Era la última oportunidad, y nada. Pedro Sánchez despachó en 10 minutos la llamada de Pablo Iglesias, y tardó otros dos en contestar al comunicado de Unidas Podemos. A las 18.00 horas se marcó el teléfono de Moncloa, a las 18.10 habían colgado ambos interlocutores. A las 19.03 emitió su comunicado Unidas Podemos; a las 19.05 lo hizo el PSOE.
No se puede decir que en la formación morada sorprendiera ni la respuesta ni la celeridad de la misma -"ya nos contestaron en menos de dos horas al documento de negociación que mandamos en agosto"-, pero sí los argumentos.
En el partido entendían que la oferta de Iglesias de un gobierno de coalición basado en las últimas ofertas del PSOE y con fecha de caducidad al gusto de Pedro Sánchez cubría las exigencias de "punto intermedio" entre las estructuras que querían las dos partes -irreconciliables-, la necesidad de "estabilidad" que reclamaba el PSOE -pues aseguraba el apoyo parlamentario incluso una vez que el socialista los echara del Ejecutivo- y la regeneración de la "confianza mutua" tras unos meses de trabajo en equipo.
La propuesta era muy sencilla: Se acuerda una coalición entre ambas partes (programa y equipos), se aprueban unos Presupuestos Generales del Estado en el primer trimestre de 2020 y, tras ello, la formación morada ofrecía a Pedro Sánchez decidir por su cuenta y riesgo si echarles o no del Consejo de Ministros: "Si considera que debemos abandonar el gobierno, lo hacemos y mantenemos la colaboración parlamentaria", explicaban las fuentes de la dirección de Podemos.
Echenique en tromba
El jefe negociador y secretario de Acción de Gobierno, Pablo Echenique, salía en tromba pocos minutos después de que el PSOE rechazara públicamente la oferta telefónica de Pablo Iglesias. Acusaba a Pedro Sánchez de que "posiblemente siempre quiso llevarnos a elecciones", una repetición electoral que considera "absurda a irresponsable". Y señalaba que lo hiciera "en tiempo récord y, de nuevo, sin dar ningún motivo y ninguna explicación".
No sólo porque retrasa hasta cuatro meses la posiblidad de tener un Ejecutivo con plenos poderes -los dos que quedan hasta el 10-N más los que tardan en constituirse las Cortes y en convocarse un pleno de investidura-, sino porque "se podrían hacer desde ya políticas que cambien la vida de la gente". Siempre con la salvaguarda de que en unos seis meses, el socialista podría desembarazarse de sus socios.
Ahora, la formación morada se prepara para que su líder acuda al palacio de la Zarzuela la próxima semana. Allí Iglesias representará el mismo papelón ante el Rey que todos los demás. Pero en su caso será aún más decepcionante, porque le dirá a Felipe VI que él estaba dispuesto a apoyar a Sánchez y construir "un Gobierno estable en todas las circunstancias", con la coalición para empezar y con apoyo externo después.