Puede que el procés no haya logrado traer la tan soñada república a Cataluña, pero nadie podrá negar que, como imán de personajes extravagantes, el golpe catalanista contra el orden constitucional ha dado el do de pecho.
La última de esos personajes ha sido Jil Love, la mujer que este sábado se desnudó en una manifestación separatista para mostrar su cuerpo maquillado con heridas falsas y cubierto estratégicamente con fotos de Oriol Junqueras, Carme Forcadell y Raül Romeva.
En realidad, Jil Love es sólo el nombre artístico de Jordina Salabert, una tarraconense que se define a sí misma como 'artivista'. Es decir, como una activista política cuya forma habitual de protesta son las escenificaciones artísticas.
Salabert inició su carrera artística en 2012, cuando una foto de ella rezando desnuda en la plaza de Neptuno madrileña en el marco de las protestas del movimiento 15-M la llevó hasta la portada de la revista Interviú.
Salabert repitió la jugada en 2013, cuando se desnudó, con la boca amordazada, frente a un cordón policial durante los disturbios organizados por el movimiento Rodea el Congreso en Madrid. En 2014, y para celebrar el segundo aniversario de su foto en Neptuno, volvió a aparecer en Madrid para protestar contra la Ley Mordaza, aunque esta vez cubrió su cuerpo con cinta adhesiva sobre la que los paseantes dejaron sus mensajes de solidaridad con la causa.
Gobierno mundial en la sombra
Durante los años siguientes, Salabert ha realizado escenificaciones a favor de la independencia de Cataluña, del aborto, de Chelsea Manning, de la libertad de expresión, de los derechos de los animales y en contra del Toro de la Vega de Tordesillas, del "genocidio" palestino, de las vacunas, de los feminicidios en Méjico y de las estelas de los aviones.
Según Jil Love, y muchos otros como ella, esas estelas de condensación son en realidad productos químicos que un gobierno mundial en la sombra deja caer sobre los ciudadanos con objetivos inconfesables, generalmente la esterilización de grandes masas de ciudadanos.
Pero una de las escenificaciones más conocidas de Jil Love fue la que ideó contra Donald Trump. Consistía en un lavabo dorado que ella colocó encima de la estrella del presidente en Hollywood Boulevard y sobre el que se sentó con las bragas por los tobillos mientras leía la revista Time. Escasamente sutil, pero contundente.
Salabert también ha escenificado su protesta contra la Coca-Cola con una serie de fotos que la muestran bebiendo de una botella de refresco que parece contener sangre. En el texto que acompaña sus fotos, Salabert dice: "Bébete una coca-cola con Jenny. Bebe un trago de muerte. Coca-Cola mata. Financia guerras y el genocidio palestino. Mata las células del cerebro. Mata a los insectos, el maíz y el esperma. Genera violencia, enfermedades y adicción. Esto no es vida".
El pasado jueves, Jil Love publicó en sus redes sociales un mensaje de apoyo al separatismo catalán. "Nosotros, los catalanes, somos tan feroces y apasionados porque nuestra identidad, idioma y libertad han sido oprimidos y negados desde 1714 cuando el ejército real español se hizo cargo de nuestra tierra y nos impuso el exterminio de todo lo que no estuviera de acuerdo con su imperialismo".