1. La moción está justificada
La defensa cerrada por parte de Quim Torra de los siete CDR detenidos por la Guardia Civil y acusados de terrorismo por un juez de la Audiencia Nacional es injustificable en democracia. Más aún cuando esa defensa no se basa en un respeto escrupuloso por la presunción de inocencia, sino en la convicción de Torra de que las detenciones son un montaje del Estado para criminalizar al movimiento separatista.
2. Torra le debe lealtad a la Constitución
Quim Torra no es el presidente de una nación extranjera, sino un funcionario del Estado sometido a la Constitución, de la que emana su legitimidad como presidente regional. Una elemental prudencia habría obligado al presidente de la Generalidad a mantener la cautela respecto a unos presuntos terroristas cuyas víctimas habrían sido catalanes a los que Torra también representa.
3. Es la gota que colma el vaso
La defensa de siete presuntos terroristas no es el primer desliz de Torra. El historial de desafíos, de desobediencias, de desplantes y de declaraciones incendiarias del presidente de la Generalidad sobrepasó hace mucho el límite de lo admisible en democracia. La presencia de Torra al frente de una institución clave de un Estado al que desprecia, pero del que sigue cobrando, es insostenible.
4. Sería coherente con la lucha del PSC contra la extrema derecha
Resulta llamativo que un partido como el PSC –que ve resabios franquistas en Vox, que considera extrema derecha al PP y que no deja pasar un día sin acusar a Ciudadanos de "crispador"– contribuya con su abstención a que Torra continúe al frente de la Generalidad. La sensación es que el PSC es un ciego muy particular que ve ultraderecha, caciquismo y beatería nacionalcatólica por doquier… excepto allí donde esta realmente gobierna.
5. ¿Qué debería pasar para que el PSC se sumara a una moción de censura?
La pregunta es obvia. Si los cuatro argumentos anteriores no son suficientes para que el PSC se sume a la moción de censura a Torra, ¿qué debería ocurrir para que sí lo hiciera? Si la raya de lo intolerable en democracia para el PSC no es esa, ¿cuál es? ¿Dónde está entonces el límite del nacionalismo, según Miquel Iceta?
6. El "sí" le sale gratis al PSC
La moción de censura presentada por Ciudadanos no saldrá adelante vote lo que vote el PSC por el bloqueo de los tres partidos separatistas en el Parlamento regional. Pero, precisamente por ello, precisamente porque la moción de censura no hará presidenta en ningún caso a Lorena Roldán, el PSC podría darse el lujo de sumarse al bloque constitucionalista sin que ello suponga darle aire a un partido rival.
7. No es el momento de desmarcarse del bloque constitucionalista
Con la sentencia del procés a las puertas y el anuncio de una insurrección callejera por parte de los partidos y las entidades civiles separatistas, la renuncia del PSC a sumarse al bloque constitucionalista es inoportuna y será interpretada por el separatismo como un apoyo tácito de los socialistas a su enfrentamiento con el Estado.
8. La abstención del PSC legitima aTorra
Prueba de lo anterior es la satisfacción con la que el presidente de la Generalidad ha recibido el anuncio del PSC de su abstención en la moción de censura. Con su puesta de perfil, el PSC se coloca exactamente allí donde el nacionalismo catalán lo quiere: en el terreno de la intrascendencia y la equidistancia. Es decir, en el terreno de la legitimación del nacionalismo como única ideología con derecho a gobernar Cataluña.
9. El debate no es Torra o Ciudadanos
Se equivoca el PSC cuando plantea la moción de censura como una elección entre Torra o Ciudadanos. Porque el debate no es Torra o Ciudadanos, sino nacionalismo o democracia. A estas alturas de la historia, el PSC debería saber ya que la batalla del catalanismo no es contra la Constitución, o la monarquía, o la estructura territorial del Estado español, sino contra la democracia y el Estado de derecho.
10. Ciudadanos es el primer partido catalán
Lorena Roldán no es una oportunista o la representante de un partido anecdótico del escenario político catalán. Es la líder del partido que ganó las elecciones autonómicas de 2017. Es decir, del primer partido de los catalanes. El PSC está en su derecho de discrepar de las políticas de Ciudadanos, pero no de su legitimidad para gobernar la comunidad. Miquel Iceta debería recordar aquello que su partido defiende en el Congreso de los Diputados: que se permita gobernar al partido que ha ganado las elecciones.
11. Abstenerse es crispar
Nada, absolutamente nada, contribuye más a envalentonar al nacionalismo, crispar la convivencia en Cataluña y socavar la democracia en la región que la sensación de que el constitucionalismo no está dispuesto a unirse para defender la tolerancia, la moderación y el sentido común por encima de discrepancias ideológicas coyunturales. Discrepancias ideológicas irrelevantes cuando se las compara con la magnitud de la amenaza que supone el nacionalismo para los ciudadanos catalanes.