Este mismo miércoles, Íñigo Errejón andaba todavía sin programa electoral. La decisión atropellada de presentarse lo impide. Recuérdese que no hace más de una semana que se celebró el acto en el que la marca Más Madrid dio a luz a su extraña hermana mayor, Más País.
Aún no eran ni un partido, no más que una plataforma electoral. De hecho, el nuevo instrumento sigue sin contar con organigrama interno, y la resolución trascendental de competir el 10-N se tomó en dos asambleas. En ellas se decidía levantando cartulinas de colores en "procesos participativos" tan abiertos que ese derecho a voto lo tenía cualquier asistente. Algún reportero presente podría haberlo ejercido, pero dejó las tarjetitas guardadas en el bolsillo.
El caso es que Errejón cuenta sobre todo con su carisma y poco más por ahora para ganarse los apoyos del electorado. Y eso le afeaba Pablo Iglesias en una entrevista televisiva: "Más País no tiene programa". Y eso, que no le parece "serio", le suscitaba una pregunta, que dejaba en el aire: "Oiga, ¿y entonces por qué le tengo que votar?".
Pero lo cierto es que Errejón cuenta también con su pasado. El más lejano y el más reciente. Y por eso mismo el nuevo candidato se defendía diciendo que "no habrá sorpresas" en las medidas que proponga para ganarse el apoyo de los electores, porque lo que se planteará el 10-N no dista apenas de lo que defiende Más Madrid y lo que ha hecho Manuela Carmena en el Ayuntamiento de la capital.
¿Y qué es lo que proponía Errejón en su documento para las elecciones autonómicas del 26 de mayo? Una infinidad de cosas. Pues aunque ahora se queje de que "los programas no se hacen al peso, que en Europa os hay de 10 páginas", el suyo tenía concretamente, hasta 550 medidas acompañadas de un anexo con la memoria fiscal con la que pretendía financiarlas.
Economía comunitaria
El programa contempla el impulso, fomento e incluso financiación de decenas de proyectos sociales, comunitarios y cooperativos en los más diversos ámbitos: económicos, sociales, medioambientales o solidarios. En ámbitos como la educación, el tercer sector -ONGs y tejido asociativo-, el comercial, el industrial y hasta el administrativo. No en vano, el eje "participativo" (5 menciones) sólo se ve superado por el "feminista" (12) o la "perspectiva de género" (27), que articula toda la propuesta.
Y aunque Errejón prometa no "sorprender" ahora con propuestas muy distintas a las del 26-M, entre las ideas más explícitas que lanzó, sí hay alguna que sorprendió en su momento. Por ejemplo, sus planes para empezar a paliar la despoblación rural que ya sufre media España, y Madrid más concretamente. El plan incluía la "instalación de nuevas y nuevos pobladores" para estas comarcas (punto 96), siempre que tuvieran "proyectos de vida [...] con prácticas sostenibles".
E incluso el viejo socio de Iglesias en Podemos recordaba políticas de las que se estudian en los libros de historia cuando, en el apartado 100, proponía una suerte de reparto de tierras baldías desaprovechadas por los señores: "Inventariaremos las tierras agrícolas, pastos y montes abandonados, para facilitar la cesión de uso e instalación de nuevos/as emprendedores (jóvenes y mujeres en especial), sin que sus propietarios pierdan los legítimos derechos".
También era llamativa la propuesta número 128, que apostaba por recuperar algo parecido a la figura del trapero vinculada a la Formación Profesional: "Queremos alargar la vida de las cosas, asociando los puntos limpios a módulos de FP y convirtiéndolos en puntos de reparación, trueque y préstamo de objetos". No se daban detalles de este tipo de prácticas -convalidables o no- para los estudiantes de FP madrileños.
Ecología y conciliación
La alianza con Equo ya había inspirado entonces el ideario de Errejón y a la "retirada de la subvención a la tauromaquia" (punto 154) y la implantación de los festejos "sin sangre" en la Comunidad de Madrid (153), le añadía aquel embrión de Más País una mención expresa a la "prohibición del tiro al pichón" (147).
En el apartado de Una comunidad más feminista y cuidadora, Errejón planteaba el alza de un 75% en los presupuestos contra la violencia machista (punto 25) y la creación de una figura audaz: el teléfono del maltratador, una línea "para hombres en crisis" que los ayude a buscar "alternativas no violentas" y promocionen la "igualdad y la prevención" (26).
Pero quizá lo que más llama la atención por lo revolucionario o radical -al menos como enmienda a la economía globalizada en la que estamos inmersos- está unas líneas antes: la creación de "un servicio público de cuidadores y cuidadoras para la infancia" (punto 16). El plan de canguros públicos, para conciliar la vida familiar y laboral -y la del ocio, se entiende- se ofrecería como gratuita para "las familias con rentas bajas y las familias monoparentales". Para el resto, Más Madrid planteaba "un coste proporcional a la renta del hogar".
Impuestazo al 2,34% de ricos
Al publicar sus propuestas en materia impositiva en el anexo -las últimas seis de las páginas 56 páginas de aquel densísimo programa-, el líder de Más Madrid lograba dejar muy difuminado el impuestazo que pretendía aplicar a los madrileños: recuperar los impuestos de Sucesiones, de Donaciones, de Patrimonio... para recaudar 1.028 millones de euros más al año.
Eso sí, afectando sólo a 28.100 ciudadanos, los más ricos, se entiende. Echando cuentas, esos supuestos potentados -el 2,34% de la población madrileña- habrían visto subir su presión fiscal en 36.583 euros al año. Que si lo extrapolamos a toda España, supondrían 1,1 millones de contribuyentes... es decir 40.240 millones más de impuestos al año.
Y es que, siguiendo el documento titulado Madrid con ganas contenía la creación de hasta 22 entidades nuevas, entre empresas públicas, unidades de transparencia, áreas únicas, instrumentos financieros, órganos administrativos o partidas específicas. Y todo eso había que financiarlo.