“Es un mal comienzo”. Cuando los partidos independentistas pusieron sobre la mesa su amenaza de vetar a Miquel Iceta como senador, Pedro Sánchez no se limitó a pedirles que la reconsiderasen. Tampoco circunscribió la trascendencia del bloqueo del líder del PSC a su ámbito más estricto, el de un cargo de relumbrón protocolario pero nula capacidad Ejecutiva y poco poder real.
Sánchez lanzó la semana pasada su advertencia al señalar el nombramiento de Iceta, uno de sus mayores aliados dentro del PSOE, como una primera prueba de fuego de las relaciones con los partidos independentistas durante los próximos cuatro años. Cuando aseguró que era un “mal comienzo” se refería al diálogo que él abandera entre las instituciones del conjunto de España y las catalanas. Este miércoles, Sánchez concluyó: “¡No vetan a Iceta, vetan la convivencia, el diálogo y el entendimiento!”.
Iceta no será senador. Así lo avanzaron ERC y Junts per Catalunya este miércoles, la víspera del pleno del Parlament en el que junto con la CUP le impedirán dar el salto a Madrid como senador por designación autonómica. Lejos de obtener el apoyo de PP y Ciudadanos, ambas formaciones tienen previsto abstenerse justificando que no impiden su elección, pero en la práctica Iceta está sentenciado. Si no se convierte en senador, no será presidente del Senado, que se constituye el próximo martes eligiendo a su órgano de control en una misma mañana.
¿Qué ganan los partidos independentistas con el bloqueo de Iceta? Nada tangible. En sus explicaciones públicas, tanto ERC como Junts per Catalunya reivindicaron la autonomía del Parlament para elegir a los senadores, a pesar de que la designación siempre ha sido un mero trámite y por eso los independentistas han apoyado sin rechistar en el pasado las propuestas de PP (como Xavier García Albiol) y Ciudadanos (Lorena Roldán) y viceversa. Lo que aseguran que les molestó más es que Sánchez pusiese el carro antes que el buey. Es decir, que anunciase el nombre del presidente del Senado antes de que el Parlament lo nombrase senador.
Pero ERC y Junts per Catalunya también han añadido otros elementos, como la decisión de la Junta Electoral de no permitir que Oriol Junqueras participase en un debate televisado o incluso su propia situación de prisión provisional, dos aspectos que no dependen del Ejecutivo. Puede que los partidos independentistas no ganasen nada y que parte de sus argumentos sean, en realidad excusas. Pero no hay que perder de vista que en unos meses puede haber elecciones autonómicas en Cataluña. Muchos dentro del independentismo las sitúan justo a continuación de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el proceso independentista.
En ese sentido, vetar a Iceta ayuda a mantener el discurso independentista más duro, por el que ERC y Junts per Catalunya compiten desde hace años en las urnas y que juntos les ha permitido mantener el poder desde 2015, cuando Carles Puigdemont se hizo con la presidencia de la Generalitat.
Al tiempo, quizás sin quererlo, también permiten a Sánchez argumentar que no ha cedido en nada, tampoco para conseguir que Iceta presida el Senado, y le facilita un argumento más para la campaña electoral. Si para las elecciones generales los Presupuestos fueron un reclamo para el PSOE precisamente porque la centroderecha y los independentistas los tumbaron antes de ser tramitados, ahora Iceta se suma como elemento nuevo de cara al 26 de mayo. Será especialmente publicitado en las comunidades más centralistas en las que Ciudadanos o el PP pueden restar votos al PSOE por la cuestión territorial.
Una investidura más cara
Sin embargo, el “mal comienzo” de las relaciones entre Sánchez y el independentismo complica también la investidura. Con la aritmética actual en el Congreso de los Diputados, a Sánchez no le llega con un pacto con Unidas Podemos para ser elegido presidente. Si el centroderecha (PP, Ciudadanos y Vox) y el independentismo (ERC, Junts per Catalunya y Bildu) votan “no”, Sánchez no será investido ni en segunda vuelta, cuando sólo necesita la mayoría simple (más síes que noes).
En ese sentido, ERC lanza una dura advertencia a Sánchez sacrificando los sueños de Iceta, muy cercano a él. La investidura no saldrá gratis, aunque sólo dependa de un voto de los independentistas.
ERC es mucho más determinante que Junts per Catalunya. Aunque las diferencias ideológicas entre ambos partidos se han ido difuminando en los últimos años, conforme la lucha por la independencia ha ido ocupando todas las prioridades, en principio el partido de Oriol Junqueras sería más proclive a permitir que se conforme un Gobierno de izquierdas. Los resultados también hacen que un pacto con ERC facilite las cosas, ya que ha obtenido 15 diputados frente a los 7 de JxCat. Su sola abstención permitiría a Sánchez no tener que contar ni con el PNV.
Ahora, Sánchez tendrá que esforzarse para convencer a ERC de que se abstenga en un escenario deteriorado y con malas sensaciones por ambas partes.