Las dos Cataluñas pusieron ayer fácil, muy fácil, la metáfora. Por la mañana, cientos de barceloneses caminaron desde sus casas hasta la comisaría de la Policía Nacional de Vía Laietana, epicentro de los violentos disturbios del viernes, para regalar flores y bombones a los agentes que hacían guardia en la puerta. "Gracias" les decían entre ramo y ramo.
Por la tarde, otros tantos cientos de barceloneses, pero estos nacionalistas, caminaron desde sus casas hasta la Delegación del Gobierno para lanzar bolsas de basura a los policías que protegen el edificio. "Para que os sintáis como en casa, hijos de puta" gritó uno de ellos mientras lanzaba su cuota de basura. "Que os jodan" dijo otro al hacer lo propio.
Hay una segunda diferencia entre ambos ejemplos. Los ciudadanos barceloneses de la mañana se fueron acumulando frente a la comisaría de Vía Laietana de forma espontánea y sin que nadie se lo pidiera. Los ciudadanos barceloneses de la tarde lo hicieron convocados por los CDR. Obedientes, trajeron sus bolsas de basura primorosamente anudadas desde sus casas e hicieron una cola ordenada, respetando los turnos, hasta que les llegó la vez. "Los manifestantes han lanzado basura de manera pacífica por encima de las vallas" dijo Cristina Pardo en La Sexta.
Con tanto entusiasmo se ha blanqueado la violencia nacionalista desde algunos medios de Madrid durante esta semana que hasta los propios nacionalistas que han organizado esta semana de ruido y furia para demostrar que el independentismo también puede hacer las cosas a las malas han acabado por enfadarse. "Basta de seny, ahora toca rauxa" decían en las redes separatistas. "Todo transcurre pacíficamente" contestaba la locutora de alguna cadena nacional primorosamente cubierta con un coqueto casco cuya finalidad obvia era protegerla de tanto amor.
Flores y bombones
A las 11:00 de la mañana podían contarse unas cien personas frente a la comisaría de Vía Laietana, pero el flujo de personas que iban y venían era constante. Era la Cataluña silenciosa, la que ha vivido con una mezcla de miedo y de rabia lo que algunos de los presentes describían como "un abandono" por parte del Gobierno de Pedro Sánchez. Algunos de los presentes preguntaban a los policías por su estado de ánimo. Otros preguntaban por los agentes heridos.
Cuando le pregunto a uno de los policías de la puerta por el compañero en peor estado, el que permanece ingresado en el Hospital de Vall d'Hebrón después de que una bola de metal atravesara su casco y le provocara el aplastamiento de dos vértebras, el agente me da la mejor noticia del día: "Dicen que podrían incluso subirle a planta en breve. Ha mejorado y está un poco mejor de lo que se está diciendo en los medios". "Me alegro mucho" le contesto.
A la comisaría llegaban parejas con sus hijos, ancianos, grupos de amigos de mediana edad y también muchos adolescentes. Varios de ellos llevaban la bandera española a modo de capa, un gesto no precisamente banal en Barcelona. Frente a la comisaría hacían guardia media docena de policías, que ayer fueron los españoles más fotografiados del país. Cuando no les caía un ramo de flores les caía una caja de bombones –se acumulaban por docenas– o el gesto tierno de una anciana que cogía las manos del policía entre las suyas como si fueran las de su propio nieto.
En las redes, el separatismo daba rienda suelta a la bilis. "Es ilegal que los funcionarios acepten regalos" decía uno. "Policías aceptando sobornos de franquistas con dinero" decía otro. "¿Quién va a detener a estos policías que aceptan regalos?" decía un tercero. Mientras tanto, los usuarios de Forocoches recaudaban más de 10.000 euros en apenas unas horas para regalar cientos de pizzas a la Policía Nacional y los Mossos d'Esquadra de la BRIMO y la ARRO, las unidades antidisturbios de la policía regional catalana.
A unos pocos cientos de metros de la comisaría de la Policía Nacional, en la plaza San Jaime, entre el Ayuntamiento y la Generalidad, Albert Rivera, Inés Arrimadas y Lorena Roldán daban un pequeño discurso frente a dos o tres mil personas. Si el abucheo que recibió Quim Torra fue de órdago, el de Miquel Iceta fue atronador. Muchos de los votantes catalanes de Ciudadanos son antiguos votantes del PSC y, a la vista de los comentarios que podían oírse en la plaza, el votante constitucionalista ha juzgado de forma más severa la complicidad del socialismo con el nacionalismo que la propia deriva guerracivilista del separatismo.
Luego, Rivera, Arrimadas y Roldán, junto a Toni Cantó, Marcos de Quinto y Edmundo Bal, entre otros, caminaron hasta la comisaría de Vía Laietana para solidarizarse con los agentes de policía heridos en las batalles campales con los radicales de esta semana. Por delante de la comisaría pasaban coches y motos con la bandera española al viento. Durante unas horas, ese pedazo de la Vía Laietana pareció, efectivamente, tierra española. Por la noche, la Cataluña silenciosa volvió a sus casas y emergió la Cataluña ruidosa, con su gesto de rabia en la cara, dispuesta una vez más a vengar la inexistencia de su república.
La verdadera revolución de las sonrisas, en fin, es la de esos catalanes constitucionalistas que ayer salieron a la calle para regalarle flores a "su" policía mientras la otra almacenaba basura para la convocatoria de las 18:00. Las dos Cataluñas, está claro, dieron ayer lo mejor de sí mismas.