-Disculpe, señor Sánchez Mato, pero esto es un follón. La gente se hace un lío. Usted, concejal de Economía de Carmena hasta hace un telediario, es ahora su adversario. Encabeza la lista de Madrid en pie, que reúne a Izquierda Unida, Bancada Municipalista y a los Anticapitalistas. Tienen el apoyo de Podemos, pero no son de Podemos. Heredan lo que fue Ahora Madrid, pero ya no se llaman así.
-Madrid en pie es el nombre de la coalición, sí. Se trata de un ejercicio para estimular a la gente. Queremos que sea complicado elegir la papeleta, que haya que dedicarle un tiempo… Es broma. La lista reúne a Izquierda Unida, Anticapitalistas y Bancada Municipalista. Podemos decidió no participar, pero contamos con su simpatía.
-¡Pero dentro de IU también hay varias formaciones!
-Sí, sí. El Partido Comunista, Izquierda Republicana… Lo vemos como una riqueza. Dirimimos las diferencias en espacios asamblearios.
-En las asambleas pactan de todo menos un nombre sencillo.
-Somos muchas familias, de diferentes padres y madres. Todo el mundo quiere poner su impronta a efectos del nombre. Desde el punto de vista del marketing, el resultado es perverso. Oye, me tenéis que reconocer que lo de Madrid en pie está chulo.
Ahora “sí se puede” hacer la entrevista. Es por la tarde en la calle de La Pasa, a orillas de la sede de Alfa y Omega, el periódico religioso. A Carlos Sánchez Mato (Madrid, 1970) le han pedido un mojito de fresa que no se toma. Tampoco prueba los frutos secos. Está a punto de participar en un debate sobre “el hecho religioso”. Concede esta entrevista a modo de calentamiento.
Karl Sánchez Mato -se dice tocayo de Marx- es un señor que se ha dejado pelazo para la campaña. Cuando iba rapado, era uno de los concejales más importantes de la corporación de Carmena. Dirigía la Economía. Hasta que propuso incumplir la regla de gasto marcada por el Gobierno central. Entonces, la alcaldesa lo laminó.
Ahora, este economista y profundo lector de los cuatro evangelios hace la oposición más dura contra el Ejecutivo del que formaba parte. Acusa a Carmena, entre otras cosas, de no haber exhibido voluntad política para frenar los desahucios: “Eso se ha pagado en sangre”.
Sánchez Mato, esta tarde el hombre del mojito que no se lo bebe, es un tipo original, rápido. Tanto que a veces dispara respuestas que desconciertan a su equipo de prensa. Si en esta terracita a unos metros de la casa donde vivió Maria Zambrano tuviera que sonar música, la canción podría ser Back in the USSR, de The Beatles.
Él resume así su filosofía: “Jesús de Nazaret y Karl Marx son dos caras de la misma moneda. El primero decía que quien tuviera dos túnicas debía regalar al pobre la que le sobrara. Pues lo mismo el que dispone de dos viviendas”.
-Perdone, ¿cómo dice?
-Si tienes dos túnicas, entregas una. Si tienes dos viviendas, entregas una. O por lo menos paga impuestos para que tengamos una cada uno. Utilicemos las herramientas constitucionales para expropiárselas a los grandes fondos de inversión y dárselas a la gente que no dispone de ellas. Esto lo podían haber dicho tanto Jesús como Marx. Y nadie les habría criminalizado.
-Vamos, que si por usted fuera, toda la vivienda sería pública.
-Claro. Y no le voy a contar mi sueño: el socialismo…
-Cuente, cuente, por favor.
-Ojalá no fuera necesaria la mercantilización de la vivienda. Me gustaría que no fuera objeto de mercadeo. Pero mire lo dialogante que soy. Le ofrezco quedarnos en un 20% de vivienda pública.
Carlos Sánchez Mato extiende la mano, pero el periodista no se la estrecha. Él rebate con cifras. Dice que en Viena el nivel es ése, y que Madrid, en cambio, no supera el 1%. Ante la incredulidad de sus interlocutores, asevera que se le ocurren “más cosas”, todas ellas dirigidas a mitigar la “lacerante desigualdad que ha abierto una brecha enorme entre unas personas y otras”.
-Señor Sánchez Mato, cada vez que se ha empleado el comunismo para combatir la desigualdad se ha liado parda.
-¿A qué se refiere?
-A la revolución rusa de octubre de 1917, al estalinismo, a Corea del Norte, a Cuba…
-Ya me extrañaba que no sacarais algo así. Soy todo menos ese tipo de cosas que usted desliza. Planteo lo mismo que Jesús de Nazaret. Él fue el primer socialista. Lo dicho: si tienes dos túnicas, entrega una.
El látigo de Jesús
Sánchez Mato, madrileño en el acento, de esos que paladean la jota, conoció la religión en la parroquia obrera de su barrio. Eran los días en los que la heroína hacía estragos. Le gusta bucear en los matices. Se dice “cristiano”, pero no religioso.
