Los pasillos del Congreso están prácticamente vacíos: sin investidura y con las vacaciones asomándose por la ventana, los diputados tienen la agenda forzosamente en blanco. Los grupos parlamentarios ya están asentados y los sitios, distribuidos. Pero falta un único detalle por concretar y no es menor: quién será el portavoz del PP.
Todos los demás portavoces están claros. Por el PSOE, Adriana Lastra; por Ciudadanos, Inés Arrimadas. La voz de Unidas Podemos va a ser Irene Montero y la de Vox, Iván Espinosa de los Monteros.
Pablo Casado decidió posponer en su día el nombramiento del portavoz parlamentario y prefirió mantener como interinos a José Antonio Bermúdez de Castro en el Congreso e Ignacio Cosidó en el Senado. Un motivo fundamental le empujó a ello: la resistencia de los barones a aceptar su opción favorita, Cayetana Álvarez de Toledo, sobre todo a raíz de la debacle del 28-A.
"Pesos y contrapesos"
Esa oposición incluía un cuestionamiento —ya neutralizado tras los resultados de las elecciones municipales y autonómicas— hacia el proyecto y las intenciones del líder del PP. Ahora parece que ya hay vía libre. Así lo confirman fuentes populares consultadas por este periódico. “Todo es cuestión de pesos y contrapesos: ahora que nos va bien en las comunidades y que hemos retenido gran parte de ellas y mejorado el resultado de las generales, nadie se va a oponer”, comentan.
“Si las cosas van bien en la gestión de los pactos, como está sucediendo, nadie va a levantar la voz. Otra cosa sería si las cosas fuesen mal, entonces sí se pediría un cambio de rumbo”, deslizan. Lo cierto es que los barones territoriales ya pusieron al presidente entre la espada y la pared. Le comunicaron a la cara lo que pensaban: que Álvarez de Toledo, si bien “es brillante, e intelectualmente una de las mejores de este país”, simboliza ese PP más derechizado que no les viene bien.
Casado escuchó, y aunque no reculó sí pospuso los nombramientos para más adelante. Los territorios ahora también conceden que la decisión es personal del presidente y que está “en su derecho” de hacer “lo que él considere”. “Así lo hizo Rajoy, y también Aznar”. En la dirección nacional dan por seguro que el nombramiento se hará público tras la Junta Directiva Nacional que se celebrará a mediados de julio.
No tendría sentido, opinan las fuentes consultadas, hacerlo antes, puesto que aún están por cerrar las investiduras de los gobiernos regionales y, sobre todo, del gobierno central. Hasta que Pedro Sánchez fije fecha, nada.
La opción de Cuca Gamarra
Sin embargo, fuentes de la Ejecutiva comentan en privado que, a pesar de que la de Álvarez de Toledo es la opción con más posibilidades, nada está cerrado. “Hay que esperar, a Cayetana la están poniendo los medios en el disparadero, pero no está decidido”, indican. Sí que la alaban en privado: “Tenemos muy buena relación con ella. Su criterio es interesante”.
Otras opciones, como la de la actual diputada por La Rioja y vicesecretaria de Acción Social, Cuca Gamarra, han dejado de sonar con tanta fuerza. Porque, a pesar de que hay quienes la ven con muy buenos ojos, echan en falta que tenga más experiencia parlamentaria y, sobre todo, su elección no cuadraría con un criterio que parece que se va a imponer en Génova: evitar la acumulación de cargos. Gamarra es vicesecretaria general de Política Social del PP y ha coordinado la campaña de las elecciones municipales.
Dentro de la remodelación que estudia Casado, no quiere que haya vicesecretarios que tengan la cabeza en otros menesteres. Y los portavoces también son miembros del Comité de Dirección. Así, de nombrar a Gamarra en el Congreso —e incluso a Maroto en el Senado, a través de la designación de los senadores por cuota autonómica— se incumpliría ese criterio. Un problema, sin embargo, que no tiene Álvarez de Toledo.