Si de algo no cabe duda alguna a día de hoy es de la capacidad ponzoñosa de un procés separatista que en apenas siete años de vida ha sembrado de discordia Cataluña, tanto a un lado como al otro de la frontera constitucional. A la quiebra de la sociedad catalana en dos bandos irreconciliables y a la guerra civil en el seno del propio separatismo ha de sumarse hoy la ruptura, de momento extraoficial, de Ciudadanos con Sociedad Civil Catalana (SCC). Una ruptura que Cs achaca a la transformación de SCC en una asociación "complaciente con el nacionalismo" y que SCC niega con vehemencia.
La ruptura fue escenificada el pasado lunes por el presidente de Ciudadanos en el Parlamento autonómico catalán, Carlos Carrizosa, durante una entrevista con la agencia de noticias Europa Press. En dicha entrevista, Carrizosa acusó a SCC de "abrazar las tesis del socialismo en Cataluña". "Temo que esta asociación mire de no ser incómoda a las tesis de Pedro Sánchez. Es lo que se desprende de las últimas declaraciones de su presidente, Fernando Sánchez Costa", dijo ese día Carrizosa.
Las palabras del portavoz de Cs no son inocentes. Pocas cosas se castigan más hoy en el seno del constitucionalismo catalán que el estigma de "complacencia" con el nacionalismo. Pero Carrizosa no se quedó ahí. También acusó a SCC de no hacer bien su trabajo. "No existe una movilización contra la hipermovilización del nacionalismo en la sociedad. Esa es una asignatura pendiente en la sociedad catalana y por eso digo que hay mucho trabajo que hacer para una asociación que se llama Sociedad Civil Catalana".
Las declaraciones de Carrizosa llegan pocas semanas después de la polémica en la que se vio envuelto el recién nombrado presidente de SCC, Fernando Sánchez Costa, después de que este afirmara durante una entrevista que "no se le puede decir 'no' a dos millones de personas", en referencia a los aproximadamente dos millones de catalanes que votan a partidos separatistas. En realidad, lo que dijo Sánchez Costa, según SCC, fue "no se le puede decir sólo 'no' a dos millones de personas".
La matización llegó, en cualquier caso, demasiado tarde. La afirmación del presidente de SCC, sin el matiz de ese 'sólo' que cambiaba ligeramente el sentido de su declaración, provocó una tormenta sin precedentes en el seno del constitucionalismo catalán. SCC se vio obligada a explicar que las palabras de su presidente se habían malinterpretado. "No nos hemos movido ni un milímetro de nuestras posiciones" dijeron sus portavoces. "Seguimos donde estábamos", añadieron. Pero la semilla de la duda germinó en terreno fértil.
El problema es el PSC
En conversación con EL ESPAÑOL, fuentes de Cs dicen tener claro que SCC sí se ha movido. "La crisis nace a raíz de la subida de Cs en Cataluña tras la manifestación constitucionalista del 8 de octubre de 2017 que culminó con la victoria del partido en las elecciones autonómicas catalanas de diciembre de ese año. En SCC siempre ha habido un sector importante controlado por gente del PSC. Y esos socialistas de SCC consideraron en ese momento que Cs había conseguido capitalizar el 8 de octubre en detrimento precisamente del PSC y, en menor medida, del PP".
Que Cs fue el gran beneficiado de las grandes manifestaciones de octubre de 2017, tras el referéndum ilegal del 1-O, es una obviedad que no niega nadie en Cataluña. "Pero más importante que quién capitalizó mejor esas manifestaciones es el hecho de que Cs logró consolidar la idea de que existe una vía contraria al nacionalismo diferente a la del PSC, que hasta ese momento era la única existente. Y ahí se abre una grieta. No sólo con el PSC, sino con SCC" dicen en Cs.
Según Cs, la estrategia del PSC pasa por consolidar la idea de que la alternativa al nacionalismo separatista es un nacionalismo federalista. Precisamente el que defiende el PSC. Y de la resistencia de Cs a encajar en ese esquema que plantea el nacionalismo como la ideología estructural e irrenunciable de Cataluña nace la discrepancia de Cs con SCC.
Una Cataluña "especial"
"Las diferencias nacen a raíz de las disputas internas que hubo en SCC y que derivaban de esa estrategia de los socialistas catalanes destinada a aniquilar cualquier alternativa al nacionalismo que no pase por otro nacionalismo" dicen en Cs. "SCC no defiende una idea constitucional de Cataluña. Es decir la de una comunidad autónoma española más, con una cultura, una literatura y una gastronomía local, como cualquier otra región española, sino la de una Cataluña especial, que quiere decir mejor que las otras comunidades" añaden.
