Durante 15 días y 16 noches, el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez ha mantenido un pulso soterrado con Matteo Salvini a cuenta de los 147 migrantes que Open Arms ha rescatado de una previsible muerte en la fosa común del Mediterráneo. El Ejecutivo socialista, que se debate entre una segunda investidura y una posible repetición electoral, enterró estos días el espíritu del 'Aquarius' y se ha enrocado en una postura que va a tener que enmendar.
"No puede ser que España sea el único puerto seguro, ni que sea el único país que asuma el salvamento de inmigrantes, esta no debería ser una cuestión voluntarista". El ministro de Fomento, Jose Luis Ábalos, fue tajante hace una semana sobre la responsabilidad de España ante la crisis del 'Open Arms'. En la misma línea se manifestaron el resto de miembros del Gobierno. El barco no era su responsabilidad y era Italia quien tenía que actuar en esta ocasión.
Sin embargo, España ha aceptado casi a regañadientes una solución salomónica tras la mediación de la Unión Europea. Portugal, Francia, Alemania, Rumanía, Luxemburgo y nuestro país se quedarán con los náufragos tras pactar un "reparto equilibrado" del que ha informado el primer ministro italiano Giuseppe Conte en una dura carta dirigida a Salvini.
El papel de Italia en esta ecuación no está claro al cierre de esta información. Tras varios días de tempestad en alta mar, un juez italiano dio la razón a la ONG española y el 'Open Arms' ha fondeado en aguas italianas, a una milla de Lampedusa. La decisión judicial del miércoles permite al barco de bandera española estar en territorio italiano "ante la grave situación" sin miedo a sanciones millonarias. Sin embargo, el desembarco depende en última instancia de la Guardia Costera de Italia, que a su vez controla el Ministerio del Interior encabezado por Salvini.
A última hora del jueves 9 inmigrantes fueron evacuados a tierra por motivos psicológicos. A estos se suman otras cuatro personas que han tenido que abandonar el barco la pasada noche por complicaciones que requieren atención especializada.
A bordo del 'Open Arms' el optimismo se ha colado de forma tímida tras días de malas noticias y esperan que todos puedan pisar tierra italiana en las próximas horas. El primer ministro de la inestable coalición que gobierna Italia ya ha llamado al orden a Salvini en público con una carta publicada en Facebook: "Te he invitado, literalmente, 'en el respeto a la normativa en vigor, a adoptar con urgencia las medidas necesarias para asegurar la asistencia y la tutela a los menores presentes en la embarcación".
Conte asegura en el texto que Salvini no atiende a razones ni acata sus órdenes: "Hablar como ministro del Interior y alterar una clara posición de tu presidente es un claro ejemplo de deslealtad, la enésima a decir verdad, que no puedo aceptar". El líder xenófobo, por su parte, mantiene su 'no es no' a permitir el desembarco: "No me pagan por ser una alma buena, sino por defender la seguridad".
Acabe como acabe la crisis humanitaria del 'Open Arms', la partida política deja a Salvini vivo y a Sánchez rectificando. Los migrantes solo pisarían tierra italiana por unas horas antes de partir a sus respectivos destinos -entre ellos España-. Además, el episodio evidencia de nuevo la necesidad de un mecanismo europeo que regule estos desembarcos. Estrella Galán, directora de la Comisión española de ayuda al refugiado (CEAR) hacía este jueves un llamamiento en RNE para aprender la elección: "Hay que sancionar a Salvini de una vez. No podemos consentir que algunos estados pongan en jaque el espíritu de la Unión Europea".