La imagen daba para tratado de semiótica. En una plaza del barrio del Raval, uno de los más azotados por la criminalidad de Barcelona, tres mujeres –Lorena Roldán, Carina Mejías y Luz Guilarte– pedían mano dura contra la delincuencia frente a un enorme corazón con la bandera española, la catalana y la europea. A su espalda languidecían una docena de grafitis de raquítico nivel artístico, flagrante confirmación de la teoría criminológica de las ventanas rotas. Frente a ellas, docenas de vecinos del barrio del Raval a los que no parecía haber llegado el pregón de Ada Colau en lo de Risto Mejide en Cuatro: lo que hay en Barcelona no es crimen, sino un contubernio del fascismo.
El Raval es un barrio esquizofrénico. Vota a Ada Colau en las elecciones municipales con el mismo entusiasmo con el que luego se queja de ella cuando manteros, okupas, narcopisos, proxenetas, ladrones y MENA toman posesión de sus calles frente a la inacción del gobierno local. Hasta un 28,1% de los vecinos del Raval votaron a los comunes de Ada Colau el pasado mes de mayo. Un porcentaje similar al de los que votaron a la actual alcaldesa en otros dos barrios barceloneses carcomidos por la delincuencia: Sant Pere/Santa Caterina/La Ribera (30,4%) y el Barrio Gótico (28,7%).
El dato es llamativo y lo comento con alguien cercano al grupo municipal de Ciudadanos en Barcelona. "No tiene nada de particular. Durante la primera legislatura de Ada Colau, cuando la situación se empezó a deteriorar como consecuencia de la falta de autoridad, los vecinos se organizaron. Hubo mucha protesta y varias de esas entidades y grupos de vecinos se reunieron con nosotros pidiéndonos soluciones".
"Pero, de repente, empezaron a organizarse grupos vecinales paralelos" dice mi interlocutor. ¿El motivo? El de siempre: las subvenciones. Más conocidas, tanto en el Raval como en el resto de España, con el sobrenombre de 'paguita'. "Piensa que se trata de barrios humildes y las subvenciones son mucho dinero. El Ayuntamiento empezó a teledirigir esas asociaciones y ellas incrementaron su visceralidad contra la oposición".
"Nos llamaron de todo. Crispadores, alarmistas, provocadores. También nos dijeron que no teníamos derecho a hacer lo que estábamos haciendo. Que estábamos creando pánico en las calles" añade mi fuente. "Hay una asociación en concreto que ha ejercido una influencia notable a la hora de conseguir votos. Piensa también que son barrios en los que hay muy pocos nacionales censados" finaliza.
Fue durante esa época cuando Cs, junto al PSC, instó dos plenos municipales extraordinarios monográficos sobre el tema de la seguridad en los que se reprobó a Ada Colau. Algo que provocó un enconamiento de las posiciones del equipo de gobierno municipal.
No fueron las últimas reprobaciones de Colau. El 25 de enero de este mismo año, la alcaldesa fue reprobada por quinta vez en sólo un año. Si Ada Colau no parecía antes de esas reprobaciones muy dispuesta a ponerle coto a la delincuencia en Barcelona, sus cinco reprobaciones la encastillaron en el 'no es no'.
Ahí sigue a día de hoy. Según Colau, no existe relación alguna entre crimen e inmigración; los agresores sexuales son españoles; la culpa es de la extrema derecha; y las estadísticas mienten, son engañosas o están manipuladas por la prensa con oscuros fines, por lo que deberían silenciarse.
¿Soluciones? Ninguna. ¿Autocrítica? Menos aún. En Barcelona, la delincuencia no es tratada hoy como un problema de seguridad, sino como un efecto colateral, molesto pero no intolerable, del modelo de ciudad que pretende la izquierda local. Ayuntamiento y oposición ni siquiera coinciden en qué es delincuencia y qué no lo es.
El contraste entre la hipersensibilidad de la alcaldesa, capaz de echarse a llorar por los abucheos de unas pocas docenas de separatistas, y su desprecio por las quejas de unos vecinos a los que sólo les falta ser calificados de tiquismiquis desde el Ayuntamiento, fue aprovechado ayer por la concejal Luz Guilarte para ironizar sobre la alcaldesa. "Colau se declara absolutamente víctima. Y dentro de poco, como siempre le pasa todo, la vamos a ver llorar porque le habrán robado".