"SCC defiende un catalanismo federalista, que es el proyecto de la UDC de Duran i Lleida y del PSC" afirman en Cs. "Su idea es que Cataluña no es una comunidad al uso, sino una región que merece privilegios. Su Cataluña forma parte de España, pero no por convencimiento o por lealtad a la Constitución y a la soberanía nacional, sino por puro interés utilitario y coyuntural. Se trata de un nacionalismo que rechaza el unilateralismo, pero que coincide por lo demás en todo con los partidos separatistas".
Ningún problema con Cs
En SCC, sin embargo, niegan la mayor. "Nosotros no tenemos ningún problema con Cs. Cs es un partido importante en Cataluña. Es el ganador de las últimas elecciones autonómicas y fue el primer partido constitucionalista en conseguirlo. Su papel es imprescindible. A partir de aquí, las acusaciones son suyas y nosotros no tenemos la misma opinión que ellos. Nosotros no queremos llevarnos mal con ningún partido constitucionalista porque consideramos que hay que unir fuerzas contra un independentismo que no está todavía derrotado" dicen fuentes cercanas a la dirección de la asociación catalana.
"En 2017 se diseñó el escenario perfecto para nosotros. Había una comunicación muy fluida entre Cs, PP y PSC, y eso casaba perfectamente con nuestros objetivos" añaden en SCC. "La intención de Fernando Sánchez Costa es reunirse con todos los partidos constitucionalistas a partir de septiembre para recuperar ese espíritu de unidad de 2017. Y, por supuesto, nosotros queremos hablar con Cs. Si Cs no quiere hablar con SCC, será su decisión, no la nuestra".
SCC es, en efecto, una sociedad transversal. Su discurso coincide en ocasiones con el del PSC y en otras ocasiones con el del PP o de Cs, lo que suele ser aprovechado por sus detractores para acusarles, según convenga, de derechistas o de nacionalistas. "Es que es difícil que lo que digamos encaje o calque al 100% el programa de un solo partido. Puede ser que haya cosas en las que coincidamos con el PSC, sí. Pero luego denunciamos a los consejeros de la Generalidad. Y eso es una iniciativa que el PSC no aprobaría nunca".
Por la conversación que SCC mantiene con EL ESPAÑOL parece claro que sus líderes huyen de cualquier tipo de enfrentamiento con Cs. Una actitud que ha sido una constante en la historia de la asociación. Y valga un sólo ejemplo de ello. Cuando SCC celebró el 8 de octubre de 2018 el aniversario de la gran manifestación de 2017, Cs contraprogramó a la asociación con un acto privado al que acudió toda la cúpula del partido. Las quejas de SCC, si las hubo, se oyeron sólo en círculos muy reducidos. De cara al exterior, SCC agradeció que Juan Carlos Girauta hiciera acto de presencia ese día en su acto.
"A SCC nos han dicho que somos de extrema derecha y que somos unos fachas" dicen en la asociación con un punto de resignación en la voz. "También nos han dicho que estamos al servicio del PP. Luego, en 2017, nos dijeron que éramos de Cs. Porque es obvio que Cs fue el partido más beneficiado por las grandes manifestaciones de aquel año. Manifestaciones convocadas, por cierto, por SCC y a las que se apuntaron luego los partidos constitucionalistas".
"Y ahora resulta que somos del PSC" añaden. "Ya estamos acostumbrados a eso. Pero analiza por favor a los miembros de SCC. El antiguo presidente, Josep Ramon Bosch, tenía carnet del PP y es una persona más bien conservadora. Fernando Sánchez Costa, el actual presidente, era diputado del PP. Nuestro vicepresidente es del PSC, sí. Pero no hay una mayoría socialista. Ni de lejos. Y la Junta Directiva es la que manda en SCC".
La Lliga no ayuda
En Cs, sin embargo, los argumentos de SCC caen en saco roto. No ayuda a mitigar sus sospechas el hecho de que el debate del momento en el seno de la Lliga Democràtica, la nueva formación de centroderecha catalanista que aspira a captar a buena parte del viejo electorado convergente cansado del procés, sea el de si conviene más ceñirse al plan original o lanzarle una OPA hostil al electorado de un Cs al que se percibe en horas bajas en Cataluña. Tampoco ayuda el hecho de que el secretario general de la Lliga sea, precisamente, Josep Ramon Bosch, expresidente de SCC.
"Somos conscientes de que una de las opciones a debate en la Lliga es la de intentar captar a nuestro electorado en vez de al electorado de la vieja Convergencia" dicen en Cs. "Creo que se sobreestiman. Y no lo digo por nosotros. Lo digo por su poder de convocatoria y atracción. Quizá están teorizando sobre un escenario que no es el de la Cataluña actual". Precisamente el error del que algunos acusan hoy a Manuel Valls: haber creído que la Cataluña de 2019 es la de 1992.
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