Fernando Sánchez Costa, el nuevo presidente de Sociedad Civil Catalana (SCC), llega al cargo apelando a la unidad y a la superación de los conflictos en el seno de una entidad que no ha vivido los meses más plácidos de su existencia en los últimos tiempos. Respaldado por unanimidad –132 votos a favor, 10 abstenciones y ningún voto en contra–, Sánchez Costa se ha propuesto como objetivo ampliar el número de socios hasta convertir SCC en el Òmnium constitucionalista, además de en el referente civil de todos aquellos catalanes que rechazan el independentismo.
Sánchez Costa sucede al frente de la entidad nacida en 2014 a Josep Ramon Bosch, que abandona SCC para dedicarse a la gestación de su nueva criatura, un partido catalanista –pero no nacionalista ni independentista– de centroderecha destinado a desequilibrar el eterno empate del panorama político catalán entre separatistas y constitucionalistas.
Exdiputado del PP, periodista y doctor en Historia Contemporánea, Sánchez Costa se hace acompañar en la nueva andadura de SCC de nombres con perfiles que abarcan todo el espectro político. Desde Juan Arza (tesorero) hasta Álex Ramos (vicepresidente), Alexandra López Liz (vicepresidenta), Anna Grau (nuevos proyectos) y Sonia Reina (área metropolitana), entre muchos otros. Es decir, desde la socialdemocracia hasta la derecha conservadora, pasando por el centro y el liberalismo.
Sánchez, que ha pedido la baja del PP para dedicarse de pleno a SCC, responde a las preguntas de EL ESPAÑOL el mismo día que las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez parecen abocar a un Gobierno apoyado en precario por nacionalistas y radicales de extrema izquierda a causa de la incapacidad de los tres partidos constitucionalistas para pactar un Gobierno centrado de progreso.
¿Cómo ve las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez, señor Sánchez?
Los constitucionalistas catalanes vemos con cierto estupor cómo los grandes partidos nacionales son incapaces de pactar un Gobierno estable para nuestro país. Desde SCC les pedimos que tengan la generosidad y la valentía de poner el interés nacional y el bien común por encima de sus intereses legítimos, pero parciales, de partido. Es mucho lo que se juega España, y estamos convencidos de que los españoles sabrán agradecer y valorar a aquéllos que muestren una actitud de mayor predisposición al acuerdo constitucionalista.
Cataluña fue un ejemplo, en octubre de 2017, de que el acuerdo entre PP, PSOE y Cs es posible.
Sí. En ese momento fuimos capaces de estar unidos, de poner la defensa de la Constitución por encima de nuestras discrepancias ideológicas. Y ahora vemos con sorpresa cómo en el Gobierno central y en las Cortes es imposible repetir esa experiencia tan bonita que vivimos en Cataluña. ¿Alguien piensa que los independentistas catalanes no pactarían para el Gobierno de la Generalidad? Llevan seis años haciéndolo. Pero nosotros somos incapaces de hacerlo, especialmente en este momento, cuando España puede jugar un papel geoestratégico decisivo en la UE.
¿Resuelve su nombramiento la crisis interna en SCC?
Estoy muy agradecido y emocionado porque el 97% de los socios ha votado a mi candidatura. Eso es señal de una unidad casi sin precedentes dentro de SCC y una muestra de que la crisis se ha cerrado correctamente. Ahora estamos todos concentrados en trabajar para el futuro. Es cierto que SCC ha trabajado siempre bajo una presión ambiental muy fuerte y con personas de procedencias muy diversas. Y eso ha derivado en momentos de grandes éxitos, pero también en momentos de crisis como los que hemos vivido estos últimos meses. Pero creo que al final hemos salido reforzados, con una junta muy renovada, muy plural y muy fuerte también en su experiencia política y organizativa.
¿Qué retos se plantea SCC de cara al futuro?
En esta nueva etapa nos hemos planteado un reto primordial, que es fortalecer mucho la estructura de SCC. Es decir, aumentar significativamente el número de socios y de colaboradores económicos. Queremos ser una entidad musculada, con capacidad de movilización, de capilaridad y de incidencia en la vida social, económica y política catalana. Al fin y al cabo, vamos a centrarnos a medio plazo –no tanto políticamente como social y culturalmente– en promover una nueva hegemonía. Un nuevo marco cívico y cultural en Cataluña en el que el independentismo pierda el control de todos los espacios de la vida pública y acabe perdiendo también el Gobierno de la Generalidad. Vamos a hacer una actividad política intensa a corto plazo, pero también trabajar a largo con voluntad de llegar a todos los sectores y rincones de la sociedad catalana.
¿Cree que la crisis de los partidos constitucionalistas en Cataluña es coyuntural o señal de un futuro en el que no quedará espacio en la comunidad para partidos no nacionalistas?
Lo que está en crisis en Cataluña y el País Vasco no son tanto los partidos constitucionalistas como la misma idea de España y la presencia del Estado. Todo ello acaba derivando en el debilitamiento de los partidos que defienden la Constitución y la idea de España. Por eso es tan importante que todos los españoles, y especialmente aquéllos que tienen responsabilidades políticas y civiles, se impliquen en la tarea de la recuperación de la idea de España en Cataluña y el País Vasco. También, que el Estado tenga la valentía de volver a estas tierras. No de volver de forma impositiva, sino de forma persuasiva. Invitando a todos los ciudadanos de España a implicarse en un proyecto para que el país que sea una casa común para todos.
¿Qué le parece el nuevo partido de Josep Ramon Bosch?
SCC no apoya ni se identifica con ningún partido político concreto. Tampoco quiero dedicarme a comentar rumores sobre nacimientos de partidos. Lo único que puedo decir es que conozco a Josep Ramon Bosch y es una persona que no da puntada sin hilo.
¿Cuáles serán las líneas estratégicas de la SCC del futuro?
Lo primero, seguir desarrollando una línea de oposición firme a la hegemonía del nacionalismo en el espacio público catalán y sobre los catalanes no nacionalistas. Estoy pensando en la ocupación del espacio público con símbolos partidistas, en el rechazo del bilingüismo o en la patrimonialización de las instituciones por parte del nacionalismo. Queremos dar voz a millones de catalanes que demasiadas veces se han visto relegados en la toma de decisiones por parte del Gobierno autonómico.
Pero también queremos desarrollar una segunda línea más persuasiva, más de invitación, centrada en convencer a ese 70% de catalanes que se sabe catalán y español al mismo tiempo y en distintos grados de que se trata de dos sentimientos de pertenencia perfectamente compatibles. Que esa incompatibilidad que ha querido dibujar el separatismo es falsa.
¿Es recuperable la idea de España en Cataluña?
España es un proyecto común que hemos de construir entre todos. España vale la pena. Es una gran plataforma de oportunidades para todos los catalanes y una realidad que no vale la pena romper. Lo que sí tiene sentido es trabajar para hacerla mejor. Estamos convencidos de que esta orientación de futuro hará que muchos catalanes abandonen las falsas esperanzas del procés para volver a la esperanza realista de construir una España que sea la casa común de todos. Una Cataluña por fin plural donde todos los catalanes nos sintamos a gusto. Independientemente de si en tu casa has puesto lazo amarillo o de si tienes pancartas a favor de los presos independentistas.