Parecía que no entraría en el orden del día, pero finalmente Santiago Abascal alcanzó la tribuna del Congreso en el debate de investidura. Fue el último envite de la sesión del lunes y había expectación por la intervención del presidente de Vox, que se ha dejado prodigar poco en los últimos tiempos. Pero no jugó buena mano: en su estreno, Abascal fue sumido en la irrelevancia. Como en el poema de Cervantes: Y luego, in continente /
caló el chapeo, requirió la espada / miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
Con un recuerdo a la Guardia Civil a modo de saludo, Abascal arrancó dejando claro lo que todo el mundo sabía: que ni ellos iban a apoyar a Sánchez ni Sánchez les pedía su apoyo. "Creo que usted se siente orgulloso de ello y yo también", adujo, lo que causaba sonrisas en la bancada socialista.
Rápidamente, el líder de la formación de extrema derecha, que había estado inusualmente quieto, poco expresivo a lo largo de la sesión del día, volvió al discurso clásico de Vox: mostrarse víctima de un "apartheid" político y mediático e intentar reivindicar que su electorado es el de los españoles que no piensan como los demás.
Dentro del repertorio de temas que conforman la agenda del partido -que incluyó un repaso a la historia familiar del diputado, menciones a ETA, Junqueras y Maduro, así como diversos ataques al feminismo, el movimiento LGTBI o las ONG proinmigración-, Abascal quiso constatar que su formación "no le otorga ninguna credibilidad" a Sánchez, aun si "pretende disfrazarse de hombre con sentido de Estado". "No ha llegado España hasta aquí para que la derroten una pandilla de sediciosos y fanáticos".
"¿Escucha? Es la ultraderecha"
Sin embargo, las palabras del presidente de Vox cayeron en saco roto: apenas se dirigió Pedro Sánchez al partido debutante, sino que centró su mensaje en sus homólogos de Ciudadanos y PP. "Señor Rivera, ¿escucha? Es la ultraderecha", se mofó el presidente del Gobierno en funciones.
Y continuó: "Señores Rivera y Casado, ¿escuchan lo que ha dicho su socio?", se preguntó Sánchez, mientras acusaba a ambas formaciones de ser "irresponsables" por pactar con Vox en gobiernos locales y autonómicos.
"En España sufrimos una anomalía europea: en partidos hermanos del señor Rivera y del señor Casado vemos que el comportamiento es radicalmente distinto", constató. "En Francia el Frente Nacional no ha podido gobernar en 13 regiones porque se ha puesto un cordón sanitario a la ultraderecha. En Alemania, la CDU de Angela Merkel afirmó que estarían dispuestos a renunciar al gobierno federal alemán con tal de no pactar con la ultraderecha. En Suecia se ha puesto un cordón sanitario a la ultraderecha. En Finlandia los partidos que apoyaron a la ultraderecha han provocado una sonora derrota a sus tesis y ahora gobierna la socialdemocracia", enumeró el socialista.
Sánchez no se quedó ahí en su ninguneo hacia Vox. Pronosticó que "lo que hoy son 24 escaños, mañana serán 14". "La mejor foto que explica la deriva del PP y Cs es la de Colón. Espero que reconsideren esta posición y que levanten el cordón al PSOE y que se lo pongan a la verdadera amenaza a la democracia española, que es la ultraderecha".
"Prefiere a Otegi que a Ortega Lara"
Abascal pataleó e intentó revertir las palabras de Sánchez con dureza, tratando de volver el foco de la conversación hacia él y su partido: "Traía usted los papeles ya preparados no para contestarme a mí, sino a los señores del PP y Cs", acusó.
"Por sus ataques a unos y silencios ante otros, por sus fobias y filias, por el tono con unos y con otros, usted prefiere antes a Otegi que a Ortega Lara". "No tiene credibilidad porque le hemos visto envolverse en una bandera gigante de España y después decir que hay cuatro naciones, porque a usted le da lo mismo arre que so, Juana que su hermana. Creo que va a ser elegido con los votos de los enemigos de la nación, pero me apiado de su destino. Que la historia le juzgue".
Ni con esas consiguió la atención de Pedro Sánchez. En su última réplica, el candidato a presidente del Gobierno volvió a dirigirse a Casado y a Rivera, lo que provocó el enfado de la bancada de Vox. "Estamos escuchando un discurso reaccionario que pone en cuestión muchos de los derechos y libertades que hemos conquistado".
Y finalizó con un ruego: "Señor Rivera, señor Casado. Solo les pido que escuchen lo que ha dicho el señor Abascal. Reflexionen sobre su posición sobre la gobernabilidad. Si no quieren confiar en la palabra del PSOE, solo le pide que escuchen el consejo y la acción de los partidos liberales en Europa y del PP europeo".