cierre de todo, subidas al escenario de sus ídolos.
Ondeaban las banderas que Alberto Garzón, líder de IU, había honrado minutos antes de que apareciera Iglesias centrándose en "la gente y la República". De hecho, recordó a los "raperos que están en la cárcel por decir que los Borbones son unos ladrones. Aunque esto es sólo constatar un hecho que está en los libros de historia... y en los telediarios".
Y es que, una vez más, ni una enseña rojigualda ondeó en una cita electoral de Iglesias. Sólo las moradas del partido, alguna arcoiris y varias tricolores republicanas. El fin de fiesta fue un chute de adrenalina para la coalición de Podemos, Izquierda Unida y Equo. Nadie se acordaba de que cuando Sánchez disolvió las cámaras, las encuestas reflejaban un casi seguro descalabro de la candidatura, un bajón de hasta 35 diputados y la caída hasta la quinta plaza en número de escaños al Congreso.
Al acabar, y recogiendo sillas, cables y carteles, la dirección de Podemos se abrazaba orgullosa de su trabajo. Han recuperado el pulso, marcando la campaña con el discurso de las "cloacas" y culminando su reconversión en "partido de gobierno", con un Iglesias reencarnado en árbitro conciliador -y "avergonzado"-... y que sólo pide "una oportunidad para cambiar las cosas", bajo la promesa de que si decepciona no querrá que le voten "nunca más".
"Y sí, al final sí, nos hemos reencontrado con la gente". Y con la euforia, al menos hasta el domingo.