Es un tipo que camina muy lento y, mientras, mira el móvil. Tan despacio se conduce que algunos de sus compañeros imitan esa zancada reflexiva, socrática. Se llama José María Espejo-Saavedra (Madrid, 1976), pero en Ciudadanos -su casa desde la era fundacional- lo apodan Espejo. En los partidos, al que manda algo le buscan un nombre corto. El paradigma es su compañero José Manuel Villegas, alias "Ville".
Su tarjeta de presentación lo describe como "Secretario de Acción Institucional", un escondite que resguarda su verdadera función: armonizar todas las delegaciones territoriales de la organización y trazar su mensaje. Esta semana ha empezado a coordinar el Comité de Pactos, que decidirá el color de Comunidades y Ayuntamientos antes de que muera junio.
Espejo tiene una ventaja: manda mucho, pero puede ir en el Metro sin que nadie le aplauda o le insulte. Tan agobiante es lo primero como lo segundo. Que se lo diga a su amigo "Albert". Se conocieron en Barcelona. Corría el 2006. Tanto uno como otro se estrenaban en el gabinete jurídico de La Caixa. Espejo, "the man in the mirror", acababa de mudarse. Abogado de profesión y madrileño de infancia, es del barrio de El Retiro. Viajó a Cataluña para trabajar en la entidad bancaria y ha regresado a la capital porque aquel "Albert", reconvertido en tercer líder de la política nacional", lo quiere en el Congreso.
En Juego de Tronos, Espejo sería descrito como "mano del rey". Literariamente, conviene llamarlo "eminencia gris", un término que popularizó Aldous Huxley con una biografía acerca del consejero imprescindible del cardenal Richelieu.
Espejo se encuentra cómodo a la sombra. Apoyado en una columna, sigiloso, vio la primera rueda de prensa de Villegas tras reunirse el Comité de Pactos. Después, revoloteó alrededor del corrillo de periodistas con dirigentes de la formación. Miró, escuchó y se fue.
Motos, tiburones y música electrónica
Pero Espejo, cuentan un par de trabajadores del partido que lo conocen muy de cerca, disfruta con aficiones "sorprendentes", que no encajan en ese perfil sobrio y mesurado. Enamorado del submarinismo, no paró hasta nadar entre tiburones. Se sumerge tanto en acuarios como en mar adentro. También le apasionan las motos y la música electrónica, con la que, seguro, aligera el ritmo lento imitado por sus amigos.
En las negociaciones que le esperan habrá mucho tiburón. Gana quien muerde. Ciudadanos, según las fuentes consultadas por este diario, no renuncia a liderar alguna Comunidad o Ayuntamiento cuando cristalicen las negociaciones territoriales. PP y PSOE tratan de engullirles. Vox les muerde desde el extremo.
Espejo, gafas de pasta azul PP y americana sin corbata, comenzó barriendo con Rivera el local de Ciudadanos en Barcelona. Es de los pocos con influencia en la actual cúspide que goza de esa condición de camisa vieja. "Entre ellos, suelen comentar que llevaban los roll-up y la publi en el maletero", relata otro miembro de Ciudadanos con experiencia en el Parlament. Es una amistad que ha tornado admiración... compulsiva. Espejo retuitea a "Albert" con fruición.
"Es un tío que ha picado mucha piedra, que ha estado en el barro. Ha crecido por mérito y capacidad", coinciden dos amigos y compañeros de Espejo. Un par de dirigentes de Ciudadanos, no obstante, consideran que Rivera, al meterlo en el Comité de Pactos, ha premiado más la "lealtad" que la capacidad, aunque luego transigen: "Es lógico que esté ahí debido a su cargo, Secretario de Acción Institucional".
Espejo entró al Parlament como diputado en 2012. Lo ha sido hasta 2019. A partir de 2015, habiéndose vigorizado Ciudadanos, fue nombrado vicepresidente de la Cámara. "Era el más adecuado. Meticuloso, perfeccionista, con grandes cualidades jurídicas... El PP no tenía nadie en la Mesa. Sabíamos que José iba a ser nuestra única fuente para enterarnos de las intenciones del separatismo", cuenta alguien que estuvo al corriente de su designación.
La vicepresidencia del Parlament otorgó a Espejo, por primera vez, ese papel de eminencia gris. "Somos conscientes de que lo parece, pero el tío es un cachondo. De verdad, es muy divertido", explica un compañero que rozó con él en Cataluña y ahora lo hace en Madrid.
Delantero centro durante la "desconexión"
En los meses previos a la "desconexión", Espejo se convirtió en el enlace clave entre Madrid y Cataluña. Rivera lo llamaba para conocer las intenciones de los independentistas. "Salía de las reuniones de la Mesa y todos corríamos a escucharle. El problema es que habla en 'juridiqués', aunque por fortuna es pedagógico, le gusta explicar y acabábamos entendiéndole", narra otro colaborador del grupo parlamentario catalán.
La mejor prueba de la huida hacia delante del separatismo fue esta reacción de Espejo, evocada ahora por sus compañeros: "Llegó, le preguntamos, nadie entendía nada y el tío gritó: '¡El problema es que aquí no hay ley!' Y, efectivamente, no la había".
Durante los plenos del 6 y el 7 de septiembre de 2017, Espejó copó los telediarios. Mientras Carme Forcadell, presidenta del Parlament, arengaba en favor de la "desconexión", él la interrumpió, tomó la palabra y denunció lo que sucedía. Hasta que ella le negó el micrófono.
José María Espejo-Saavedra, dicen sus amigos y compañeros, ha "aprendido mucho". Incluso tuitea desde su butaca, en directo, mientras pasan las cosas. "Mano del rey" por la mañana y osado nadador por las noches, será artífice de los próximos pactos de Ciudadanos.