Pasaba el mediodía cuando saltó la noticia: la vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular, Andrea Levy, candidata electa al Congreso por Madrid, no tomaría posesión de su acta de diputada. Fue algo inesperado para el gran público, puesto que apenas habían pasado unas semanas desde el anuncio de su puesto en las listas para las generales. Pero el juego de sillas no se quedó ahí: rápidamente, el gurú económico de Pablo Casado, el economista Daniel Lacalle, también decidía no asumir su cartera de diputado.
Podía parecer casual, pero no lo era. Se trataba de una estrategia estudiada desde las filas populares y tenía un objetivo claro: que un referente dentro del partido, como lo es la histórica Marimar Blanco, volviera a engrosar la bancada del PP en la Cámara Baja. Uno de los movimientos -Levy- ya se daba por hecho, antes o después. Y el otro, según afirman fuentes populares, no era ajeno, pero ha resultado gratamente sorprendente.
El resultado, al final, es que las listas del PP por Madrid han dejado dos huecos libres entre los diputados electos -puesto que consiguieron sólo 7 sillones en el Congreso por esta circunscripción-. Los rebotes han sido cogidos por dos clásicos del partido conservador: el exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid José Ignacio Echániz, que concurría como número 8, y por la propia Blanco, que iba de 9.
Levy iba a renunciar "en cuanto fuesen las municipales"
El paso al lado de Andrea Levy, comentan fuentes de la dirección del partido a este periódico, al final, ha sido incentivado por el líder de la formación, Pablo Casado. La inclusión del nombre de la vicesecretaria, uno de los rostros estrella del PP, en el tíquet nacional fue más idea del equipo de Casado que suya propia: al final, en Génova manejaban tener que formar gobierno y en ese hipotético Ejecutivo Levy habría contado con un importante peso.
Pero para cuando se cerraron las candidaturas para el 28-A, la vicesecretaria ya había anunciado públicamente su decisión de formar parte del equipo de José Luis Martínez-Almeida, la apuesta del PP para el Ayuntamiento de Madrid, y ser su número 2. Y, pese a que, con la ley en la mano, el hecho de ser concejal y diputado no genera una situación de incompatibilidad, el doblete de Levy no estaba bien visto en la dirección regional del partido. Ella, además, que procedía del PP catalán.
“Andrea realmente no pensaba en el Congreso, quería Ayuntamiento. Osea que este paso al lado ahora no le viene mal, todo lo contrario”, comentan desde el equipo de Pablo Casado. Porque lo cierto es que la salida de Levy no estaba contemplada, en el esquema inicial, en esta fecha, sino tras el Superdomingo, “en cuanto fuesen las municipales”.
Lacalle "perdería mucho dinero" siendo diputado
Sin embargo, los datos de encuestas internas que está realizando Génova dibujan un escenario muy ajustado en la lucha por el poder del Palacio de Cibeles madrileño. Los populares se están dejando la piel en la campaña y el empujoncito de la dedicación al completo de la vicesecretaria puede suponer una diferencia. “Su ilusión es el Ayuntamiento, así que sólo se ha adelantado un poco”.
Inmediatamente después de Levy, el economista Daniel Lacalle, referente económico del presidente del PP y diputado electo del partido por Madrid -donde concurría como independiente en el puesto 4-, ha decidido también dar un paso atrás. Él se ha explicado en sus redes sociales, afirmando que deseaba “jugar en equipo” y que consideraba que "personas del calibre de María del Mar Blanco deben tener un escaño". "Creo que la mejor manera de servir al proyecto del PP y su labor en el Congreso es ceder mi acta".
Lo cierto es que en la dirección de los populares ya se barruntaba su baja. “Lacalle perdería mucho dinero con la actividad parlamentaria”, comentan. A nivel orgánico, su baja no pesa, puesto que mantiene su puesto al frente del área económica de la Fundación Concordia y Libertad, el paraguas ideológico de este PP. Pero con esta jugada, además, ha salido ganando: a partir de ahora, también formará parte del Comité Ejecutivo Nacional, lo que implica mayor peso orgánico y menor responsabilidad pública. Además, claro está, de ninguna incompatibilidad retributiva.