Mientras los líderes de la izquierda radical callaban o incluso Pablo Echenique ponía el foco sobre "nazis con esvásticas tatuadas que aparecen como manifestantes constitucionalistas" en Cataluña; mientras el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, culpaba de los disturbios "a la falta de diálogo del Gobierno del Estado"; al tiempo que sindicatos policiales se quejaban de sus mandos políticos -los de la Guardia Urbana de Barcelona reclamaban a Ada Colau que los deje intervenir y los de la Policía Nacional que Fernando Grande Marlaska les deje usar "todos los medios a su alcance"-, los partidos constitucionalistas se señalaban mutuamente por las culpas de las ya cinco noches de violencia en las calles catalanas.
Pablo Casado lanzaba "un aviso" a Pedro Sánchez paraque "rompa hoy mismo" los pactos del PSC con los partidos independentistas en la Diputación de Barcelona y más de 40 ayuntamientos. Albert Rivera señalaba al presidente en funciones por "su parálisis" en Cataluña, atribuyendo ésta al "miedo" que tendría el socialista a enfadar a Torra, "por cuyos votos llegó a la Moncloa" y querrá mantenerse tras el 10 de noviembre.
Por su parte, la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, y el jefe de campaña del PSOE y secretario de Organización, José Luis Ábalos, apuntaban que "lo que se vive estos días en Cataluña es herencia de los Gobiernos del PP". Y que si no son responsables de ello, al menos sí son corresponsables de mantener la "unidad de acción" constitucionalista.
Y en ese río revuelto, encantado del panorama, Quim Torra aprovechaba para tratar de pescar un nuevo movimiento que lo salve de la quema. Acosado por la división interna del separatismo y falto de respuestas ante quienes desde dentro lo acusan de botifler -traidor- por alentar las algaradas y dirigir a los Mossos que las reprimen, el heredero de Carles Puigdemont exigió este sábado en una declaración institucional que Pedro Sánchez lo convoque "de inmediato" a una reunión a dos "para iniciar una negociación sin condiciones sobre el futuro de Cataluña.
Acompañado en el Palau de la Generalitat por Aragonès; los consellers Ester Capella (Justicia), Alba Vergés (Salud) y Meritxell Budó (Presidencia), y los alcaldes de Gerona, Marta Madrenas; Tarragona, Pau Ricomà; y Lérida, Miquel Pueyo, Torra urgía Sánchez, a "fijar un día y una hora" para dialogar y acordar una salida.
Sánchez no coge el teléfono
Y subido a los efectos de las barricadas y los fuegos, a los lanzamientos de botellas, adoquines y botes de ácido contra los policías, Torra aseguraba que iniciar un proceso de diálogo entre el Gobierno central y el catalán es "hoy más urgente que nunca".
Porque, a pesar de que las condenas fueran "por delitos cometidos por personas concretas", como recordó Ábalos en un acto en Lugo, y de que el propio Torra se desmarcaba de los incidentes, "que no nos representan", las algaradas han servido al president de coartada.
Pero no como salvoconducto para que Pedro Sánchez le dé algo de árnica. La posición del presidente en funciones se ha ido tornando cada día más firme, al menos en lo referente a gestos, según han pasado los días desde el inicio de la precampaña electoral. Y más desde el lunes, cuando se conoció la sentencia condenatoria para los acusados del procés, aunque no es suficiente para PP y Cs.
Sánchez ha recibido una llamada de Torra, pero no ha cogido el teléfono. Oficialmente, sele ha dicho al president catalán que este mismo sábado sabrá algo del incuqilino de la Moncloa. Pero que mientras no condene la violencia expresamente, la comunicación no se abre.
Tras la negativa de Sánchez a hablar con Torra, el presidente de la Generalitat ha hecho pública una carta en la que asegura que tanto él como el movimiento independentista "han condenado siempre todas las violencias".
Y es que ni Torra ni Aragonés condenaron de palabra las cinco noches seguidas que han dejado Barcelona y otras capitales catalanas como un escenario de guerra. "La defensa de los derechos y las libertades se han de expresar como hemos hecho siempre: pacíficamente", se limitaba a decir el mandatario catalán, mientras sí agradecía "las movilizaciones legítimas en contra de la sentencia".
No basta a PP y Cs
Pero el líder de la oposición, Pablo Casado y su compañero en estas lides, Albert Rivera, están a la vez hartos de la violencia no censurada por Torra y exasperados con la respuesta del Gobierno de Sánchez. Mientras Moncloa pide "prudencia, unidad y proporcionalidad", recuerdan que los GRS de la Guardia Civil aún no han sido desplegados en Cataluña, pese a haber sido desplazados y haberse encadenado cinco noches de algaradas con 300 agentes heridos. Ambos exigen una reacción más decidida del Gobierno de la nación.
El viaje del ministro del Interior en funciones este sábado a Barcelona, para entrevistarse con Miquel Buch, conseller del ramo, no ha sido suficiente para PP y Cs. Ni su visita a los agentes heridos, ni sus palabras ante la presan: "No nos hemos visto sobrepasados, hemos respondido con proporcionalidad... lo que no se entiende es que Torra hable minutos y minutos y no tenga tiempo para condenar la violencia". Incluso, Marlaska ha llegado a instar al president a que elija "el camino de la democracia", dando a entender que, como mínimo, está en duda.
Pero Casado ya había dejado claro que no le bastaba con eso. Y que él, como "única alternativa de Gobierno" se ofrecía a los españoles que se sienten abandonados: "Porque ya lo hicimos una vez, paramos el plan Ibarretxe y luego el plan Puigdemont, Cataluña necesita ley y orden y este país precisa de un Gobierno que no se arrugue".
Los populares reclaman no sólo la ruptura del PSC con los nacionalsitas en las instituciones, sino la aplicación inmediata de la Ley de Seguridad Nacional, "porque un señor como Torra no puede seguir ni un minuto al frente de los Mossos, que son 16.000 hombres armados".
El líder del PP quiere además, la "actuación de la Fiscalía de oficio", persiguiendo por "delito de estragos, de desórdenes, de desobediciencia, y de atentados a la seguridad" a los detenidos. Y puso de ejemplo al fallecido fiscal general José Manuel Maza, elegido por el Gobierno del PP, impulsor de la querella que dio lugar al proceso que ha acabado en las condenas del pasado lunes.
La respuesta le llegó al president a través de un comunicado. En él, Sánchez le insta a "condenar rotundamente la violencia", y reconocer el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Mossos, y solidarizarse con los policías heridos. El texto recuerda que "el Gobierno de España siempre ha estado a favor de dialogar dentro de la ley. Primero Ley y luego diálogo".
Y que para que el diálogo sea efectivo, Torra "debería reconocer a la otra parte de catalanes, que no son independentistas, y que le están reclamando reconstruir la convivencia dañada por el independentismo". Finalmente, el Gobierno reitera que "el problema de Cataluña no es la independencia, que no se producirá, porque no es legal, ni la quiere la mayoría de catalanes, sino la convivencia".
El Ejecutivo en su respuesta dice que "su propuesta de referéndum no la quiere ni la mayoría de catalanes ni, al parecer, la mayoría de su propio Govern. Lo primero para restaurar la convivencia es condenar la violencia, algo que no ha hecho el señor Torra". Al cabo de unos 20 minutos del telefonazo infructuoso, Moncloa ha llamado a la Generalitat para decirle que contactarán con Generalitat a lo largo del sábado.