Una Unión Europea con “una sola voz”. Es la proclama europeísta que abrazaba Vox en su primer programa electoral, el de 2014, cuando el partido que ahora dirige Santiago Abascal a punto estuvo de irrumpir en la Eurocámara. A 50.000 votos estuvo entonces su candidato -el expopular Alejo Vidal-Quadras- de obtener un asiento en Bruselas.
Cinco años después, Vox le ha dado la vuelta a la tortilla poniendo fin a esa travesía por el desierto. Las últimas encuestas pronostican que en esta cita electoral, la del 26 de mayo, sí habrá europarlamentarios de la nueva derecha. El macrobarómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) augura una entrada de la formación verde con entre 4 y 5 escaños. Lejos quedan las “decepciones” y las crisis internas que vinieron tras los primeros comicios comunitarios. Ahora el espíritu de triunfo invade al partido, y sobre todo, a quienes aguantaron de forma estoica a pesar de que el barco parecía hundirse.
Pero de 2014 a 2019 no sólo han cambiado la demoscopia y las expectativas electorales. También ha variado el mensaje. Porque los de Abascal no siempre han compartido la misma visión sobre el papel de la Unión Europea.
Si uno revisa el programa electoral de 2014, con el que Vox se presentó en sociedad, se puede comprobar que existía una clara vocación europeísta. Bajo el título La solución es cambiar, un embrionario Vox pedía “fortalecer la gobernanza económica mediante el desarrollo de una verdadera unión económica y no solo monetaria, una Unión bancaria y el aumento de los poderes de control y supervisión del Parlamento”. Asimismo, se apostaba por la “culminación del mercado interior” y “desarrollar una acción exterior que defienda los intereses y valores de la Unión con una sola voz”.
Lea el programa de Vox para las elecciones europeas de 2014
"Europa de las naciones"
Estas ideas fueron después desechadas. En posteriores programas Vox ya no aboga por consolidar Europa por la vía económica o política, sino que hace hincapié en dar más peso a los Estados miembro. Año y medio después de esa primera cita europea, y con motivo de la celebración de las elecciones generales en diciembre de 2015, Vox dio un volantazo a su propuesta europea y comenzó a asumir postulados más próximos a los que defienden Marine Le Pen o Matteo Salvini.
Esa sintonía ideológica con el Frente Nacional francés o la Liga Norte italiana se tradujo en la nueva percepción de España como miembro de la UE “entendida como unión de Estados soberanos; una pertenencia plenamente compatible con la soberanía nacional del pueblo español y el principio de constitucionalidad que preside nuestro ordenamiento jurídico, esto es, primacía de la Constitución sobre el Derecho Comunitario”
Lea el programa de Vox para las elecciones generales de 2015
"La UE no es un Estado soberano"
En su programa para las europeas, hecho público este martes, Vox insiste en esa necesidad de mantener la soberanía de los Estados miembros de la UE. Se declara, en cualquier caso, “europeísta”, pero sostiene que “la fortaleza” de Europa se encuentra en “la libertad de sus naciones y la riqueza de las culturas que la conforman”.
“Conscientes del momento histórico en que se halla la Unión Europea queremos apostar por una Europa fuerte que respete la idiosincrasia de cada uno de los Estados que la conforman y su soberanía nacional”, explica el programa en el preámbulo. “Una Europa fuerte cuya fortaleza resida en la libertad política de sus miembros y de sus nacionales, que voluntaria y conscientemente asuman como principal objetivo la promoción de los valores europeos singularmente encarnados en la Civilización cristiana”, prosigue el programa.
Por ello, Vox exige el “respeto inquebrantable a la soberanía y unidad de los veintisiete Estados-nación”, recuperar “la exigencia de unanimidad como mecanismo principal de integración” y que la última palabra la tengan siempre los Estados (“reconocer a los Estados su poder soberano”).
Lea el programa de Vox para las elecciones europeas de 2019
“La UE no es un Estado soberano. La única soberanía política reside en los Estados miembros que forman parte de la misma”, recuerda Vox, que subraya la “capacidad” de los Estados para “poner freno al ejercicio abusivo de las competencias de las instituciones comunitarias”.
Esta alteración programática llama la atención porque Vox es un partido que siempre se ha jactado de mantenerse fiel a sus principios y valores fundacionales. Esa firmeza la han llevado tan a gala que, de hecho, son numerosas las ocasiones en las que la formación derechista ha acusado a sus rivales políticos de modular su mensaje “según sopla el viento”, así como de adaptar sus ideas por temor a perder votos en los sondeos. Para resumir esa idea, Vox recurre a la expresión “veleta”, con la que ha criticado los vaivenes de Ciudadanos (“la veleta naranja”) y también el desesperado giro al centro del PP tras su debacle el 28-A (“la veleta azul”).