El ajustado resultado de las elecciones en Barcelona, con tres partidos en una baldosa de menos de tres puntos porcentuales, se ha resuelto finalmente a los puntos en favor de ERC y en detrimento de Barcelona en Comú y el PSC. Ernest Maragall ha conseguido diez escaños, cinco más que los republicanos en 2015, y ha superado en 4.800 votos al segundo candidato en liza, una Ada Colau que consigue los mismos concejales que ERC, pero que pierde uno y cuatro puntos y medio porcentuales con respecto a hace cuatro años.
El PSC de Jaume Collboni, que durante una buena parte de la noche llegó a liderar el escrutinio, queda en tercer lugar y consigue nueve escaños gracias a su 18,41% de los votos, un resultado excelente que mejora ostensiblemente el de 2015 (cuatro escaños y un 9,63% de las papeletas).
Manuel Valls consigue seis escaños y un 13,20% de los votos, un escaño y dos puntos más que Ciudadanos hace cuatro años. Su resultado es ambivalente: en sus manos podría estar de hecho la posibilidad de darle la alcaldía a Ada Colau en detrimento de Ernest Maragall sumando con el PSC, o incluso de ofrecer sus votos a cambio de que el alcalde sea Jaume Collboni y no la actual alcaldesa. Le queda también el magro consuelo de haber sido el candidato ganador en el distrito de Sarrià y Sant Gervasi, el de mayor nivel adquisitivo de la ciudad.
En la cola del pelotón, la JxCAT del preso Joaquim Forn y Elsa Artadi se estrella y pasa de diez escaños y un 22,75% de los votos a sólo cinco y un 10,47% de las papeletas. El PP, el último de los seis partidos que logran entrar en el consistorio, salva los muebles, supera el 5% mínimo por sólo 0,01% puntos porcentuales y conserva dos de sus tres escaños después de rozar durante toda la noche su desaparición del Ayuntamiento.
Por bloques, el separatismo pincha en Barcelona y evidencia que la victoria de Maragall sólo ha sido posible gracias a la concentración del voto independentista en ERC en detrimento de JxCAT y la CUP. La CUP, que tenía tres escaños, queda fuera del Ayuntamiento con sólo un 3,89% de los votos. Jordi Graupera, el outsider de estas elecciones, no consigue ni un solo concejal para su formación separatista Barcelona és Capital y se queda con 28.141 votos y un 3,74% de las papeletas. En total, el separatismo pasa de 18 a 15 concejales y de los 288.548 votos de 2015 a los 296.806, una subida inferior al incremento de 5,54% puntos en la participación.
Por su parte, la suma constitucionalista (PSC + Valls/Ciudadanos + PP) crece y consigue 16 concejales por los 12 de 2015, pero se queda lejos de la mayoría absoluta, que en el Ayuntamiento de Barcelona está en los 21 concejales. Globalmente, pasa de los 205.765 votos de hace cuatro años a los 275.524 de hoy.
Vox se queda en 8.703 votos, el 1,16% de las papeletas, muy lejos de esa barrera del 5% que permite la entrada al consistorio.
El resultado, más endiablado de lo que sugiere la euforia de ERC, dificulta pactos cómodos. ERC y Barcelona en Comú no suman. Sí lo hace una suma de ERC, Barcelona en Comú y PSC, los tres partidos de izquierdas, aunque está por ver que los socialistas vayan a aceptar sostener un Gobierno encabezado por un separatista de la línea dura como Ernest Maragall después de haberlo negado rotundamente durante toda la campaña. Más aún después de los resultados de esta noche en el resto de España, mucho menos dulces de lo que habría deseado Pedro Sánchez.
En cualquier caso, y como fuerza más votada, Ernest Maragall podría gobernar en minoría y buscando apoyos puntuales, como ha hecho Ada Colau durante una buena parte de su mandado. Tampoco está claro el futuro de la alcaldesa, que no ha mostrado demasiado interés en continuar en el Ayuntamiento si no revalidaba la alcaldía y se veía obligada a ejercer como una simple concejal.