Mientras desde Podemos tratan de que alguien en el PSOE deje de despreciarlos en público, y al tiempo que se mantienen contactos "discretos" para sondear la posibilidad de un acuerdo de última hora, el presidente del Gobierno en funciones ya se va resignando a la posibilidad de tener que repetir elecciones generales. Este mismo sábado lo admitía la vicepresidenta en funciones. Carmen Calvo dice que "es muy previsible" acabar en elecciones, más allá de que pida "un recital de responsabilidad"
La fecha del 10 de noviembre, hoy lejana, se acercará inexorablemente cuando, a la vuelta de agosto, se reinicie la actualidad política. Ha comenzado este viernes por la tarde la única semana de vacaciones que Moncloa ha dado a sus ministros. Y a pesar de que Pedro Sánchez ha estado estas semanas de ruta por España reuniéndose con posibles socios y con "representantes de diferentes colectivos", él mismo ha decidido -tal como informó EL ESPAÑOL- dejar "para finales de agosto o principios de septiembre" su cita prevista con Pablo Iglesias.
En el lado morado interpretan esta dilación como "la repetición de los mismos errores" de la negociación e investidura fallidas del pasado julio. En palabras de Yolanda Díaz, portavoz de Galicia en Común y elegida por Iglesias como su ministra de Trabajo, aunque ahora el Ejecutivo se ponga como obligación "recuperar la confianza" con Unidas Podemos, dejar para tan tarde los primeros contactos oficiales -y dentro de una ronda que incluirá también al PP, "como no podía ser de otra manera", en palabras de Sánchez- es reiterar los errores.
El caso es que esta semana, según ha podido saber este periódico, el líder del PSOE ecomendó Santos Cerdán, secretario de Coordinación Territorial del partido, poner la maquinaria electoral a punto, asumiendo el 10-N como una posibilidad cada vez más evidente. Los socialistas mantienen la "desconfianza recíproca" con el Podemos de Iglesias... sobre todo por la cerrazón de Iglesias. Porque ya saben que Alberto Garzón (IU), los Comuns de Ada Colau y la facción Anticapitalistas se han mostrado abiertos al "acuerdo programático" una vez que "la opción de la coalición ha fracasado".
La "coartada" navarra
Pero en el PSOE, además, dan por hecho que PP y Cs no darán su brazo a torcer. Y menos después del acuerdo de María Chivite en Navarra para pactar con todo el arco parlamentario -incluida la abstención instrumental de Bildu- para que Navarra + no pudiera gobernar. "Es una coartada perfecta", afirma una fuente parlamentaria a este periódico, en respuesta a la eterna pregunta de si hay alguna opción de que Casado o Rivera replanteen su posición "por patriotismo". Porque es ese mismo patriotismo el que alegan los líderes del centro derecha.
En Ferraz cuentan con que por su derecha no habrá movimientos, y que a su izquierda habrá -de nuevo- una pelea de "relatos" para ver quién logra que sea el otro el que aparezca como culpable ante la opinión pública. El PSOE ya se ha cauterizado ante la posibilidad de que Iglesias diga que ahora acepta la oferta que en julio era "vacía e irrespetuosa", advirtiendo el propio secretario de Organización, José Luis Ábalos, de que "lo de la coalición era en julio, ahora ya no".
Al tiempo, Sánchez se está adueñando de los movimientos estratégicos previos de su rival morado: se reúne él con colectivos sociales, como hizo el de Podemos en julio. Así legitima su discurso "progresista" y aprovecha el silencio autoimpuesto en Podemos. Si "la discreción manda en esta fase", como afirman las fuentes del supuesto "socio preferente", el PSOE no la está respetando. Así que los puentes que se tienden por debajo de la mesa se derrumban a la vista de todos cada día.
De 'indepes' a "nacionalistas"
En todo caso, los socialistas saben que la única opción que les queda, si no es la electoral, es la de acordar algo con Iglesias y, además, ganarse el voto de los partidos separatistas. Gabriel Rufián ya advirtió de que "en septiembre será más difícil", cuando se acumulen la Diada, la sentencia del procés, las vísperas del aniversario del referéndum ilegal del 1-O... pero, a preguntas de este periódico, insistió en que "difícil no es imposible".
Así que Sánchez y su portavoz, Isabel Celaá, rebautizaron este viernes a ERC y JxCat como "partidos nacionalistas catalanes". De repente, se dejaba a un lado toda la argumentación de que "no queremos un Gobierno con ataduras" que dependa "del apoyo de los independentistas" que se sostenía hasta pocos días atrás.
El PSOE no quiere gobernar con esa rémora, en todo caso, pero ése pretende ser el bálsamo por si inesperadamente se llega a un acuerdo, aunque sea de mínimos, con Unidas Podemos. Porque el líer socialista teme la "deslegitimación de origen" que como acusación ya preparan en filas populares, según confesó la citada fuente parlamentaria a este periódico, si en septiembre ERC y EH Bildu -que votan en conjunto en el Congreso- facilitan la investidura de Pedro Sánchez.
Así las cosas, en Ferraz se ha comenzado a poner a los comités territoriales en orden para elaborar listas; se reordenan papeles para elaborar argumentarios y mensajes; y se repasan las encuestas para alcanzar a ver cuál es el objetivo realista al abrir las urnas del 10-N... no vaya a ser que nos encontremos en un escenario equivalente.