Todo ha cambiado desde la célebre fotografía del primer Vistalegre, el fundacional, en octubre de 2014. En la imagen, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Luis Alegre, Carolina Bescansa, Tania González y Juan Carlos Monedero se abrazaban con una conjura: asaltar los cielos para derrotar al bipartidismo. Cinco años después ya nadie se sienta junto al líder. Solo Monedero, que no ostenta cargo orgánico alguno, sigue cerca de él.
Y aunque Pablo Echenique no aparezca en aquella ya mítica imagen embrionaria del partido, este martes por la noche Podemos ha confirmado que lo aparta de la Secretaría de Organización. Echenique se unió a las filas del partido morado desde su creación en enero de 2014, y, cinco años después, pierde la confianza de Iglesias y ya no será su número dos.
El sacrificio de Echenique, que hasta ahora ejercía de lugarteniente en el aparato del partido, demuestra que Pablo Iglesias está dispuesto a todo para aferrarse al liderazgo de Podemos.
Sólo 24 horas antes de conocerse su defenestración, Echenique salía al paso del alud de críticas al líder de Podemos por la debacle electoral de los pasados comicios. "Da mucha fuerza entrar en Twitter y ver que #YoConPabloIglesias es trending topic. Porque sé quién es. Porque no se vende. Porque nunca se equivoca de bando". Los elogios de Echenique no le han evitado pagar los platos rotos de los pésimos resultados de la organización en los últimos comicios.
Hay otra imagen: la de Vistalegre II, de 2017, donde se enfrentaron los proyectos de Errejón e Iglesias. De ahí se han caído, por el momento, tres dirigentes. Íñigo Errejón, Pablo Bustinduy y ahora también Pablo Echenique. Le siguen acompañando Rafael Mayoral e Irene Montero.
Podemos y las europeas de 2014
Podemos nació para la opinión pública en mayo de 2014, en las elecciones europeas, en las que logró cinco escaños. Pronto, incendió la política nacional, amenazando con el fin del bipartidismo y con un lenguaje y programa que comenzaron a dar sus frutos entre el descontento. El último barómetro del CIS de aquel año les situaba por encima de PP y PSOE en intención directa de voto.
En 2015, la autoproclamada "nueva política" consigue ayuntamientos tan importantes como Madrid o Barcelona, presentándose con diversos nombres en los municipios, fruto de confluencias, y manteniendo la marca Podemos en las comunidades autónomas, donde la recién nacida formación entra de forma más discreta.
En todo caso, el terreno quedaba abonado de cara a las generales, en diciembre: 5,1 millones de votos y 69 escaños con la suma de sus socios. El escenario obligaba a un crecimiento precipitado, a la creación de una estructura sólida y a saber manejar el poder alcanzado. La caída estaba a punto de comenzar, con la pronta diferenciación de las familias internas y sus discrepancias sobre la estrategia. El 15-M quedaba ya demasiado lejos.
2016: empieza la guerra interna
La legislatura se fue al traste en unos meses ante la imposibilidad de investir a un candidato. Se repetirían en junio de 2016: Podemos había empezado a caer, pese a haberse aliado con Izquierda Unida. Errejón nunca aprobó aquella decisión, convencido de que, en política, "uno más uno no son dos". Tenía razón: 67 escaños.
En septiembre de 2016, el enfrentamiento Iglesias-Errejón empezó a ser público, con las redes sociales como campo de batalla. El secretario general ya había hecho exhibición de su mando destituyendo a su secretario de Organización -número 3-, el errejonista Sergio Pascual. El hashtag #AsínoÍñigo, impulsado desde la dirección, marcó aquellas navidades.
2017 está marcado por el llamado Vistalegre II. La guerra dio un nuevo salto y Errejón, que cayó derrotado, empezó a hacerse cada vez más pequeño en el organigrama, así como sus seguidores. De número 2 pasó a ocupar un cargo de nuevo cuño que le mantenía alejado de la cúpula y una fila por detrás de Iglesias en el Congreso. Irene Montero se quedaba con la Portavocía en el Congreso.
Para calmar los ánimos, y ante el grito de "unidad" de la militancia en Vistalegre, Iglesias convenció a su antiguo rival para liderar el proyecto en la Comunidad de Madrid. Se logró una tregua, pero no la paz. Hasta el último día, Errejón tuvo escollos para elaborar su lista.
Finalmente, Errejón dio la espalda a Iglesias creando la plataforma Más Madrid, junto a Manuela Carmena.
Y esa división no se ha producido únicamente en Madrid. La fractura territorial se ha reproducido en buena parte de las regiones. Y eso se ha trasladado a los resultados de las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo, cuando Iglesias más poder creía tener.