-¿Practicante?
-Sí, médico -se ríe-. Eso es un término antiguo. Intento seguir las enseñanzas de Jesús: estar al lado de los débiles y los empobrecidos. Eso está relacionado con mi ideología comunista. No se puede ser una cosa o la otra.
-Si no le he entendido mal, dice que todos los cristianos deben ser comunistas.
-Claro. Cuando Jesús vio que los mercaderes usaban el templo como lugar de intercambio, sacó el látigo. Está escrito en los evangelios.
-Si todos los cristianos fueran comunistas, usted ganaría las elecciones.
-Que no lo sean no significa que no deban serlo. Yo tengo mucho que aprender, pero tengo claro por dónde debemos ir. No podemos renunciar a la protección de los débiles.
La ruptura con Carmena
Dicho todo esto, conviene explicar por qué Sánchez Mato ya no va con Carmena. Ahí está la clave de su candidatura. El exconcejal de Economía del Ayuntamiento capitalino asegura que él no se ha movido de sitio, que fue la alcaldesa quien dijo “hasta luego, Lucas”. En una entrevista con El Confidencial, llegó a decir que el PSOE cuenta con dos papeletas: la de Ferraz y la de Más Madrid -la plataforma creada por Carmena y Errejón-.
Hace tiempo que a la izquierda del PSOE se vive un auténtico Juego de Tronos. La cercanía de Carmena con Errejón ha sido precisamente lo que ha llevado a Pablo Iglesias a apoyar a Sánchez Mato. “Lo considero un compañero, mantenemos una excelente relación. Tengo claro que está con nosotros. Que responda él, pero yo así lo siento”, reflexiona sobre el líder de Podemos.
Este candidato no escatima en dardos contra su otrora jefa y el ex número dos de Iglesias, pero el más explícito quizá sea este: “A ellos les gustan las sentencias inapelables y el verticalismo. Nosotros hemos heredado lo que se cocinó en las plazas y durante el 15-M”. La principal diferencia que les separa, insiste, tiene que ver con la vivienda.
-¿El Ayuntamiento puede hacer más para evitar los desahucios?
-Sí, por supuesto. Por ejemplo, construir vivienda pública. Estaban previstas 4.000 y no se han terminado siquiera sesenta.
-Usted formaba parte de ese Gobierno.
-Sí, pero algunos no aceptamos el chantaje de Montoro. Quisimos incrementar el presupuesto, pero Manuela firmó con el PP. Esos retrasos se han pagado en sangre. Proponemos construir 50.000 viviendas públicas en ocho años. Es perfectamente posible. Existe suelo y presupuesto suficiente. Hace falta voluntad política.
El escrache a Villacís
-En el escrache a Villacís hubo miembros de plataformas antidesahucios. ¿Qué se le viene a la cabeza?
-Una mujer con un crío de pocos meses que fue desahuciada la semana anterior.
-No tiene que ver una cosa con la otra. Ambas situaciones son reprobables.
-No se pueden comparar. En el caso del que le hablo se vulneraron los derechos humanos.
-¿Y eso justifica lo que le ocurrió a la candidata de Ciudadanos?
-Yo no digo que lo justifique, digo que echar a madres con niños de sus casas es injustificable.
-Pero si yo le estoy preguntando por lo de Villacís.
-Sí, y yo te contesto que lo grave es que se vulneren los derechos humanos. En el caso del que usted habla no creo que se haya producido.
Las donaciones de Amancio Ortega
Para culminar una conversación que avanza in crescendo, qué mejor que las donaciones de Amancio Ortega.
-¿Usted también las cree una “limosna inaceptable”?
-La sanidad pública no debe depender de esas dádivas. Tiene que haber justicia fiscal. Existen medidas destinadas a que gente como él no pague los impuestos, que se cargan el principio constitucional que habla de la progresividad.
-¿Da por hecho que Ortega no paga los impuestos?
-Elude y evade impuestos.
-Pero, ¿tiene alguna prueba de lo que está diciendo?
-Lo tiene claro la Airef, que asegura que los grandes propietarios y poseedores disponen de herramientas fiscales para no tributar. Por ejemplo las Socimis, creadas para que esos grandes propietarios tributen sólo por el 1% de sus beneficios. Me parece un expolio.
-Intentemos deslindar el debate. Amancio Ortega es un millonario que da dinero para la lucha contra el cáncer. ¿Por qué quiere rechazarlo?
-Yo soy diabético. Llevo una bomba de insulina. Vivo porque hay sanidad pública, igual que tantos enfermos. La justicia fiscal sí tiene que ver con la sanidad pública. En Madrid se perdona más de 1.800 millones de euros anuales a los grandes propietarios a través de la bonificación del impuesto de sucesiones y del de patrimonio. Las donaciones intentan esconder la injusticia fiscal.