Pablo Iglesias aún tiene esperanzas de que Unidas Podemos pueda formar gobierno con Perdro Sánchez. De hecho, el secretario general del partido morado apuesta en contra de lo que cualquier analista y reportero de la política española percibe hoy día: cree que, aunque sea en el último minuto, recibirá "la llamada" desde Ferraz que acepte la coalición. Al menos, algo muy parecido a la última oferta del 24 de julio pasado. Y es que al líder de Podemos no se le escapa que Sánchez es consciente de que ésta será su última oportunidad de hacer un gobierno con Podemos en el que no esté Pablo Iglesias.
Es de pura lógica. Si el 23 de septiembre no hay nuevo presidente -y la única opción de que lo haya con la actual formación del Congreso de los Diputados es que el elegido sea el líder del PSOE-, Iglesias repetirá como cabeza de lista de Unidas Podemos. Es decir, como candidato a presidente del Gobierno. Y en ese momento caducará su renuncia a sentarse en el Consejo de Ministros como vicepresidente.
Según ha podido saber este periódico, Iglesias ya ha tratado de este asunto con la dirección del partido y con las confluencias -Izquierda Unida y En Comú-. La clave que confirma esta posición hay que buscarla en algunas de sus palabras de este martes por la mañana en Los Desayunos de TVE. A preguntas de Xabier Fortes, destacaba que Podemos ya ha "aceptado suficientes humillaciones" en los cuatro meses largos que han pasado desde la celebración de las elecciones.
La teoría que maneja Iglesias es que los "cinco movimientos" o "cinco ofertas distintas" que Sánchez sostiene que el PSOE le ha llegado a hacer forman parte de una ceremonia de excusas y afrentas. A la reticencia de "poca fiabilidad", Podemos ofreció "lealtad institucional"; a la de que las políticas que proponen los morados chocan con Europa, los de Iglesias recularon "conscientes de sus fuerzas" -42 diputados-; al conflicto con la autodeterminación de Cataluña que constaba en el programa morado, salió hasta En Comú comprometiéndose a no mentarlo... y cuando llegó lo de que "el último escollo es la presencia de Iglesias en el Consejo de Ministros", el líder dio un paso atrás.
En ese momento, todo hay que decirlo, el propio Iglesias también pensaba que iba a conseguir el sí de Sánchez para poder dárselo él en la sesión de investidura. De modo que, como también decía el secretario general de Podemos en TVE, "no hay que fiarse de los políticos, ni de mí, hay que exigir garantías".
Y eso es lo que quiere la formación morada, razón por la que exige estar en el Consejo de ministros. "El PSOE ya se comprometió con nosotros intervenir el mercado del alquiler para bajar los precios", lo firmó Sánchez de su puño y letra el 11 de octubre en Moncloa al signar el proyecto de Presupuestos pactado con Unidas Podemos, "pero luego se negaron a cumplir", recordaba Iglesias. "Y como no estábamos en el Gobierno, no pudimos evitarlo".
Sánchez, atrapado el 10-N
El secretario general de Podemos cree que, por mucho que el alma más liberal del PSOE no quiera pactar con ellos, Sánchez en el fondo no quiere repetir elecciones. Por varias razones: porque el 10-N hay dos posibilidades, que sume la derecha y con ello su proyecto en el PSOE quede desbaratado definitivamente, o que sume la izquierda... con una correlación de fuerzas muy similar a la actual. "Nos volverá a necesitar", ha advertido Iglesias en más de una ocasión. Y con una nueva visita a las urnas, el nivel de exigencias de los morados crecerá, fortalecidos por el refrendo electoral de sus tesis: "Se acabaron los gobiernos monocolores".
Además, Iglesias juega con la convicción íntima de que a Sánchez le podrán las ganas aprovechar su posibilidad actual de gobernar que el riesgo de ir a elecciones. Porque sólo ganaría diputados, no más estabilidad, ya que la opción de sumar mayoría absoluta con Unidas Podemos lo atraparía: se diluiría la excusa esgrimida por Carmen Calvo y José Luis Ábalos contra la coalición -"es que ni juntos sumamos"-, y además Iglesias estaría más que legitimado para sentarse a su izquierda en la mesa de Moncloa como vicepresidente social.
"Tienes un 33% de los votos de la coalición, vetan a tu candidato, yo me aparto... no pueden pretender que se nos humille más", contestaba Iglesias a la pregunta de Pedro J. Ramírez, presente en la tertulia de la televisión pública, cuando el director de EL ESPAÑOL casi le afeaba no haber aprovechado la oportunidad del 24 de julio para hacer historia. "Lo que queremos no son sillones, ¿no ven que eso era lo que nos ofrecían?", concluía el líder morado, "pero es que estaban vacíos de competencias... lo que buscamos es hacer políticas que cambien la vida de la gente".
La dirección de la formación morada no contempla la posibilidad del "acuerdo programático" que ofrece el PSOE. Ni siquiera al ver el documento de 300 medidas presentado este martes, que el propio Iglesias admitía que le "sonaba bien". No en vano, muchas de sus medidas son calcadas. Así lo advertía este lunes Noelia Vera, la portavoz del Consejo Ejecutivo del partido: sólo se sentarán a negociar si se habla también "de estructuras de gobierno". De modo que los socialistas ya saben que la pelota está en su tejado.
Y es que en Podemos todavía confían, en definitiva, en que Sánchez termine por ser consciente de que, más allá del denostado "relato" -y de que la lógica coloca al PSOE como primera fuerza el 10 de noviembre si hay nuevas elecciones-, nada de lo que saque de mejora en número de escaños le será rentable. O las derechas suman o tiene que tragar con "el escollo" y estrechar la mano de Iglesias.