Albert Rivera había preparado el terreno el lunes con la presentación de una reforma legal que pretende llevar a la cárcel a los ladrones reincidentes. "De Torra no podemos esperar nada. Y Marlaska, ministro de Interior, aporta como solución cambiarse la cartera de bolsillo. La gente empieza a ir con miedo por la calle en determinados lugares" dijo Lorena Roldán. Cs presentará durante los próximos días un plan integral de seguridad en el Ayuntamiento de Barcelona, pero también otras medidas en el Congreso de los Diputados y en el Parlamento autonómico catalán.
Un barrio tolerable
El Raval nunca ha sido el barrio más seguro de Barcelona. Pero entre los Juegos Olímpicos de 1992 y la llegada de Ada Colau a la alcaldía mejoró notablemente gracias a la construcción de varios hoteles –como el Barceló Raval, inaugurado en 2008 y que debía ser la punta de lanza de la normalización del barrio–, la llegada de nuevos comercios y la rehabilitación de viejos edificios de viviendas, que fueron ocupados por profesionales liberales de clase media.
Es decir, gracias a la gentrificación del barrio.
El proceso fue cortado de raíz por una Ada Colau bajo cuyo mando el Raval ha vuelto a su estado de naturaleza original. El pasado sábado, la asociación Mossos d'Esquadra por la Constitución hizo público un vídeo en el que puede verse a tres delincuentes asaltar a un hombre con violencia a plena luz del día para robarle el reloj.
Tras lograrlo, los asaltantes se alejan caminando con tranquilidad y conversando animadamente mientras el hombre mira a un lado y a otro, con la camiseta rota y aparentemente sorprendido por la reacción de los vecinos, que ni se inmutan por el robo. Es sólo un vídeo más de los muchos que aparecen a diario en las redes sociales y que muestran la degradación de una ciudad que se pretende coqueta, pero cuyo currículo histórico muestra una preocupante predisposición al suicidio.
Anticuerpos contra Ada Colau
La normalización de la violencia en Barcelona, que afecta sobre todo a vecinos de los barrios más desfavorecidos de la ciudad, es decir a las clases bajas y trabajadoras, ha provocado sus propios anticuerpos.
Uno de ellos es la plataforma "de seguridad ciudadana" Helpers BCN, con perfil en Twitter e Instagram. Gracias a una tupida red de vecinos y de colaboradores, Helpers BCN denuncia los robos, los asaltos, las peleas y los incidentes que se producen a diario en Barcelona y de los cuales la plataforma tiene noticia. Extraoficialmente, los partidarios de Ada Colau acusan a sus responsables de ser una herramienta de Cs.
Otro de esos anticuerpos es Tsunami Vecinal, otra plataforma que agrupa a varias entidades vecinales y que ha convocado para el día 14 de septiembre una gran manifestación contra la inseguridad en Barcelona. Los portavoces de entidades afines a Colau, como Acció Raval o la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB), acusan a Tsunami Vecinal de ser una plataforma de los gremios de la hostelería, aunque sin presentar pruebas de ello.
Plan de emergencia
Frente al incremento de la delincuencia, Cs propone varias medidas legislativas, además de la ya mencionada contra la reincidencia de Albert Rivera. Es lo que la formación naranja llama "un plan de emergencia". El plan incluye medidas contra la okupación de viviendas y el reforzamiento de las plantillas de los distintos cuerpos policiales.
"La delincuencia se ha incrementado por muchas razones, pero la principal de ellas es la ausencia de policías en las calles" dice Carina Mejías, diputada en el Congreso por Cs, en conversación con EL ESPAÑOL. "Esa falta de policía ha generado una sensación de impunidad enorme y un claro efecto llamada entre los delincuentes. Hoy, los vecinos se nos quejaban también de los proxenetas, que generan un malestar evidente en el barrio del Raval".
"Los vecinos se quejan de que no tienen interlocutores en el Ayuntamiento y las fuerzas de seguridad se quejan de que se sienten desautorizados y ninguneados por la alcaldesa" añade Mejías. "Lo que más les frustra es no tener instrumentos jurídicos para solucionar la situación. Ellos pueden hacer su trabajo, pero luego los delincuentes reinciden con total impunidad porque las penas son muy leves. Ese es el porqué de nuestro plan de emergencia para recuperar la convivencia en Barcelona".