Nunca el centro ha sido un concepto tan difícil de identificar y tan dañino en la pelea interna de los 'populares'. En el Comité Nacional que celebró el PP tras las elecciones del 26-M, barones y presidente parecían haber llegado al acuerdo de que lo que ha salvado al partido en los últimos comicios es "el giro al centro". Uno a uno fueron saliendo sus líderes regionales ante los medios de comunicación asegurando que han acertado con las posturas más moderadas que han defendido en las autonómicas y locales.
Sin embargo, minutos más tarde de esa procesión, el presidente Casado bajó a la rueda de prensa y les negó tres veces el giro y el centro. El PP resultó el domingo un perdedor triunfante "sin supuestos giros inexistentes". "No ha habido tal giro al centro". "Niego la mayor", aclaró Casado.
Las palabras sentaron como un jarro de agua fría entre los barones que le esperaban para lo que parecía iba a ser una comida de hermanamiento. Los whatsapps iban llegando a sus teléfonos con las palabras de Casado y encendían los ánimos desde el aperitivo. Nadie podía creer que los discursos del Comité Nacional hubieran quedado en saco roto.
No esperaron ni al primer plato. El presidente del PP gallego, Alberto Feijóo; el andaluz, José Manuel Moreno Bonilla, y la valenciana Isabel Bonig fueron los portavoces de lo que todo el mundo pensaba: el PP no puede derechizarse ni en su discurso ni con las personas que son la cara del partido en el día a día.
Por eso, la pelea se ha centrado ahora en los portavoces que va a elegir Casado. Ninguno quiere que la bronca se instale en la bancada del PP y que la cara del partido sea alguien que no sea "centrada". Es decir, los barones le explicaron a su presidente que Cayetana Álvarez de Toledo no era una buena idea para el Congreso y que Ignacio Cosidó, que estuvo en el centro de la polémica por el SMS que acabó con el acuerdo judicial y el nombramiento de Marchena, era impensable para el Senado.
La discusión fue subiendo de tono y llegó al choque personal cuando Pablo Casado aseguró que la foto del Gobierno andaluz le ha hecho más daño que la de Colón. Moreno Bonilla ya no podía más y advirtió que él no ha perdido su personalidad y dudó de que otros pudieran decir lo mismo. Y todavía no se había llegado a los postres.
La calma de Feijóo se impuso en el café. Consiguieron que Pablo Casado no haya nombrado todavía a sus portavoces y sólo de forma provisional ha dado dos nombres: uno que gusta y otro que no. El diputado José Antonio Bermúdez de Castro va a ser el portavoz del Congreso hasta que se decida el nombre definitivo y Cosidó hará lo mismo en el Senado.
Parece que cada uno cogió su camino hacia su región con dos sensaciones: Casado empieza a no escuchar a nadie y ésta no será la última comida bronca.