El de este jueves era el CIS a secas, sin el apellido Tezanos. Desde la noche del 28 de abril y al menos hasta del 26 de mayo, el sociólogo goza de presunción de acierto. Tal era la fe en su barómetro sobre las municipales, autonómicas y europeas que la web del organismo, desbordada, permaneció intransitable largo tiempo una vez publicada la macroencuesta, dando lugar a minutos de confusión, imprecisiones y hasta llamadas entre redacciones en busca del documento que se supone despacha cualquier incógnita sobre el futuro político de ayuntamientos, parlamentos regionales y los escaños españoles del europeo.
Por razones que se desconocen, el sondeo, que se anunciaba para inicios de semana, vio la luz sobre la bocina legal, en las horas previas al inicio de la pegada de carteles, sirviendo de trampolín a los candidatos socialistas y demás líderes de izquierdas que aspiran al poder en algo más de dos semanas. Los damnificados, forzados a aparcar el discurso de la cocina, inciden en un detalle del estudio que no por ocupar habitualmente el último párrafo en las informaciones deja de ser relevante, en especial en este caso: las entrevistas se llevaron a cabo entre el 21 de marzo y el 23 de abril, antes de las generales.
¿En qué medida cambiarían los resultados si las llamadas se hubieran realizado después? Parece tan difícil saberlo como lo habría sido llevar a buen puerto un trabajo de tales dimensiones en los escasos días transcurridos entre el 28-A y el arranque de una nueva campaña. En cualquier caso, la incalculable contaminación del primer asalto en la predicción del segundo, que sirve de asidero a los partidos malparados, también es la esperanza de éstos para confiar en que Pedro Sánchez no se saldrá con la suya de nuevo, que Manuela Carmena no sumará en Madrid o que la Comunidad no está perdida.
Una España de color rojo
El último barómetro con la firma de José Félix Tezanos previo a las generales, que contenía horquillas amplias por una no menos amplia cifra de indecisos, prácticamente clavó el escrutinio de las urnas, con la dificultad añadida de la incógnita de Vox, con el que erró al alza.
Según el CIS, España se acostará el 26-M desconocida, o muy cambiada. El mapa se teñirá de rojo tanto en lo municipal como en lo autonómico y también los escaños en liza en el Parlamento Europeo, donde habrá mayoría del PSOE por primera vez en 15 años, los mismos que lleva el todavía ministro de Exteriores, Josep Borrell, sin encabezar una lista. En este tercer escenario, el PP salva el segundo puesto y Vox consigue entre cuatro y cinco representantes.
El mayor botín socialista -siguiendo el dictado del barómetro- se obtendría en las comunidades autónomas, imponiéndose en diez de las 12 que abren los colegios dentro de tres domingos. Sólo se le resistirían Navarra, donde triunfaría la coalición Navarra Suma -compuesta por UPN, PP y Cs-, y Cantabria, donde lo haría el PRC de Miguel Ángel Revilla. Cambiarían de manos territorios 'populares' tan simbólicos como Castilla y León y la Comunidad de Madrid, que presidiría el exministro de Educación Ángel Gabilondo.
En las municipales, el foco está puesto sobre Madrid, Barcelona y Valencia. El sondeo sólo deja en duda la segunda: Ada Colau (Barcelona en Comú) y Ernest Maragall (ERC) estarían empatados, mientras que Manuela Carmena (Más Madrid) y Joan Ribó (Compromís) mantendrían el bastón de mando sin mayores problemas.