La izquierda no se puso de acuerdo en 2016, se repitieron las elecciones y Mariano Rajoy ganó 14 escaños que desembocaron en su investidura. La experiencia del desamor en la izquierda parece siempre beneficiar a la derecha, ya sea en el Congreso de los Diputados o en comunidades y ayuntamientos como Madrid.
Con la sombra de unas segundas elecciones comenzarán a negociar el martes Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, dos líderes condenados a entenderse, según creen amplios sectores en sus partidos, pero que parten de posiciones aparentemente irreconciliables.
El PSOE asegura estar abierto a negociar con Podemos un acuerdo de investidura pero mantiene que el Gobierno debe ser netamente socialista aunque incluya a independientes próximos a Unidas Podemos. En cumplimiento de los deseos expresados en campaña, Iglesias quiere gobernar y propone un Ejecutivo de coalición en el que haya ministros de su partido. Según él, no existe mecanismo alguno para controlar el cumplimiento de los acuerdos firmados con el PSOE. Sólo la presencia de ministros de Podemos garantizará que, una vez investido, Sánchez no se olvida de sus promesas.
“Estamos hartos del Gobierno a la portuguesa. Venga a hacer papeles y papeles que no llegan a ningún sitio”, lamentaba un diputado de Unidos Podemos esta semana en el Congreso. “Para sacar las políticas adelante hay que gobernar”, insisten.
La posición de Iglesias parece exótica en el Gobierno. Si teniendo 71 diputados Unidos Podemos no entró en el Gobierno de un PSOE apoyado en 84 escaños, mucho menos puede exigirlo con 42 frente a 123. El argumento del PSOE es claro: nadie quiere unas segundas elecciones, pero Iglesias es el que más escarmentado debería estar tras no apoyarle en 2016, cuando Sánchez fraguó un pacto con Ciudadanos al que invitó a la formación morada.
El PSOE da por hecho que la repetición electoral no haría sino incrementar los apoyos a Sánchez. Más ahora que ha gobernado y que ha sido premiado por los electores con 39 escaños más de los que tenía. En ese sentido, si Iglesias tensa tanto la cuerda que la rompe, por ejemplo manteniéndose en su exigencia de entrar en el Ejecutivo, podría estar firmando la sentencia de muerte de su partido, sostienen los socialistas. En ese sentido, parece que el PSOE sólo tiene que limitarse a esperar, algo que ha hecho desde el 28 de abril, ya que Sánchez no descolgó un teléfono desde que ganó las elecciones.
Iglesias también tiene su botón nuclear
En Unidas Podemos lo ven de otra manera. Es posible que la repetición de las elecciones perjudicase a Unidas Podemos, pero repartir las cartas podría arrebatar a Sánchez la Moncloa, sostienen. Hay una incertidumbre clara cada vez que se llama a las urnas, pero en este caso el PSOE podría salir trasquilado, creen en la formación morada.
La explicación es sencilla. Entre los ingredientes de la victoria socialista estuvo el miedo a Vox. Pero difícilmente podrá sostenerse en el tiempo, ya que su entrada en las instituciones dará a los electores muestras de que su presencia no trae aparejada el Apocalipsis que pronosticaban los socialistas. El PSOE llamó a votar para frenar a la ultraderecha, pero en unos meses Santiago Abascal habrá pasado a formar parte del paisaje político institucional, tanto en el Congreso como en comunidades y ayuntamientos.
En Podemos creen que el PSOE concurrirá a unas segundas elecciones por fuerza menos movilizado, además de harto de la parálisis política. Al mismo tiempo, fuentes moradas estiman que el PP puede activar el voto útil, recuperando parte del electorado que se fue a Vox o a Ciudadanos pero que ha comprobado la esterilidad de su voto para investir a un candidato alternativo a Sánchez.
En ese sentido, el PP podría llegar a las elecciones recuperado tras comprobarse que la dispersión del voto castiga a la derecha, como ha explicado tantas veces Pablo Casado.
Dicho de otro modo: la repetición electoral podría hacer bajar a Unidas Podemos, quizás subir al PSOE, pero al final permitir la coalición a la andaluza que no fue posible en las últimas elecciones generales.
¿Querrá arriesgarse Sánchez?
Tanto si la tesis es válida como si no, probablemente a Sánchez no le apetezca comprobarlo y arriesgarse a ser un presidente que nunca fue investido sino sólo elegido a través de una moción de censura.
El botón nuclear de la repetición electoral, tanto en manos de Sánchez como de Iglesias, puede enturbiar mucho las negociaciones y dificultar las cesiones necesarias para lograr un acuerdo.
“Les tengo que decir que se armen de paciencia. Van a ser semanas muy largas, muy intensas, va a haber muchísimas presiones, va a haber días y días históricos, noticias y noticias sin precedentes...”, pronosticaba Iglesias el jueves. Según el líder de Unidas Podemos, las emociones fuertes no han ni siquiera comenzado.